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15/05/2025

La ópera prima del joven cineasta chileno Diego Céspedes destaca en Cannes

Fuente: telam

Con una narrativa que mezcla western y drama queer, “La misteriosa mirada del flamenco” cuenta la historia de una familia transgénero en el desierto chileno durante la expansión del sida en los años 80

>La mirada puede transmitir una extraña enfermedad, o eso creen en un remoto pueblo minero de Chile, donde un grupo de mujeres transgénero sobrevive en plena expansión del sida, en la ópera prima del director Diego Céspedes presentada este jueves en Cannes.

Son los años de la década del 80 y el sida empieza a hacer estragos. Pero en esa remota zona están convencidos que esta “peste”, como le llaman, se transmite con la mirada. Las personas que tienen los primeros síntomas se convierten así en “apestados”.

En este clima de miedo, Lidia ve cómo su madre, la persona que se ha hecho cargo de ella cuando la abandonaron delante del bar, también sufre esta misteriosa enfermedad. Pero al mismo tiempo la niña vive en este entorno, donde estas mujeres conviven felices, se divierten y se ayudan mutuamente. El bar, donde cantan y bailan, es como un oasis de color en un estilo almodovariano, que contrasta con el paisaje desértico del exterior.

Céspedes recuerda que “tenía una idea muy oscura del sida”, fruto de sus vivencias de niño, cuando sus padres tenían una peluquería y los jóvenes gais que ahí trabajaban iban muriendo de la enfermedad. Su madre le transmitió la idea de que era “algo terrible, sucio, peligroso”.

Pero cuando fue creciendo se dio cuenta de que había “personajes luminosos que tenían la enfermedad (...) que había una historia luminosa que no se había contado”.

Por eso decidió filmar la historia de esta “familia elegida”, como él la llama, “una familia que se creó y que sobrevivió a tiempos violentos, a enfermedades (...) Porque al final buscaba lo que todos buscamos, que es ternura, amor, ser acompañados, tener a alguien que se preocupe por ti, querer, saber querer”.

Céspedes escogió también explicar la historia a través de la mirada de una niña que descubre poco a poco la enfermedad. “Es un punto de vista que me interesa mucho porque te permite narrativamente darte más libertades poéticas y artísticas, porque al final todo es un descubrimiento”, explica.

Al final encontraron a Tamara Cortés, que tenía una personalidad ruda pero que por dentro “era una persona muy dulce y además no tenía el prejuicio que tenían otros niños de esa edad”, explica.

Fuente: AFP

[Fotos: Quijote Films; Anna Kurth/AFP; Miguel Medina/AFP]

Fuente: telam

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