Sábado 3 de Mayo de 2025

Hoy es Sábado 3 de Mayo de 2025 y son las 15:59 ULTIMOS TITULOS:

03/05/2025

Amparo Viau, cuerpo, gesto y color con corazón de tiza

Fuente: telam

La artista, que presenta “El corazón de lo que existe” en galería Grasa, dialogó con Infobae Cultura sobre la muestra, su proceso creativo y el trabajo con modelo vivo. “Me interesa cómo miramos y cómo nos miran”, afirma

>En una primera aproximación rápida, las obras de grandes proporciones de Amparo Viau generan una sensación centelleante, una disputa de colores puros que se despliegan en una especie de retablo que, desde el fondo de la sala de la nueva sede de galeria Grasa, en Retiro, se va abriendo como en fuelles, en capas, como rayos.

La idea original, cuenta, era realizar “una obra muy grande de tipo 40 metros, pero tampoco tenía mucho sentido en relación al espacio. Y hablamos con Joaquín de lo teatral, lo escenográfico, de generar un diálogo desde la perspectiva de un gran paisaje”.

Sus dibujos engañan a los sentidos: planos en el espacio, sin volumen, se escalonan de manera vitraux, y a partir de su paleta diversa y saturada se genera una ilusión de diferentes escalas, profundidades. A la vez, Viau, logra que en sus obras los protagonistas centrales convivan con lo que sucede en el fondo, o el fondo sea en realidad lo que determina el movimiento de las figuras, creando microcosmos oníricos de belleza armónica.

Viau irrumpió en la escena hace unos pocos años, cuando en su debut en arteba se quedó con el Premio en Obra de la edición 2022, situación que le “cambió la vida en todo sentido”. “Durante miucho tiempo tuve trabajos randoms, con lo que apenas llegaba a pagar el alquiler y la comida. Pero en ese momento era la primera vez en mi vida que tenía un trabajo que amaba, en la productora La casa de al lado, donde tenía el privilegio de laburar con amigos en un espacio increíble, pero después de arteba explota todo, mis amigos me decían ‘volá de acá’, así que pude dedicarme a mi propia obra exclusivamente, fue un momento de muchos miedos también”.

La artista se despliega en papel fabriano de algodón con un virtuoso manejo de la tiza, elemento al que llegó casi por casualidad, pero que entiende que “estaba buscando un material como para inconscientemente emprender un viaje”.

En la muestra, en una sala contigua, presenta su primera escultura que recrea dos cuerpos en su estilo, realizadas con la técnica japonesa yakisugi, que consiste en quemar la madera para mejorar su durabilidad. Allí, casi a oscuras, se crea una atmósfera con elementos que sobrevuelan en el espacio.

“Hice un boceto en lápiz. Fue como un proceso totalmente distinto y también interesante porque de repente se me abre un mundo sobre las distintas maneras en las que una puede dibujar”, dijo.

En un recorrido junto a Infobae Cultura por El corazón de lo que existe, la artista reflexionó además sobre sus procesos, el uso del color y el tranajo con el modelo vivo, entre otros temas:

— No me interesa para nada la tibieza. El color viene como una instancia donde ya la obra está bastante avanzada porque es la parte que menos me cuesta y la que quizás más disfruto. Lo más complejo para mí es la componer las escenas, los cuerpos, de la figura humana que sale del modelo vivo, para generar una escena que cuente algo. Cuando empieza el color me genera bastante alivio, incluso como que es la parte medio de maquillaje, una instancia final que para mí es bastante más liviana y más alegre. Para mí es muy difícil pensar que un color queda mal, me parece algo imposible y siento que también hay como mucho miedo al color.

— En general. De hecho es una de las primeras preguntas que todos me hacen, yo entiendo que es un impacto también por el tamaño.

Que es otra característica tuya también.

¿Y por qué decís lo de tu casa? ¿Cómo era?

