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06/05/2025

Se abre otra negociación clave para el paro de colectivos, un caso testigo para el Gobierno y el sindicalismo

Fuente: telam

Por qué es un desafío complejo el conflicto de la UTA, que este miércoles tiene prevista otra audiencia por las paritarias a nivel nacional en Trabajo. Qué hay detrás de los reclamos

>El Esta mañana circularon versiones acerca de una nueva instancia de negociación citada para esta tarde por el nuevo secretario de Transporte, Luis Pierrini, pero cerca del funcionario lo desmintieron ante una consulta de Infobae y advirtieron que “la UTA fue recibida ayer por Trabajo y ya tuvo su convocatoria por las paritarias”.

El problema es que la Secretaría de Trabajo se apartó anoche de las negociaciones ante la intransigencia de las partes y dejó las posibles tratativas en manos de Transporte. Eso quiere decir que, si no aparecen otros canales oficiales de diálogo, el Gobierno dejará a merced del paro a los 4,5 millones de usuarios de colectivos en el área metropolitana de Buenos Aires. Y, para colmo, en medio de la amenaza de la UTA de seguir la protesta por tiempo indeterminado (Aun así, para este miércoles está prevista una audiencia en Trabajo entre la UTA y la Federación Argentina de Transportadores por Automotor de Pasajeros (FATAP) por la paritaria de los colectiveros a nivel nacional, ya que las negociaciones salariales que fracasaron en las últimas horas se limitaban a las empresas del AMBA, aunque el sindicato sorpresivamente extendió el paro de hoy a todo el país.

Para la administración libertaria, se recrea el escenario instalado a fines de 2024 con el feroz conflicto con los sindicatos duros en Aerolíneas Argentinas, pero potenciado porque los pasajeros de colectivos son muchos más que los de los aviones y con un perfil socioeconómico que profundiza su dependencia de ese medio de transporte.

Además, como siempre sucede en esa paritaria, cualquier modificación de la grilla salarial implica sentarse a reacomodar los subsidios que reciben las empresas y eventualmente las tarifas. Y ese factor excede el margen de negociación de la Secretaría de Trabajo y vuelve a poner en escena a la Secretaría de Transporte o, en todo caso, al Ministerio de Economía que conduce Luis Caputo.

El endurecimiento extremo de la UTA refleja con más dramatismo la debacle del sector dialoguista del sindicalismo, del que el líder del sindicato, Roberto Fernández, era hasta el momento uno de sus principales integrantes. De por sí, el gremio no adhirió al último paro general de la CGT con la excusa de que debía cumplir con la conciliación obligatoria dispuesta por Trabajo. Una formalidad para eludir la protesta, zafar del ala dura de la CGT y facilitar un acuerdo salarial, algo que, en definitiva, el gremio no logró y se vio obligado a declarar el paro.

Es todo un desafío para el Gobierno el tablero actual: exponer a la UTA al desgaste y el desprestigio ante la sociedad por sus medidas de fuerza que atormentan a los pasajeros o buscar una salida que impida que Fernández se ponga el traje de combativo en un sector clave y en un año electoral.

Curiosamente, la Casa Rosada accedió hace un año a eliminar de la reforma laboral contenida en la Ley Bases un artículo que podría haberle servido hoy para amortiguar el efecto del paro de colectivos: era el que imponía una restrictiva reglamentación del derecho de huelga en diversas actividades que eran consideradas servicios esenciales, a las que se exigía un 75% de prestación del trabajo normal, y otras que se califican de “actividades de importancia trascendental” (como el de colectivos), obligadas a garantizar el 50% del servicio.

Fuente: telam

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