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25/05/2025

La lucha de Macri y CFK por sostener sus liderazgos en la Argentina de Milei

Fuente: telam

El jefe del PRO y la ex presidenta intentan resistir a un cambio de ciclo político liderado por el jefe de Estado. Acuerdos obligados en la provincia de Buenos Aires. Se agrava la disputa con Axel Kicillof

>Le dijo “llorón”, que “está grande”, que “quizá deba entender que su momento pasó” y se regodeó con un video realizado con IA que circuló por las redes sociales durante la veda electoral. También los acusó de “amarillos fracasados” y de haber pactado con el kirchnerismo para hacer caer el proyecto de Ficha Limpia, y resaltó además que el perdedor era el que tenía que levantar por teléfono para saludar al ganador. Javier Milei dijo muchas más cosas sobre Mauricio Macri, antes y después de vencerlo en su casa matriz y dejar al jefe del PRO en una situación de extrema debilidad política. Aún así, desde España, el ex presidente utilizó su WhatsApp para comunicarse con el Presidente -no lo hacían desde febrero- y felicitarlo por el triunfo de LLA en la capital, y para intentar capitalizar la instrumentación de un acuerdo electoral en la provincia de Buenos Aires que un grupo numeroso de dirigentes del PRO ya planeaba ejecutar desde antes de la crisis partidaria desatada por la durísima derrota en la ciudad, con o sin aval del ex presidente.

Jaime Durán Barba, uno de los estrategas que más colaboró para que el ex presidente llegara a la Casa Rosada, dijo a mediados de semana que en la LLA ya “no lo necesitan” a Macri. “La gente de él, la más fanática, ya se fue con ellos, y la que no estaba de acuerdo con las ideas de derecha, ya se fue a otro lado”, aseguró el consultor.

La noche de la derrota, el ex presidente voló hacia España en un jet privado, furioso por el resultado, en medio de una batería de versiones en torno a la relación con Jorge Macri: según trascendió de altísimas fuentes, los primos, que tuvieron siempre un vínculo conflictivo, protagonizaron una discusión por la estrategia y la nacionalización de la campaña porteña. De los próximos pasos del jefe de Gobierno se desprenderá hasta qué punto está dispuesto a independizarse de la influencia de su primo sobre la administración local y su estrategia política de cara al 2027. También circuló que el jefe del PRO, antes de subirse al avión, le habría avisado a un colaborador de extrema confianza que debían analizar la colaboración parlamentaria del PRO con el Gobierno en el Parlamento. El mensaje de WhatsApp del miércoles pasado permite inferir que ese análisis ya fue saldado.

Desde España, Macri se mantuvo en comunicación permanente con sus principales colaboradores, pero en el seno del PRO no cayó muy bien que viajara al exterior horas después de la derrota, más allá de los compromisos asumidos. “Macri tiene un hobby con la política. Cristina juega a tiempo completo, de manera profesional: postea en las redes, pero además juega”, comparó un diputado que sigue en contacto permanente con él. Hace algunos meses, un dirigente le planteó que pensara en la posibilidad de ser candidato en octubre, y que le “pusiera el cuerpo” a la campaña para evitar que su liderazgo entrara, como ahora, en una seria crisis. “No lo siento”, le respondió el ex presidente.

Hay dirigentes que se preguntan si con la derrota en la capital del domingo pasado el PRO quedó sumergido en una severa crisis política e identitaria, o si lo que colapsó fue el macrismo. Es decir, si es posible que el PRO sobreviva a esta nueva era, con una LLA que acaparó el espectro de la derecha y la centroderecha, sin un liderazgo nítido como el que Macri ostentó durante la última década. “Mauricio se equivoca cuando confunde el rol de líder con el de dueño”, sintetizó en estas horas un histórico asesor.

Es el debate que atraviesa a una buena cantidad de dirigentes, y a los dos gobernadores del PRO, de Entre Ríos y Chubut: la refundación de un nuevo proyecto, sin Macri.

La crisis de liderazgo del ex presidente quedó expuesta en estas últimas semanas, pero fue un proceso que empezó mucho antes, desde las elecciones de medio término del 2021, cuando Horacio Rodríguez Larreta festejó el triunfo de María Eugenia Vidal en la ciudad con Macri en segundo plano, a un costado del escenario. En el 2023, el jefe del PRO se inclinó por Patricia Bullrich en la interna partidaria mientras coqueteaba con Milei. Vencido primero Rodríguez Larreta, y la ministra de Seguridad después afuera del balotaje, Macri resolvió apoyar a Milei a través del famoso pacto de Acassuso, convencido de que el presidente le ofrecería una especie de asesoría permanente de gestión.

