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02/05/2025

Cómo fue el papado de Benedicto XVI y cuánto duró

Fuente: telam

Joseph Ratzinger fue elegido en 2005 tras la muerte de Juan Pablo II y dejó el cargo en 2013, en una decisión sin precedentes en siglos y que transformó para siempre la figura del liderazgo en la Iglesia Católica

>En la historia reciente de la La decisión fue tan inesperada que ni siquiera sus colaboradores más cercanos la conocían. Con ella, se convirtió en el primer pontífice en renunciar de forma voluntaria en más de seis siglos. La última vez que había ocurrido algo similar fue con Gregorio XII, en 1415.

El pontificado de Benedicto XVI, que comenzó el 19 de abril de 2005, se extendió por casi ocho años. Fue el período posterior al largo reinado de Juan Pablo II y estuvo marcado por el intento de reforzar la identidad doctrinal de la Iglesia, por crisis institucionales internas y por una transición inédita: la convivencia entre un papa en funciones y un papa emérito.

Desde el inicio de su pontificado, Joseph Ratzinger buscó reafirmar el perfil conservador que lo había caracterizado como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Uno de los gestos más emblemáticos fue la eliminación de restricciones para la celebración de la misa en latín, dispuesta el 7 de julio de 2007, una medida celebrada por los sectores más tradicionalistas.

En medio de la crisis global por abusos sexuales dentro de la Iglesia, Benedicto XVI abordó el tema públicamente en varias oportunidades.

En julio de 2008, durante una visita a Australia, se reunió con víctimas de abuso clerical y, durante una misa, pidió perdón por su sufrimiento.

Otro episodio que marcó su papado fue el llamado escándalo Vatileaks, que estalló en 2012. Su mayordomo personal fue declarado culpable de haber sustraído y filtrado documentos privados del pontífice a la prensa, dejando al descubierto tensiones internas, luchas de poder y corrupción en la curia romana.

Durante su mandato, también firmó dos encíclicas importantes: Deus Caritas Est (“Dios es amor”, 2005) y Caritas in Veritate (“Caridad en la verdad”, 2009), en las que subrayó la necesidad de un orden económico que responda al bien común.

Benedicto XVI formalizó su renuncia el 11 de febrero de 2013, en una decisión que tomó por sorpresa al Vaticano y a la comunidad católica mundial.

Seewald explicó que Ratzinger no quiso generar “un escándalo en vida sobre las circunstancias más cercanas de su dimisión, que estaba justificada por su agotamiento”.

El impacto institucional fue considerable. Su decisión creó la figura contemporánea del “papa emérito”, un rol sin regulación precisa hasta ese momento.

Ratzinger optó por seguir vistiendo de blanco, permanecer en el Vaticano y conservar su nombre como pontífice. Durante años, esta situación provocó confusión simbólica, especialmente entre los sectores más conservadores, que lo consideraban un referente alternativo a su sucesor.

Dentro del Vaticano, Benedicto XVI es recordado como un intelectual riguroso, autor de una obra teológica influyente. El Papa Francisco lo describió como una persona noble y amable.

Durante su retiro, evitó declaraciones políticas y se mantuvo como figura simbólica, aunque su presencia prolongada generó incomodidad en algunos sectores eclesiásticos.

Sus decisiones, como la apertura litúrgica a la misa tridentina y la designación de obispos conservadores, consolidaron ese perfil.

El contraste con el funeral de Juan Pablo II en 2005 fue notorio. Tras la muerte de Benedicto, la Plaza de San Pedro no se colmó de fieles ni hubo señales de duelo multitudinario.

Fuente: telam

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