07/05/2025
Javier Cercas: “Lo de un giro ultraconservador en el Vaticano no será tan fácil; el 79% de los cardenales del cónclave fueron elegidos por Bergoglio”

Fuente: telam
El gran escritor español presentó la Feria del Libro “El loco de Dios en el fin del mundo”, la magnética novela sin ficción que escribió luego de acompañar al Papa Francisco en 2023 durante un viaje a Mongolia
>Enumerar los libros que integran la obra de Javier Cercas y los premios que esos libros han merecido podría llevarnos el tiempo de un artículo completo. Elijo entonces contarles que el escritor español Javier Cercas nació en Ibahernando, Cáceres, en el año 1962. Que es profesor de Literatura Española en la Universidad de Girona, conferencista en Oxford y profesor honorario en la Universidad Diego Portales de Chile. Y que es, también, miembro de la Real Academia Española de la lengua.
El loco de Dios en el fin del mundo es el nuevo libro de Cercas y marca su regreso a un género del que es absoluto pionero en su lengua, algo así como la novela sin ficción. Libros que tratan sobre temas y hechos reales que son narrados con recursos literarios y en los que la presencia del autor exhiben una fuerza central. Esta vez el narrador Javier Cercas, ateo convencido y militante, es convocado en 2023 por gente cercana al papa para invitarlo a viajar con Francisco a Mongolia, un lejano país encajado física y metafóricamente entre Rusia y China, donde la religión católica es escandalosamente minoritaria. El Vaticano le propone viajar para luego escribir sin condicionamientos el libro que le apetezca.
Luego de la sorpresa inicial por la propuesta, ya sin dudas, Cercas se entusiasma con el proyecto. Quiere conversar con el papa. Tiene en particular una pregunta de interés familiar para hacerle acerca de la resurrección de la carne y la vida eterna. La madre de Cercas, muy católica, está convencida de que al morir se reencontrará con quien fue su marido, el hombre al que amó durante toda su vida. Conmovedor y magnético, el libro de Cercas es un singular tratado laico sobre la fe que no puede dejar a nadie indiferente. La reciente muerte del papa Francisco convierte el libro de Cercas, que no retacea datos ni información crítica acerca de sus contradicciones, en una suerte de testamento literario. Un documento público e íntimo sobre la biografía de Jorge Bergoglio y su voluntad transformadora. Un libro que es también una mirada sobre el presente de la Iglesia Católica y que contiene preguntas clave sobre su futuro.— El loco de Dios en el fin del mundo es un libro muy singular y, por otra parte, lo estás presentando en un momento singular. Estás en Buenos Aires. Estás en el país y en la ciudad de Jorge Bergoglio. ¿Qué significa eso para vos?
— Debería estar muy nervioso. Debería sentirme como un español que ha escrito un libro sobre Maradona y viene aquí a Buenos Aires, donde todo el mundo tiene una opinión (N. de la R.: se ríe) Estoy feliz de estar aquí. Yo sé que el papa Bergoglio, bueno –ustedes dicen Bergoglio, yo digo Bergolio a la italiana–. es una cosa aquí en Argentina y otra cosa en el resto del mundo.— Claro, porque vosotros lo conocéis. Como os ocurría de Maradona. Lo conocéis de primera mano. Y porque aquí, tengo la impresión de que cualquier cosa que hiciera el papa se interpretaba y a veces incluso se sobreinterpretaba. Desde todos los puntos de vista.
— En clave local, decís.— Bueno, ese es uno de los puntos de tu libro, ¿no?
— Claro. Es que es un punto clave. Y lo hemos visto en estos días. Es decir, el papa no es Donald Trump, el papa no es Emmanuel Macron, el papa no tiene la capacidad del presidente de la República Argentina para arreglar problemas. Él puede hablar pero… Y ese es uno de los puntos del libro, sí, efectivamente. Cómo el discurso religioso de este hombre, pues, quedó enterrado siempre por sus manifestaciones políticas. La prueba es que cuando aparecía en los medios generalistas aparecía hablando de la inmigración, de Ucrania. Pero nunca, o poquísimas veces, aparecía hablando de lo que es realmente su competencia que son los asuntos religiosos. No estoy intentado quitar importancia a su dimensión política.— Estoy intentando colocarla en su lugar.
— Eso es algo de lo que hablás también con muchas de las fuentes en tu libro. Algo que me llamó mucho la atención es que, en general, cuando uno trata con fuentes, incluso las más interesantes, hace recortes, edita los testimonios. Da la sensación de que quisiste hacer un libro de una dimensión diferente, en donde cada uno de aquellos que te dio testimonio sobre la figura del papa tiene que tener su espacio realmente importante. No hay nadie que no sea importante de aquellos con los que hablaste. ¿Eso fue algo pensado así?— Sí, es verdad.
