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08/05/2025

El papel de los obispos, su tiempo de misionero y un enfoque pastoral centrado en la cercanía: qué decía Robert Prevost cuando era arzobispo

Fuente: telam

En un reportaje de 2023, el nuevo Papa compartió su visión sobre el papel del obispo en la Iglesia moderna, su transición de misionero a líder eclesiástico en Roma y la necesidad de un enfoque pastoral centrado en la cercanía y unidad

>En mayo de 2023, el arzobispo Robert Prevost asumió el cargo de prefecto del Dicasterio para los Obispos, un puesto clave en la estructura de la Iglesia Católica. Originario de Chicago y fraile agustiniano, Prevost fue elegido por el papa Francisco para suceder al cardenal Marc Ouellet, tras una destacada trayectoria como misionero y obispo en Chiclayo, Perú. En una entrevista exclusiva con Vatican Media, Prevost compartió su visión sobre el papel del obispo en la Iglesia moderna, su transición de misionero a líder eclesiástico en Roma y la necesidad de un enfoque pastoral centrado en la cercanía y unidad.

—¿Qué ha significado para usted pasar de ser un obispo misionero en América Latina a dirigir el dicasterio que ayuda al Papa a elegir obispos?

Ciertamente, mi vida ha cambiado mucho: Tengo la oportunidad de servir al Santo Padre, de servir a la Iglesia hoy, aquí, desde la Curia Romana. Es una misión muy diferente a la de antes, pero también una nueva oportunidad de vivir una dimensión de mi vida, que simplemente era responder siempre “Sí” cuando se me pedía hacer un servicio. Con este espíritu, terminé mi misión en Perú, después de ocho años y medio como obispo y casi veinte como misionero, para comenzar una nueva en Roma.

—Ante todo, debe ser “católico”: a veces el obispo corre el riesgo de centrarse sólo en la dimensión local. Pero un obispo debe tener una visión mucho más amplia de la Iglesia y de la realidad, y experimentar la universalidad de la Iglesia.

También necesita capacidad para escuchar al prójimo y pedir consejo, así como madurez psicológica y espiritual.

El Papa Francisco ha hablado de cuatro tipos de cercanía: cercanía a Dios, a los hermanos obispos, a los sacerdotes y a todo el pueblo de Dios. No hay que caer en la tentación de vivir aislados, separados en un palacio, satisfechos con un cierto nivel social o un cierto nivel dentro de la Iglesia.

Y no debemos escudarnos en una idea de autoridad que hoy ya no tiene sentido. La autoridad que tenemos es la de servir, la de acompañar a los sacerdotes, la de ser pastores y maestros.

—¿Qué importancia tiene el servicio de unidad del obispo en torno al Sucesor de Pedro en un momento en el que también crece la polarización en la comunidad eclesial?

—Las tres palabras que estamos utilizando en los trabajos del Sínodo -participación, comunión y misión- dan la respuesta.

Hoy, la sociedad y la cultura nos alejan de esa visión de Jesús, y esto hace mucho daño. La falta de unidad es una herida que sufre la Iglesia, una herida muy dolorosa.

Las divisiones y las polémicas en la Iglesia no ayudan nada. Los obispos, especialmente, debemos acelerar este movimiento hacia la unidad, hacia la comunión en la Iglesia.

—Hemos tenido una interesante reflexión entre los miembros del Dicasterio sobre esta cuestión. Desde hace algún tiempo, no sólo se escucha a algunos obispos o a algunos sacerdotes, sino también a otros miembros del pueblo de Dios. Esto es muy importante, porque el obispo está llamado a servir a una Iglesia particular. Por lo tanto, escuchar al pueblo de Dios también es importante.

Si un candidato no es conocido por nadie de su pueblo, es difícil -no imposible, pero sí difícil- que llegue a ser realmente pastor de una comunidad, de una Iglesia local. Por eso, es importante que el proceso esté un poco más abierto a escuchar a los diferentes miembros de la comunidad.

