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30/04/2025

Recordaron a Mario Vargas Llosa: los gritos por su ateísmo, el día que lloró y cuando descubrió a su padre

Fuente: telam

Juan Cruz Ruiz, Jorge Fernández Díaz y Raúl Tola revisitaron contaron anécdotas que pintan al Nobel peruano. “Generosidad” fue la palabra en común

>Le explicaron que en Argentina era complicado decir “coger el toro por las astas”. Se quedó sin voz cuando ganó el Nobel de Literatura. Creía que su padre estaba muerto pero un día... Cosas como esas, y muchas más, se narraron este martes en uno de los actos que más expectativa suscitaba en la 49.ª edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos: era el homenaje a Mario Vargas Llosa, el último escritor del boom latinoamericano, que falleció a pocos días de la inauguración del evento literario más importante del país. La Feria del Libro de Buenos Aires más de una vez lo tuvo como protagonista, en presentaciones y hasta en controversias. Este martes, desde otro plano, volvió a ser el centro de la escena.

Allí estuvieron el periodista, editor y escritor español Juan Cruz Ruiz, el periodista y escritor argentino Jorge Fernández Díaz y el periodista y escritor peruano Raul Tola. Con entusiasmo y emoción se reunieron para darle uno más de los tantos adioses que está recibiendo el prolífico escritor.

Tras una breve y emotiva presentación a cargo del secretario de Cultura de la Fundación El Libro, Alejandro Vaccaro, en una sala llena, que desde una hora antes de iniciar el acto de homenaje albergaba a una audiencia expectante y ansiosa por celebrar al escritor, se dio inicio al evento.

Antes de cederles la palabra a los panelistas, indicó que habían convocado para que estén presentes en este acto a Patricia Vargas Llosa, esposa de Mario, y a Álvaro Vargas Llosa, su hijo, que están en Buenos Aires, con gran cantidad de actividades y todavía muy afectados por este reciente suceso, y que un rato antes del homenaje solicitaron que los dispensaran por no estar presentes.

“Luego, a los 17 años, ya con la vocación decidida y firme, evaluó si debía desarrollarse como escritor en Buenos Aires o en París: a Vargas Llosa, como a casi cualquier latinoamericano ilustrado de entonces, esos dos destinos le parecían parejamente míticos, prestigiosos y estimulantes. Eligió París, pero siempre mantuvo un ojo en ‘la ciudad junto al río de color león’”.

En París, Vargas Llosa cultivó una estrecha amistad con Julio Cortázar, quien lo introdujo en experiencias culturales inolvidables. Sin embargo, tuvieron diferencias políticas. Pese a ello, ambos mantuvieron un afecto mutuo y gran admiración artística hasta la muerte de Cortázar, a quien no dejaba de elogiar, cuenta Fernández Díaz.

Con Jorge Luis Borges, relata, su relación fue más tensa. Durante una visita a Buenos Aires, Vargas Llosa cuestionó las humildes condiciones en las que el autor vivía, iniciando un intercambio anecdótico que incluyó encuentros posteriores en Perú.

En otro plano, su relación con el ensayista Juan José Sebreli estuvo marcada por debates acalorados sobre literatura, como la relevancia de Rayuela de Cortázar, discusiones que resultaron en una amistad intelectual perdurable.

Aplauso, algunas carcajadas del público tras recordar un suceso entre Vargas Llosa y Borges, y encontes tomó la palabra Raúl Tola, quien además de ser periodista tiene a su cargo la cátedra Vargas Llosa –con la que la Fundación tiene firmado un convenio reciente al que van a dar vida en la próxima feria, según contó Vaccaro–.

Tola se reconoció “conmovido” tras a escuchar a Fernández Díaz. “Nos ha llevado de una manera hipnótica a través de la vida de Mario Vargas Llosa, porque me ha hecho recordar al Mario Vargas Llosa de verdad >Entrevistar a Vargas Llosa era un arte relativamente sencillo, dijo Tola, porque se afrontaba las entrevistas con temor, “por la dimensión del personaje”, pero una vez en la conversación, se descubría que ese personaje tan enorme, tan universal, era al mismo tiempo tan cercano, tan generoso, tan afectuoso y “que las entrevistas podían volverse incluso sencillas”.

Y hay un episodio muy divertido de Mario Vargas Llosa en Argentina, recuerda, que cree que está incluido en el artículo “Santa Evita o Los placeres de la necrofilia”, en el que Vargas Llosa cuenta que una frase que repitió sistemáticamente a lo largo de todo ese viaje por el país, para tratar de instar a los argentinos a que se enfrentaran a sus problemas, para era “hay que coger al toro por las astas”. “Una frase que dicha por un peruano es absolutamente inocua, pero que entiendo que aquí en Argentina puede sonar bastante procaz. Y dejó de decirla un día cuando después de unas conferencias, un señor muy mayor se le acercó y le dijo ‘Señor Vargas Llosa, me ha gustado mucho su conferencia, pero eso de coger al toro por las astas es por lo menos sangriento’”.