— La casa de mis viejos, en zona sur, era como una especie de escenografía. Y yo creo que viene muy de ahí. La casa es rosa, pero a la vez de casi todos los colores: un jardín con muchas plantas y muchos recovecos con objetos de distintos colores y materiales que conviven perfectamente, como con una cierta armonía. Por eso creo que lo tengo naturalizado y el color me encanta también.

— Creo que hay algo del vínculo con los materiales, que surge cuando uno se engancha con alguno o con una manera de hacer. Mientras te vas entendiendo vas llegando a algo en conjunto: hasta donde yo te puedo entender y hasta dónde vos me podés dar. Es algo que se arma de a dos. La tiza tiene un montón de cosas para mí muy buenas, como de un impacto de color muy interesante, de una textura muy sensible que no me lo da una pincelada de acrílico, que lo siento como más rígida.

— Voy directo. Sí me pasa que trato de hacer modelo vivo siempre que puedo, como manera de ejercicio y después hay cosas que me llevo, y otras que repito, en las que me interesa insistir. Como, por ejemplo, en relación a la línea y el gesto. Tengo pequeñas obsesiones que también se van modificando, en relación con las manos y a las torsiones o a las bocas, o a exagerar ciertas partes del cuerpo e incluso exagerar posiciones.

— No hay error o veo que después hay cosas que me gustan más que otras. Es todo one shot. Mi proceso tiene algo muy de resolver problemas todo el tiempo, porque si puse un celeste y queda muy apagado, y lo quiero levantar, lo acompaño, por ejemplo, con un rosa. Y también a algunas cosas hay que abrazarlas. La tiza, el papel y los colores son tan lindos que nunca quedan mal, después hay cosas que no hice y me hubiera gustado y las laburo a futuro. Como cualquier proceso, siempre es como un puente a otra cosa. Y la tiza me da una cosa muy de un resultado instantáneo, estás ahí, sintiendo como todo el tiempo y lo ves claro.

Para esta muestra, ingresaste por primera vez al mundo de la escultura, imagino que se te abre un mundo.

Con respecto a esto que me decías de las obsesiones con el cuerpo, ¿qué es lo que te convoca para trabajar sobre el tema?

¿Hace mucho que empezaste a trabajar con el modelo vivo?

Una experiencia muy disruptiva, que influyó mucho, por lo que decías.

También me pasó que cuando empecé a buscar lugares y salir al mundo y hacer modelo vivo como más en espacios, me parecía como una forma muy académica con la cual yo no estoy muy de acuerdo. Eso de medir y trazar círculos, cuadrados y todo esto. Como que dije “no, para mí se dibuja así”. No, no hay una línea recta en el cuerpo que sea recta, estoy segura de eso. Y bueno, entonces me re costó también encontrar espacios donde la situación del modelo vivo y el retrato sean acordes a como yo lo sentía. También hice un taller de modelo vivo con Además, tiene que ver mucho con lo que me interesa hablar a mí, la mirada, cómo somos mirados. Es algo que me pregunto un montón. Cómo miramos y cómo nos miran y cómo todo ese círculo que se arma. Cuando uno hace modelo vivo hay una responsabilidad frente a una persona que esté desnuda, es una situación muy de entrega, muy íntima.

— No es lo mismo, porque esto tiene un nivel de exposición que no tiene nada que ver con la intimidad del laburo de un taller. A mí me encanta mostrar todo, pero me agobia un poco y por momentos digo “esto no tiene nada que ver con lo que pasa dentro del taller”. Son cosas distintas, interesantes las dos.

*“El corazón de lo que existe”, de Amparo Viau, en galería Grasa, Suipacha 1067 1°B, CABA. De martes a sábados de 14 a 19 hs, cerrado los feriados. Entrada gratuita. Hasta el

Fuente: telam

Compartir

Comentarios

Aun no hay comentarios, sé el primero en escribir uno!