—Una de las novedades que ha introducido el Papa ha sido nombrar a tres mujeres entre los miembros del Dicasterio para los Obispos. ¿Qué puede decir de su aporte?

Creo que su nombramiento es algo más que un gesto del Papa para decir que ahora también hay mujeres aquí. Hay una participación real, genuina y significativa que ellas ofrecen en nuestras reuniones cuando discutimos los expedientes de los candidatos.

—También en esto estamos en camino.

Me refiero a la urgencia y a la responsabilidad de acompañar a las víctimas. Una de las dificultades que surgen muchas veces es que el obispo debe estar cerca de sus sacerdotes, como ya he dicho, y debe estar cerca de las víctimas. Algunos recomiendan que no sea el obispo directamente quien reciba a las víctimas; pero no podemos cerrar el corazón, la puerta de la Iglesia, a las personas que han sufrido abusos.

Creo que forma parte de la misión de nuestro dicasterio acompañar a los obispos que no han recibido la preparación necesaria para afrontar esta cuestión. Es urgente y necesario que seamos más responsables y más sensibles al respecto.

—Ciertamente, hay muchas diferencias entre una cultura y otra sobre cómo se reacciona en estas situaciones. En algunos países ya se ha roto un poco el tabú de hablar del tema, mientras que hay otros lugares donde las víctimas, o las familias de las víctimas, nunca querrían hablar de los abusos que han sufrido.

—La Iglesia está inmersa en el camino que llevará al Sínodo sobre la Sinodalidad. ¿Cuál es el papel del obispo?

Creo sinceramente que el Espíritu Santo está muy presente en la Iglesia en este momento y nos empuja hacia una renovación y, por tanto, estamos llamados a la gran responsabilidad de vivir lo que yo llamo una nueva actitud. No es sólo un proceso, no es sólo cambiar algunas formas de hacer las cosas, quizá celebrar más reuniones antes de tomar una decisión. Es mucho más.

—¿Cómo conseguirlo?

A veces parece que queremos reducirlo todo a querer votar y luego hacer lo que se ha votado. En cambio, se trata de algo mucho más profundo y muy diferente: tenemos que aprender a escuchar realmente al Espíritu Santo y al espíritu de búsqueda de la verdad que vive en la Iglesia. Pasar de una experiencia en la que la autoridad habla y se acabó, a una experiencia eclesial que valore los carismas, dones y ministerios que hay en la Iglesia.

—¿En qué medida afectan los problemas económicos a la vida de los obispos?

El Papa nos ha dicho que quiere una Iglesia pobre y para los pobres. Hay casos en los que las estructuras e infraestructuras del pasado ya no son necesarias y es difícil mantenerlas. Al mismo tiempo, incluso en los lugares donde he trabajado, la Iglesia es responsable de instituciones educativas y sanitarias que proporcionan servicios básicos a la gente, porque muchas veces el Estado no los proporciona.

Ante la necesidad de mantener estructuras de servicio con ingresos que ya no son lo que eran, el obispo debe ser muy práctico. Las monjas de clausura siempre dicen: ‘Ten confianza y encomiéndalo todo a la Divina Providencia, porque se encontrará el modo de responder’. Lo importante también es no olvidar nunca la dimensión espiritual de nuestra vocación. De lo contrario, corremos el riesgo de convertirnos en gestores y razonar como tales. A veces ocurre esto.

—Los medios sociales pueden ser una herramienta importante para comunicar el mensaje del Evangelio y llegar a millones de personas. Debemos prepararnos para utilizar bien los medios sociales.

Al mismo tiempo, el mundo de hoy, que cambia constantemente, presenta situaciones en las que realmente tenemos que pensar varias veces antes de hablar o antes de escribir un mensaje en Twitter, para responder o incluso simplemente hacer preguntas de forma pública, a la vista de todos. A veces se corre el riesgo de alimentar divisiones y polémicas.

Fuente: telam

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