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06/05/2025

Eduardo Halfon tras su historia de falsos nazis: “Se puede vivir sin patria, hay un vacío, pero te motiva”

Fuente: telam

Su última novela, “Tarántula”, cuenta un episodio traumático, y real, en un campamento de chicos judíos guatemaltecos. Hoy vive en Berlín

>No era fácil lo que Eduardo Halfon tenía para contar, no era lindo, no era edificante y, tal vez, incluso le daba un poco de miedo. Pero lo contó, lo contó casi casi casi como pasó, lo hizo en un libro al que llamó Tarántula, con el que ganó uno de los premios más prestigiosos del mundo, el Médicis.

Para decirlo brevemente: en el libro él tenía trece años, había nacido en Guatemala pero vivía en los Estados Unidos, hablaba un castellano castigado por esa migración y los padres lo mandaron a un campamento de chicos judíos. Para que sea un judío guatemalteco, le dicen al protagonista, que se llama -ejem- Eduardo. Y en el campamento pasan cosas.

Lo que pasa -estrictamente no es un spoiler, es lo que se sabe que va a pasar, pero si preferís no saberlo, ESTE ES EL MOMENTO DE ABANDONAR ESTA NOTA-, lo que pasa es que los primeros días todo son juegos y esas cosas de campamentos y una noche todo cambia de repente.

“Nos despertaron a gritos. Estábamos boca arriba en nuestros catres, dentro de la enorme carpa verde. Ninguno de los doce se atrevía a decir algo. Ninguno osaba moverse en su saco de dormir. Volví la cabeza hacia el catre de al lado. En la luz opaca de la madrugada encontré el rostro de mi hermano observándome de vuelta, preguntándome con la mirada qué estaba pasando allá fuera, qué significaban tantos gritos”.

Y los que gritan, eso es lo siniestro, no son unos enemigos llegados de afuera, no son extraterrestres. Son nazis o parecen nazis. Pero son los mismos instructores que ayer jugaban a la pelota, el mismo Samuel Blum que los cuidaba, “nuestro amigo y protector incondicional, pero ahora uniformado de negro y con un garrote en la mano y lanzando alaridos y órdenes que ningún niño ahí entendía”.

Eso -una experiencia real- cuenta Halfon en Tarántula. El protagonista se muere de miedo pero termina en medio de la selva dialogando con unos guerrilleros indígenas que lo miran raro, le recorren el cuerpo con un machete y le preguntan si él es de los malos. Y, años más,tarde, cuando ya es adulto y es escritor, confrontando con Samuel Blum, que tendrá mucho que decir sobre la experiencia.

Hablamos de esto en Buenos Aires, ahora que Halfon vino a presentarse en la Feria del Libro, donde conversó con la periodista Hinde Pomeraniec. Ahora que vive en Berlín, el lugar donde estuvieron los nazis de verdad. Hablamos después de que él tuviera una reunión con jóvenes influencers del libro, que lo mimaron, le preguntaron, se sacaron fotos, le pidieron charlas. Está contento y así arrancamos.

-Siempre siento eso, ¿no? En Duelo lo sentí con la historia de Salomón, el hermano de mi padre, que era una historia prohibida. En Monasterio lo sentí con la boda de mi hermana. En El boxeador polaco con la historia de mi abuelo. En este caso, sentía que iba a haber muchos judíos a quienes no les iba a gustar que yo contara esto. Pero ¿sabes la reacción que he recibido de algunos judíos a quienes no les gustó? Lo que no les gustó es que contara de Bitajón, los grupos encargados de Seguridad en las comunidades. Como que revelara su secreto. Eso no gusta. Y cuando investigué no encontré casi nada.

-Hay dos momentos importantes, más allá de esa noche. La charla con los guerrilleros indígenas y la charla posterior con Samuel. ¿Estás hablando de dos costados de tu identidad?

-¿Qué quiere decir que te fuiste del judaísmo?

-Me alejé. Me fui. Renuncié. No sé qué verbo usar, pero desde la adolescencia, después del bar-mitzvah empecé a alejarme. Le dije a mi familia que yo ya no iba a ir a ningún evento judío, que renunciaba a ser un judío practicante. Mi madre lloró dos años. Mi abuelo no entendía: imagínate decirle eso a un sobreviviente del Holocausto. No fue sino hasta que entré a la literatura, hasta que empecé a escribir, que empecé a buscar mi camino de vuelta hacia estos dos grandes temas, pero a buscarlo a través de la escritura, a través de historias. No el judaísmo como práctica y no el país de Guatemala para vivir, sino el judaísmo y Guatemala de mi memoria, de mi infancia.

-Estoy hecho de eso, estoy hecho de eso. Estoy construido sobre esas dos grandes columnas que yo sentía, por alguna razón, que tenía que destruir para volver a construir.

-¿Y cómo te fue con eso?

-Te fuiste muy chico.

-Me fui a los diez años. Pero incluso antes de eso: ser judío en un país católico. Yo creo que los judíos argentinos no me pueden entender, porque son muchos. Yo no tenía amigos judíos, no había casi un posible noviazgo judío. Nada, nada. Todos mis amigos tenían casas católicas, celebraciones católicas, Primera Comunión.

-¿Y era importante la religión?

-Igual eran pocos.

-La otra charla importante es la que tenés con Samuel en Berlín.

-Él tiene sus motivos. Mucha gente estaría de acuerdo.

-¿Vos estabas realmente asustado?

-Un poco de eso se trataba, creo. De pensar qué hubieras hecho en ese lugar.

-Cómo es eso de vivir en Alemania? Finalmente...

-Yo estuve en Frankfurt, en Berlín, todo bien. Y el día en que me subí a un tren... me dio algo. ¿Vos, que pensás en la identidad, cómo te sentís?

-¿Y cómo vivís?

-¿Y por qué vivís ahí, otra vez como afuera?

-Es como una continuidad del desarraigo. Tu abuelo cayó en Guatemala de casualidad, se fueron a Miami, vos te vas a Alemania pero no a quedarte... y escribís sobre la identidad...

-¿Y se puede vivir sin patria?

-¿Y cómo es ser un extranjero permante?

*Eduardo Halfon terminará sus presentaciones en la Argentina este martes 6 con una conversación con Julián Gorodischer en el marco de la Maestría de Escritura Creativa de la UNTREF. Maipú 71. Actividad organizada por Fundación Medifé.

Eduardo Halfon Tenenbaum (Ciudad de Guatemala, 1971) es un escritor y profesor guatemalteco cuya obra explora temas de identidad, memoria y desplazamiento.

♦ Estudió Ingeniería Industrial en la Universidad Estatal de Carolina del Norte y posteriormente enseñó literatura en la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala durante ocho años.

♦ Ha publicado alrededor de veinte obras, incluyendo El boxeador polaco.

♦ Reconocido en 2007 como uno de los 39 mejores jóvenes escritores latinoamericanos por el Hay Festival de Bogotá.

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Fuente: telam

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