16/05/2025
Historia asombrosa de las frutas: un libro aborda sus vínculos con las emociones, la cultura, la política y la economía

Fuente: telam
En “Frutologías”, el periodista científico Federico Kukso cuenta con información rigurosa y destreza narrativa mitologías y anécdotas curiosas de estos alimentos, más allá de su sabor y su perfume
>Federico Kukso nació en Buenos Aires en 1979 y es periodista científico. Se especializó en Historia de la Ciencia en Harvard y fue becario del Programa Knight de Periodismo Científico del MIT. Kukso escribe para medios de la Argentina y de otros países y es autor de los libros Dinosaurios de América del Sur, Dinosaurios del fin del mundo, Todo lo que necesitas saber sobre ciencia, El baño no fue siempre así y Dividido en tres secciones, “Frutos del deseo”, “Frutos de la discordia” y “Frutos de la pasión”, este nuevo libro de Kukso continúa la senda del fascinante Odorama en cuanto al estilo del ensayo, con grandes citas de expertos y también literarias. Información rigurosa, investigación científica, mitologías. Historias desconocidas y anécdotas curiosas sobre el mundo de las frutas. Sociedad, política, cultura y economía del mundo y de todos los tiempos, con y sin carozo, con y sin semillas.
— Hace poco en una entrevista — Es una pregunta interesante eso de cuánto tiempo uno está con un proyecto. Porque no es que uno dice: “bueno, a partir de ahora voy a trabajar un proyecto”. Esto es algo que yo vengo de alguna manera trabajando hace diez años sin saber que iba a decantar en un libro. O sea, a mí siempre me interesaron las frutas, no solamente como alimento sino también su dimensión sensorial, simbólica, política. Y cada vez que como periodista iba a algún lugar del mundo, me pasaba de ir a Brasil de vacaciones y encontrar esa diversidad frutal y volvía y empezaba a llorar porque uno tiene tan poca fruta, ¿no? — O como el Caribe.— Estuviste entonces diez años viendo frutas por todos lados. Porque las frutas aparecen en todos lados. Aparece en el sello de los Beatles. Aparece en la manzana de Steve Jobs. Aparece en la manzana que se cae de Newton.
— Y así podés seguir y seguir. Es como que, de repente, te das cuenta de que abrís puertas y las frutas están en todas partes. O sea, no solamente es el alimento en la verdulería. Están en el centro de conflictos políticos. Están en los bolsillos de casi 2.000 millones de personas que tienen un celular con una manzana mordida como un logo. Están en las canciones. Están en el lenguaje mismo, ¿no? Están en los cuadros. Es la presencia masiva de un objeto que uno lo piensa como mero alimento, delicioso y nutritivo. Me dije: acá hay algo para contar, acá hay historias. Y eso es lo que me parecía que faltaba, que no había encontrado en otros libros. A mí me parece que un libro nace no cuando uno lo escribe sino cuando llega a las librerías y empieza a ser leído y conversado. Me pasó con Odorama.— Ahí hay como una completitud.— Al leer tu libro, lo que empieza a pasar es que necesariamente empezás a recordar o a pensar tu propio vínculo con esos frutos. Entonces, todo el tiempo me aparecían anécdotas personales y eso también es algo que se suma a tu escritura.
— Que se perdió.
— Que se perdió. Sabía de dónde venía. Sabía que en un momento no había, que estaba verde. Entonces, me parece que también hay un montón de tradiciones que se rompen cuando uno se separa de la naturaleza.— Y yo creo que cada persona, como yo decía en Odorama, cada persona tiene relación con un aroma que te conecta con un universo emocional, lo mismo pasa con las frutas. Y eso me parece increíble que, como digo en una parte del libro, los historiadores no se hayan percatado de la presencia de la fruta a lo largo del relato. Cómo se construye el relato de la historiografía, de la historia. Y no se le ha prestado tanta atención a estos cultivos maravillosos.
— Recién decías que se pierde y se pierde no porque haya dejado de existir sino que lo que dejó de existir es de pronto el sabor que tenía lo que nosotros comíamos. Esa frescura. Tiene que ver con los tiempos, con la industrialización. Vos decís que hace más o menos 60 años se empezó a perder eso. Lo que hace es que se afecte la biodiversidad de manera muy notable.— ¿Sabés qué extraño con locura? Los damascos, era mi fruta favorita. Hoy son carísimos y no tienen gusto a nada.