— Pues es verdad. Y hay otra gente que me dice: bueno, esto es una biografía del papa. Una autobiografía tuya. Les digo: sí, sí, también. Y es verdad que es todas estas cosas. Pero tú has leído mis libros anteriores y sabes que para mí esto es una novela sin ficción. Es decir, la novela tiene esta increíble, asombrosa, maravillosa capacidad de integrar todos los demás géneros y de trascenderlos, de convertirlos en otra cosa. Entonces, efectivamente en este libro hay personas con las que hablo largamente pero personas que son para mí muy importantes. Qué sé yo, por poner el caso de un argentino a quien vosotros también conocéis que es el cardenal Víctor Manuel “Tucho” Fernández, que es nada más ni nada menos que el prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe, es decir el Santo Oficio.— El gran inquisidor. Y este hombre a mí me deslumbra porque nunca te esperarías un gran inquisidor que antes ha sido perseguido por la Inquisición, como el cardenal Fernández. Y tanta otra gente. Entonces, para mí estos personajes son personajes de novela solo que son reales y con los cuales yo discuto los temas centrales que, bueno, van apareciendo a lo largo del libro. El intelectual del papa, el más próximo al papa, que es el padre Antonio Spadaro. Un amigo íntimo del papa en Roma, Lucio Brunelli. Misioneros. Dirigentes de todo tipo que para mí son eso, como los personajes de una novela que van hablando de temas comunes muchas veces, otras veces distintos, etcétera, y que como en una sinfonía se van ordenando a su manera. Así que vosotros, los periodistas, sois demasiado generosos conmigo. Creéis que soy un periodista. No soy un periodista.
— Bueno, eso es algo que quiero volver a discutir. Lo hemos discutido muchísimo.— “Hagan lío”, como diría el papa.
— Es otro de los centros de tu libro, exacto.
— “¿Ustedes se volvieron locos?”
— Hay un momento en el libro en donde sí te incluís entre los periodistas. Porque como viajás con los periodistas, decís algo así como “nos ubican a los periodistas” en tal lugar, una cosa así. Vos decís que la novela toma los recursos del periodismo pero el periodismo hace muchos años, en la Argentina al menos desde la década del 60, que toma recursos de la ficción y recursos literarios como para narrar las noticias.
— Es muy linda esa entrevista.
— ¿Hubo algo que te paralizó en algún momento? ¿O pudiste escribir tranquilo en esos dos años?
— Te quiero preguntar algo que es delicado y es que vos conociste a Bergoglio, pudiste verlo en acción y hasta intercambiar con él cuando era ya un hombre muy grande y estaba enfermo. ¿Imaginaste esta posibilidad de que tu libro saliera y que ocurriera esto que está pasando, que estás presentando el libro pero él ya murió?
— Sí, sí, lo sé.
— Venía de una internación.
— Sí. Y después del saludo de Pascuas.
— Hay una foto muy simpática que es tu foto con el papa, en la que están hablando muy cerca uno del otro. ¿Recordás haber tenido algún momento así de fuerte y de impactante? Me refiero a estar con una personalidad que te conmoviera así.
— Y de tu libro.
— Yo supongo que en el caso de Bergoglio lo que pasó también es que le tocó una era de papado en la cual en general fue cambiando el modelo de liderazgo. Y fue cambiando la mirada general sobre la democracia. El humanismo desapareció. Y es casi como si esto, el humanismo, hubiera quedado únicamente restringido a su figura. Porque si uno se pone realmente a exagerar hasta puede decir que desapareció el último humanista en términos de liderazgos, en este momento. Entonces me parece que a lo mejor tomaba ese guante porque era una personalidad política y si los medios esperaban que hubiera alguna declaración de tinte político para poder ir por ahí, él se los cedía gentilmente.
— Por supuesto.
— Estuve escuchándote hablar de eso, me gustaría que me lo explicaras si bien, en algún sentido, eso se desprende también de las cosas que contás en el libro.
— “Viene una ola ultraconservadora al Vaticano”.
— ¿Cuándo te convertiste en ateo? ¿Cuándo fuiste consciente de que no eras un creyente?
— De Miguel de Unamuno.
— Te portabas muy bien.
— Sí, de las verdades que da la religión.
— A mí hay cosas que me interesan mucho y que tienen que ver con procedimientos y con cómo te preparabas para determinadas cosas. Javier Cercas viaja a Mongolia con el papa. Antes y después del viaje entrevistó gente en el Vaticano. Durante el viaje mira, lee, ve. ¿Tomás notas mientras estás mirando todo eso? ¿Grabás? ¿Cómo hacés?
— Por supuesto. Por eso te preguntaba.
— Yo me pongo a pensar y se me ocurre que, entre otras cosas, Bergoglio era muy buen lector.
— Y creo posible que haya leído Anatomía de un instante.
— Porque es un libro que en la Argentina se leyó mucho, se lee mucho. Resulta muy importante por aquello que narra. Por cómo está narrado el episodio del Tejerazo (el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981) y la amenaza a la incipiente democracia española. Y es posible que Bergoglio lo haya leído.
— Pero, además, vos señalás muy bien cómo él promovía el diálogo interreligioso permanentemente y cómo le interesaban más aquellos que no pensaban como él.
— Por supuesto.
— Recién mencionabas a los misioneros, que tienen que ver también con ese cristianismo primitivo.
— Inconvenientes.
Fuente: telam
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