Toda esta saga de novelas “absolutamente extraordinarias”, dice, les permitieron tanto a Tola como al resto de los peruanos, conocer mejor a su país. “La idea de que en un país depauperado y que estaba siendo bombardeado, que sufría como sufría el Perú, se pudiera alcanzar la excelencia y ser exitoso. Y no solo eso, sino que se pudiera conseguir la excelencia y ser exitoso contando historias de ese país depauperado y que estaba siendo bombardeado. No hacía falta contar historias de Londres o de París para hacer gran literatura,la gran literatura podía ocurrir en Miraflores, distrito donde yo vivía, o en Barranco, al lugar a donde yo iba a veranear, y esa gran literatura estaba en las novelas de Vargas Llosa“. Con esto, explica, quiere decir que está convencido de que, como en su caso, en el caso de todos los escritores de su generación y ”probablemente todos los escritores >Incluso quienes ahora peor hablan de él, señala. “Porque él nos enseñó que con esa materia prima, que era nuestra condición de latinoamericanos, se podía hacer altísima literatura,literatura comparable a esos grandes clásicos Víctor Hugo, Flaubert, Faulkner, Hemingway y otros más que nosotros leímos justamente por el propio Vargas Llosa”.

Juan Cruz Ruiz, por su parte, en exclusiva para Infobae Cultura, antes del acto compartió que la relación con Mario Vargas Llosa se remonta al año 1972. “Al menos para mí, ha sido una enorme alegría conocerlo, y a lo largo del tiempo tengo muchas anécdotas y muchas historias, porque yo he sido su editor durante bastante tiempo en Alfaguara”.

Cruz Ruiz profundizará en varias oportunidades acerca del vínculo entre Vargas Llosa y su padre. No solo en las marcas de su obra, sino mucho más adelante en su vida. “Creo que El pez en el agua es el libro más importante de Mario Vargas Llosa, pues fue el que, de una manera u otra, lo fue acompañando a lo largo del tiempo para explicarse a sí mismo qué es lo que había pasado con el padre, por qué él se sintió tan atemorizado por ese hombre y qué significó ese hombre en su historia a lo largo del tiempo >Redobla esta idea para decir que en cada entrevista que le hizo le preguntó por ese libro, que, para Juan Cruz Ruiz, “es el libro más humano de los libros que ha escrito el boom”. En Estocolmo, cuando recibió el Premio Nobel de Literatura, lo encontró corriendo por el hotel en busca de un médico que le salvara la voz. “La sensación que yo tuve es que esa voz que había perdido y que le hizo recuperar luego un médico, era una lesión mayor de su alma, como si de pronto un episodio terrible, que era el recuerdo de su padre, hubiera entrado en ese episodio que tenía que ser feliz . Ese día, luego, recuperada la voz, él lloró”.

Mario Vargas Llosa, cuenta también su editor y amigo, que ha tenido campañas muy potentes en su contra, escribió de muchos escritores, no solo del pasado, sino también de su presente. “Fue, por ejemplo, y a mí esto me importa mucho resaltarlo el que escribió el mejor libro de quien, con él es el mejor escritor de su generación, Gabriel García Márquez. El libro Historia de un deicidio, que se ha puesto en circulación hace unos años otra vez, explica perfectamente la generosidad literaria y la capacidad para entender la literatura de otros >El periodista y escritor español confiesa que se ha negado reiteradamente, aunque como periodista no ha tenido otro remedio que subrayarlo como pregunta cada vez que era precisa, a saber por qué ocurrió su pelea con el autor de Cien años de soledad. “Siempre me he negado a saber detalles de ese hecho, porque yo prefiero leer Historia de un deicidio y leer a lo largo del tiempo todo lo mucho que él escribió acerca del autor de Cien años de soledad, libro que para Vargas Llosa siempre fue un 10.

Juan Cruz Ruiz lo define como autor como “admirable con subrayado”. “Generalmente los escritores tienen una tendencia a considerar, una vez que han llegado a la cúpula, que ya tienen derecho a no ser tocados, a no ser tachados, a no ser, digamos, marcados por la el lápiz rojo del editor profesional. Mario jamás tuvo un gesto de ese tipo >La última vez que lo vio en Madrid, ya Mario Vargas Llosa estaba muy delicado de salud. En una de las últimas ocasiones le explicó que estaba tratando de escribir un nuevo libro, que sería su último libro, que tenía un carácter simbólico y extraordinario, porque sería un libro sobre Jean-Paul Sartre, su primer maestro. ¿Acaso su primera obsesión literaria? se pregunta Cruz Ruiz.

Fuente: telam

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