— Bueno, y eso es algo que va a seguir pasando con muchas frutas porque es interesante cómo nos hemos separado de la naturaleza, ya no sabemos de dónde vienen los alimentos que comemos.— Siempre se habla de que los orígenes de la fruta son muy oscuros porque es muy difícil decir “acá nació”. Si bien por todo el trabajo de paleobotánicos se sabe cuáles son los más antiguos, siempre cada país quiere tener lo suyo. Pero lo interesante también es que, si lo analizas bien, las frutas son grandes refugiadas. Son refugiados, son inmigrantes en el sentido de que han viajado durante toda su historia y en un momento se asientan en un lugar a tal punto que se pierde esa historia pasada y cada cultura piensa que el fruto es de ahí Cuando en realidad tiene una historia anterior por la que fue trasladado por expulsiones, por viajes, por conquistas…
— Por robo. Absolutamente.
— El kiwi es muy interesante, en especial el kiwi me toca a mí personalmente, no sé si vos recordás cuando llegó a la Argentina, yo estaba en séptimo grado.
— Sí, sí, me acuerdo cuando apareció el kiwi.— Te detenés también bastante en la idea del capricho de los ricos con los frutos que, de pronto, se apasionaban con alguno de esos frutos que habían conocido ya por regalo, por conquista o por lo que fuera, y decidían directamente tenerlos en sus invernaderos.
— También en Japón, según contás.
— El exhibicionismo.
— Entre las cosas que contás y que tienen que ver con la historia, con los mitos y con las leyendas, aparece también lo de la manzana de Adán y Eva que, tal vez, no era una manzana. ¿Era un higo?
— Y, sí.
— Me gusta esa búsqueda que hacés de textos que hablen de las frutas, de imágenes que hablan de las frutas. Aparece Carlos Fuentes con El naranjo; aparece bastante Pedro Mairal, se ve que a Mairal le gustan mucho las frutas porque en sus poemas aparecen mucho. Me gusta que también se lee la cita de “Durazno sangrando”. Y algo que me interesa y que me parece muy atractivo porque es un modo de enganchar también al lector es que arrancás cada uno de los capítulos con una historia. Lo hiciste también en Odorama.
— Otra cosa que pasa con la frutas y vos abordás en tu libro es el vínculo con lo amoroso o con lo apasionado o con lo sexual. Y contás la historia de cuando eliminaron el emoji del durazno y hubo una revolución ciudadana.
— Menos sexual, sí.
— Es que en las diferentes lenguas son frutos comunes. Son objetos comunes de las culturas.
— Otro de los ejes fuertes de tu libro tienen que ver con la relación de las frutas con la política y la economía. Y con cosas que fueron pasando a lo largo del tiempo y que se van quedando y que tienen que ver, por ejemplo, en Estados Unidos, con el racismo. La identificación de la sandía con los negros en Estados Unidos y con la supuesta holgazanería de los negros.
— Conocían la labor porque antes la hacían para los amos.
— En reemplazo de la bandera palestina.
— Y volvemos a lo emocional. Pero algo más que aparece mucho en tu libro es el descubrimiento de cuestiones que tienen que ver con genética de las frutas y con lo que llamás “avaricia corporativa”. Historias que de pronto uno conoce, o ha escuchado, pero leyéndolas a todas juntas una se pregunta cómo puede ser algo así. Cómo hay empresas que se adueñan de frutos, por ejemplo de reservas indígenas que los han usado toda la vida y se los llevan y los patentan. O esta otra historia, que yo desconocía, del fruto que se llamaba aguaymanto o uchuva, el fruto del Perú, y que ahora se llama Pichu Berry porque buscaron hacerlo entrar con más fuerza al mercado. Muy interesante cómo aparece la economía ahí.
— A esas comunidades.
— ¿Te referís a que nunca pensábamos en quién descubrió determinada fruta?
— ¿Cuál es tu fruta favorita?
— No puedo dejar de preguntarte cómo estás viviendo lo que está pasando con la ciencia no solo en la Argentina, porque también lo estamos viendo en Estados Unidos y cómo de pronto emergió una nueva orientación en relación a montones de cuestiones que parecían saldadas, digamos. Cómo si no fuera evidente que los países tienen que producir ciencia.
— Está bien eso que señalás.
— Cómo se va a enfrentar eso.
— Sí, claro.
— A los que saben.
Fuente: telam
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