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21/05/2025

Isabel Allende lo hizo de nuevo: un libro que une un amor, un padre que se fue y una guerra cruel que mira al presente

Fuente: telam

La escritora chilena publica “Mi nombre es Emilia del Valle”, una novela con todos los ingredientes por los que su público la ama

>Isabel Allende suele encontrar inspiración temática en su experiencia del quiebre democrático. Huyó de la persecución política en Chile tras el golpe de Estado de 1973 que derrocó al presidente Salvador Allende, primo de su padre. Durante su exilio en Venezuela, logró renovarse y liberarse personalmente gracias al éxito profesional. En 1982 publicó su aclamada y exitosa primera novela, La casa de los espíritus.

Cuando estalla la guerra civil en Chile en 1891, Emilia aprovecha la oportunidad para cubrir la revuelta y encontrar a su padre biológico. Junto con otro reportero del Examiner, viaja a Chile, comienza una aventura con su colega, conoce a su padre, del que estaba alejada, y se une a las fuerzas gubernamentales que apoyan al presidente chileno José Manuel Balmaceda, un autócrata disfrazado de reformista. Tiene un presentimiento sobre las afirmaciones de Balmaceda de que sus reformas beneficiarán a todos los chilenos, que “Balmaceda luchaba por los derechos del hombre común, tratando de romper el yugo de la aristocracia. Y, sin embargo, había oído que lo hacía con una brutalidad espantosa”. Está decidida a investigar si los rumores son ciertos.

Emilia pronto se ve envuelta en la paradoja de Balmaceda. Su agitado viaje de romance y autodescubrimiento da un giro desesperado hacia la supervivencia cuando el ejército de Balmaceda es derrotado.

La guerra civil de 1891 en Chile fue descrita por el historiador militar teniente coronel Don P. Wyckoff como “una guerra civil única: una armada sin ejército enfrentada a un ejército sin armada, un elefante en conflicto con una ballena”. El periodismo de Emilia es parte integrante de la narración de la historia. Al igual que sus lectores, descubrimos que las políticas reformistas de Balmaceda se topan rápidamente con la oposición no solo de sus enemigos políticos, sino también de sus propios ministros. La raíz del conflicto era la política fiscal: Balmaceda quería eliminar los impuestos internos y financiar sus programas de reforma con los derechos recaudados de las empresas mineras británicas. Y cuando decidió hacerlo sin la aprobación del Congreso, la crisis constitucional se convirtió rápidamente en un enfrentamiento violento, con la Armada chilena apoyando a los rebeldes del Congreso y Balmaceda al mando del ejército.

Es imposible describir el horror de la guerra”, escribe. “¿Cómo es posible que, desde los albores de su presencia en la tierra, los hombres se hayan dedicado sistemáticamente a asesinarse unos a otros? ¿Qué locura fatal llevamos en el alma? Esa propensión a la destrucción es el pecado original“.

Allende ofrece a los lectores una aventura histórica profundamente documentada, en la que excava con entusiasmo y pasión tanto las hazañas románticas como las periodísticas. Pero es la alineación profética de la historia con nuestra actual agitación cultural y cívica lo que impacta como un mortero desde la épica descripción de Allende de la batalla de Concón.

Desde esa perspectiva, la historia de Chile (incluido el papel de los intereses extranjeros) y la historia de Emilia ofrecen una lección esencial. Si la historia y la libertad de prensa iluminan la explosión de las normas civiles de una revolución, la literatura revela el triunfo humano, la vanidad y la tragedia del impacto de la revolución. La convulsión que Emilia del Valle relata en 1891 es nuestra llamada de atención en 2025.

Marcela Davison Avilés es productora multimedia y escritora afincada en el área de la bahía de San Francisco.

Fuente: telam

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