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10/05/2025

Qué está pasando en Cachemira: las claves para entender el origen del conflicto entre India y Pakistán

Fuente: telam

Luego de la puesta en marcha de la operación Sindoor, se reavivó una disputa de más de siete décadas marcada por divisiones políticas, religiosas, migraciones masivas y violencia. Este sábado, Donald Trump anunció un cese al fuego “total e inmediato” entre las partes

>Los recientes enfrentamientos entre India y Pakistán han captado de nuevo la atención internacional. La Operación Sindoor, impulsada por India, marcó otra etapa de tensiones entre estas dos potencias nucleares. Pero, ¿cuál es el trasfondo de este conflicto, sus implicaciones, y el papel central de la región de Cachemira en más de 70 años de historia compartida?

Los resultados de esta ofensiva han sido devastadores. Pakistán reportó la muerte de 26 personas y dejó un saldo de 46 heridos por bombardeos y enfrentamientos en la Línea de Control, el límite de facto que divide Cachemira entre ambas naciones.

El origen del conflicto entre India y Pakistán se remonta a 1947, año en el que ambas naciones lograron su independencia del Imperio Británico. Después de casi dos siglos como colonia británica, la región fue dividida en dos países soberanos: India, de mayoría hindú, y Pakistán, concebido como una nación para los musulmanes del subcontinente. Sin embargo, esta partición respondió más a urgencias políticas que a las complejas necesidades culturales, sociales y religiosas de la región.

El conflicto más significativo derivado de esta partición fue el estatus del antiguo Principado de Cachemira. Esta región, gobernada por el maharajá Hari Singh en ese momento, quedó fuera de la partición inicial. Siendo una zona de mayoría musulmana gobernada por un líder hindú, Cachemira obtuvo la opción de decidir libremente si unirse a India o a Pakistán. La decisión del maharajá de incorporarse a India marcó el inicio de la primera guerra entre India y Pakistán, un enfrentamiento que dejó divisiones que subsisten hasta la actualidad.

Más allá de las líneas políticas, la partición tuvo un impacto humano incalculable. Aproximadamente 15 millones de personas tuvieron que migrar en busca de seguridad religiosa. Hindúes y sijes que vivían en el territorio destinado a Pakistán se trasladaron a India, mientras que los musulmanes del lado contrario iniciaron el camino hacia Pakistán. Este proceso masivo estuvo marcado por atrocidades: las diferencias religiosas se exacerbaron, y milicias de ambos lados perpetraron actos de violencia sistemática.

La región de Cachemira, una zona montañosa en el sur de los Himalayas, es el centro de las tensiones entre India y Pakistán desde 1947. A lo largo de las décadas, se han librado múltiples guerras por su control, convirtiendo este territorio en uno de los espacios más militarizados del mundo. India controla cerca de la mitad del territorio, mientras que Pakistán administra otro tercio en las áreas del noroeste. Por su parte, China también tiene presencia en Cachemira, gobernando un sector en el norte y noreste.

La importancia de Cachemira no radica solo en su geografía, sino también en su simbolismo. Para India, representa una reafirmación de la unidad nacional y la integridad territorial. Para Pakistán, constituye una reivindicación de identidad para la comunidad musulmana. Esta disputa ha sido reforzada por la presencia de insurgencias que, respaldadas por Pakistán según acusa India, han llevado a cabo ataques y atentados en suelo indio. Estos grupos armados propaquistaníes han provocado, a lo largo de los años, un alto número de víctimas civiles y militares.

Además de los enfrentamientos armados, la población de Cachemira también enfrenta constantes restricciones. La región es monitoreada estrictamente, con controles civiles y sociales, lo que ha llevado a denuncias recurrentes de violaciones de derechos humanos.

Al mismo tiempo, las retóricas de ambos gobiernos han escalado su contenido. Desde Islamabad, se promete “retribución”, mientras que Nueva Delhi denuncia ataques “injustificados” provenientes desde el lado paquistaní. El rol de las potencias internacionales es crucial, ya que, en años anteriores, naciones como Estados Unidos o China han tratado de mediar, aunque con limitado éxito.

La posibilidad de una resolución pacífica parece lejana. La escalada reciente subraya que el conflicto sigue siendo impredecible. La presencia de armas nucleares por ambas partes añade una capa de peligro crítico ante cualquier error de cálculo.

Resolver la disputa en Cachemira implicaría abordar problemas históricos profundamente arraigados, que van desde la administración territorial hasta la representación de las respectivas comunidades religiosas. Sin embargo, el diálogo se ve constantemente interrumpido por fases de violencia y retórica belicista.

El conflicto en Cachemira es, en esencia, el legado de una división territorial apresurada y politizada que avivó tensiones religiosas y políticas. Es también el recordatorio de cómo decisiones históricas pueden repercutir en el presente de manera destructiva. La región sigue siendo uno de los mayores desafíos para la paz en el sur de Asia, y su destino sigue atado al equilibrio político entre dos naciones con intereses y perspectivas irreconciliables.

Este sábado, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció un El secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, afirmó que el acuerdo se produce tras extensas negociaciones entre él y el vicepresidente J.D. Vance con los primeros ministros de India y Pakistán, Narendra Modi y Shehbaz Sharif, y otros altos funcionarios.

Me complace anunciar que los gobiernos de India y Pakistán han acordado un alto el fuego inmediato e iniciar conversaciones sobre una amplia gama de temas en un lugar neutral”, declaró Rubio en X.

Fuente: telam

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