08/05/2025
El Eternauta en Malvinas: así fue Monte Longdon, la batalla que revive el personaje de Ricardo Darín en la serie

Fuente: telam
La serie ya es la más vista entre las de habla no inglesa. La guerra de 1982 se vuelve cada vez más importante con el correr de la trama
>“Volvieron las islas, ¿no?”. Elena se lo pregunta a Juan Salvo, que, arrebatado, acaba de automedicarse con algo que no se sabe qué es pero que encontró en la estantería del depósito de una farmacia abandonada en la que los dos se refugian. Juan Salvo es el protagonista de Cuando Elena le dice lo de “las islas” a Juan en el tercer capítulo de la serie, que Malvinas entra con sutileza en esta adaptación de la obra de En esas islas mentales que lo aíslan de su entorno y lo arrinconan contra sí mismo, el personaje encarnado por Darín ve pozos de tierra en los que puede caer, bolas de fuego que caen del cielo, dos hombres uniformados, bengalas de guerra. ¿Son islas mentales o es el estrés postraumático de haber estado en Malvinas? ¿Las islas mentales no están hechas de las geográficas?
“La primera vez que salí a la nieve”, le dice Juan Salvo a su ex pareja, que es médica, para detallarle cuándo volvieron las islas. Toda esa sutileza que va haciendo aparecer el reclamo por la soberanía Malvinas a lo largo de la serie, a la vez que las visiones de Salvo son cada vez un poquito más largas -y más reveladoras-, se vuelven mucho más importantes cuando (más spoiler) en el cuarto capítulo de El Eternauta nos enteramos de que ese hombre al que seguimos más que a cualquier otro estuvo en la Guerra de Malvinas. Incluso en Monte Longdon, la batalla más encarnizada -y la más definitiva- de la contienda de 1982.Hace lo que puede con haber peleado en una guerra y haber sobrevivido para contarlo, o para callarlo casi por completo. Cuando saber todo eso se le vuelve invivible, Salvo parece desconectarse por unos instantes del tiempo y el espacio en el que está: lo asaltan las islas. ¿Pero cómo fue, en la vida real, esa batalla que le caló los huesos y el inconsciente a un personaje de ficción?
Son diez kilómetros y, en auto, lleva unos quince minutos de viaje. Esa es la distancia entre Puerto Argentino y el Monte Longdon, en la Isla Soledad. El 8 de junio de 1982, en plena Guerra de Malvinas, eran las tropas argentinas las que estaban asentadas en la capital de las islas. Pero las fuerzas británicas empezaron a asediar la zona, especialmente Longdon, un terreno que, por sus características topográficas y de ubicación, es clave para “custodiar” Puerto Argentino.Las tropas inglesas atacaron por tierra y también a través de equipos de paracaidistas. El mayor asedio al monte se producía durante las noches, en plena oscuridad. Apenas una sección argentina lograba defender con estabilidad un área del monte, nuevas unidades británicas llegaban por otros flancos para intentar ocuparlo.Entre el 8 y las primeras horas del 11 de junio, los británicos se acercaron al monte, de 186 metros sobre el nivel del mar, por cada vía que encontraron. Era una forma de estar cada vez más cerca de Puerto Argentino: ocupar la capital era un objetivo central en una guerra que, aunque no se sabía ese 8 de junio, estaba a punto de terminar. Argentina firmaría la rendición apenas seis días después.
El primer gran golpe británico fue el 11 de junio hacia las 20.30. En ese ataque, el fuego de artillería del enemigo se intensificó como no había ocurrido en los días anteriores, y lograron cortar el tendido telefónico que comunicaba a los líderes de cada guarnición entre sí y con el comando central. Ahora todos dependían de equipos de radio.
Una hora después, las tropas británicas habían logrado alcanzar la posición del subteniente Juan Domingo Baldini y de la sección que encabezaba. Al comunicar sus novedades, Baldini anunció que iniciaría un un contraataque, pero unas horas después murió en pleno combate. Hacia las 23, el ataque inglés sobre Monte Longdon era masivo, mucho más condensando que en las 72 horas anteriores.Una embestida encabezada por el teniente Raúl Castañeda hacia las 3 de la mañana del 12 de junio resultó lo suficientemente eficaz como para que las tropas británicas se replegaran como no lo habían hecho desde que se había iniciado la batalla. Pero el fuego de los morteros ingleses les abrió camino para empezar un nuevo ataque, al que se le sumaban combatientes recién llegados a esa zona.
Dos horas después, las tropas británicas cercaban a las argentinas por el norte, el noroeste, el oeste y el suroeste del monte. En medio de la turba malvinense, con temperaturas bajísimas y una visibilidad prácticamente clausurada por la noche y el humo, sólo las bengalas lograban iluminar el cielo por algunos segundos. Esas bengalas que Juan Salvo ve cuando su mente lo lleva a una isla, y que también ve cuando, a kilómetros de distancia, distintos integrantes de una misión -la de lograr entrar a la ciudad en medio del peligro- se avisan que todo marcha bien. Es que las islas mentales, las Malvinas y las calles cubiertas de nieve y de miedo se le confunden al protagonista de El Eternauta.A las 5 de la mañana, las tropas argentinas ya no tenían una cantidad suficiente de combatientes como para intentar un nuevo contraataque. Pero, sobre todo, casi no tenían municiones. En la batalla de Monte Longdon hubo combates con bayonetas, como si se tratara de una época mucho más remota, y eso se agudizó cuando los soldados argentinos no tenían cargas para disparar sus armas más modernas.Las órdenes de retirarse de Monte Longdon llegaron hacia las 6.30. Las tropas argentinas recibieron la instrucción de parte del Comandante de la Agrupación Puerto Argentino, que les indicó abandonar ese campo de batalla y dirigirse a Wireless Ridge, donde habría enfrentamientos al día siguiente. Los últimos en irse del monte, según contarían varios oficiales y soldados en sus memorias, lo hacían llorando. Presentían que era el final, y caminaban entre compañeros muertos.
Entre las tropas argentinas, el escenario fue más cruento. Unos trescientos hombres habían sido parte de la batalla, y unos noventa volvieron en condiciones a Puerto Argentino. Los demás resultaron muertos o heridos de gravedad, o fueron tomados como prisioneros de guerra por los ingleses.
Ninguna otra batalla de la Guerra de Malvinas fue tan sangrienta como la de Monte Longdon. Apenas dos días después de su final, la Argentina se rindió en esa contienda que había empezado el 2 de abril, impulsada por Leopoldo Fortunato Galtieri, líder en ese entonces de la dictadura que gobernaba el país.
Fuente: telam
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