El ex presidente enfrenta ahora un desafío: tratar de imponer reglas y condiciones de cara al acuerdo electoral que Milei ya ordenó instrumentar en la provincia de Buenos Aires a través de dirigentes como Ritondo, Guillermo Montenegro y Diego Santilli, después de que el PRO fuera derrotado frente al candidato de Karina Milei, a quién denigró sistemáticamente en privado desde que se hizo cada vez más influyente en el nuevo sistema de toma de decisiones.

Son escenas de la nueva reconfiguración del mapa político que Macri siguió esta semana con atención desde Madrid. Un escenario similar al que alguna vez protagonizaron Néstor Kirchner y Eduardo Duhalde: la transición del duhaldismo al kirchnerismo, con intendentes del Gran Buenos Aires que cambiaron de carpa dentro del campamento del peronismo después de la elección del 2005, e inauguraron una nueva era bajo el liderazgo del expresidente patagónico.

En el principal bastión del peronismo, Cristina Kirchner ofrece una resistencia similar a la que protagonizó Macri en la capital, pero con una diferencia sustancial: ella sí está dispuesto a poner su nombre en una boleta con tal de mantener su liderazgo.

No es la primera vez que la ex presidenta enfrenta un desafío a su conducción, pero sí es una novedad que esta vez el intento principal por disputarle la jefatura de esa facción del peronismo, cada vez más anclada en la provincia de Buenos Aires, proviene de su propio riñón, de un dirigente como Axel Kicillof al que ella moldeó e impulsó como posible sucesor.

Pero a diferencia de Macri, y en paralelo a los intentos del sistema político por corroer su protagonismo, la ex presidente se enfrentó además con una andanada de investigaciones judiciales que la pusieron a la defensiva en los últimos años, y la obligaron a desplegar un discurso belicoso contra la corporación del Poder Judicial que la comprometió a presentarse sistemáticamente en los tribunales. En ese contexto, inauguró en nuestro país el término lawfare.

La caída de Ficha Limpia, que registró serios indicios de negociaciones subterráneas entre el Gobierno y el kirchnerismo a cambio de discrecionalidades en la comisión por el caso $LIBRA en torno a Karina Milei, dejó a Cristina Kirchner en condiciones de ser candidata nacional en octubre, aunque aún resta una definición de la Corte Suprema por el recurso presentado por sus abogados en el marco del caso Vialidad.

Según las últimas versiones, la ex presidenta tiene algo madurada su decisión de competir como legisladora bonaerense por la tercera sección electoral, la más populosa del conurbano, donde se concentra buena parte del voto cristinista.

No existen, sin embargo, indicios concretos de que el gobernador revea su decisión porque en esa definición electoral radica su principal posicionamiento: diferenciarse de Cristina Kirchner, que intentó modificar la decisión de su ex ministro de Economía.

La pelea con el gobernador se libra no solo en territorio bonaerense: tuvo su propio correlato en la capital, que hoy tendrá a CFK en su primera reaparición pública desde marzo pasado. En comunicación con los jefes del PJ porteño, Cristina Kirchner avaló que le dieran un lugar entre los primeros cinco lugares a la legisladora Berenice Iañez, que renovaba su banca en la Legislatura, en la lista de Leandro Santoro. Cuando se enteró su hijo Máximo, enfureció, y ordenó bajarla de la boleta. Al final, la ex presidenta volvió a interceder y terminó en el noveno lugar. Entró al filo de los votos. El domingo por la noche, con el resultado consolidado y el peronismo en el segundo lugar, la diputada porteña y un grupo de militantes cantó en las inmediaciones del búnker, en Caballito: Ahí viene la Bere, qué loca que está... para todos los boludos que la quisieron vetar...”. Berenice responde a Kicillof y se fue de La Cámpora. Hay otra Iañez, que se llama Lucía, y que es la principal delegada del gobernador en la Legislatura provincial. No tienen ningún parentesco comprobado.

Cristina trata de buscar respuestas. Hiperactiva, El mes próximo viajará a Corrientes, para apuntalar la candidatura de Martín Ascúa. El ex gobernador Ricardo Colombi, radical, no quiere saber nada con esa visita. Según trascendió, fue lo que le comunicó a Massa. El ex ministro se asoció ayer en esa provincia con el peronismo. El vínculo Massa-CFK está intacto.

El epicentro de su liderazgo se sitúa de todos modos en el corazón de la provincia de Buenos Aires. Es ahí, en la disputa con Kicillof, donde más daño puede provocarle al gobernador. También es el lugar dónde se va a dirimir su conducción. Cristina Kirchner no quiere ceder el poder de la lapicera, aunque nadie sabe de cuanta tinta dispone.

Fuente: telam

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