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27/04/2025

“Esta vez es diferente”: el economista Ariel Coremberg advierte qué reformas hacen falta tras el fin del cepo

Fuente: telam

"A mediano plazo, el acceso al crédito externo voluntario habilitaría la posibilidad de volver a ser un país normal, donde se pueda hacer rollover de los vencimientos de capital y pagar los intereses con superávit fiscal"

>En una nueva economía, intenta avanzar el Gobierno de La estrategia incluye un nuevo acuerdo de crédito con el FMI, destinado a recapitalizar al ente monetario, que permitió terminar con casi seis años de cepo cambiario y restricciones al movimiento de capitales al exterior, y habilitó un régimen de flotación, con amplia brecha entre compra y venta, sin intervención oficial en ese margen.

Con ese cuadro, Infobae entrevistó a Ariel Coremberg, director del Centro de Estudios de la Productividad (CEP), y profesor en UBA, Udesa y Ucema, para conocer su visión sobre la coyuntura y las perspectivas para lo que resta del año.

— Positiva. No hubo una disrupción cambiaria como se esperaba. El desafío luego de la etapas iniciales de la estabilización y una vez que se acceda al mercado voluntario de deuda, es que el tipo de cambio deje de ser leading indicator de expectativas de inflación futura.

Por lo general, Argentina tiene miedo a flotar, en la jerga “fear to floating”, dado que el pass-through a precios se volvió automático luego de dos décadas de inflación y aprendizaje social para adaptarse a un régimen de alta suba de los precios que desembocó en la hiperinflación de 2023.

El desafío que tiene el Gobierno, luego de haber usado dos anclas -cambiaria y fiscal- en la primera etapa de estabilización, es que, con este nuevo sistema de bandas cambiarias, logre convencer no solo a los inversores internacionales sino también al ahorrista argentino de que — ¿Echa por tierra que el tipo de cambio estaba atrasado, como se desprende del Índice de Tipo de Cambio Real Multilateral?

Los exportadores pueden evaluar que el tipo de cambio está atrasado y retener la liquidación de divisas, y asimismo adelantarse las importaciones en expectativa de que hay una apreciación cambiaria insostenible pero asimismo el sector servicios y los trabajadores formales e informales no desean que les licuen los ingresos y el salario por una devaluación abrupta, es decir que no es sostenible socialmente un tipo de cambio real alto, porque saben que sePárrafo aparte Argentina solo tuvo tipo de cambio real alto durante las hiperinflaciones y nunca se debería tomarse como parámetro de comparación un desequilibrio insostenible como ese, que empujó a la sociedad a una demanda contundente por estabilizar.

Pero singularmente -y mucho más importante-, todas las estabilizaciones exitosas en términos de evitar que el país vuelva a caer en alta inflación fueron aquellas que implementaron un cambio de régimen al estilo Sargent.

La discusión en todo caso debería ser: ¿la velocidad con que se apreció el peso era compatible con la productividad argentina presente?: Taxativamente, no. Nuestra estimación de la productividad laboral era que, en 2023, era apenas equivalente a la de 1974 y la productividad total de los factores por debajo de 1950.

Argentina, desde el 4 de junio de 1943, eliminó completamente el incentivo competitivo. Los gráficos de productividad demuestran que el país quedó estancado en la coyuntura de inicios de la Segunda Guerra Mundial, sin adaptarse a los cambios geopolíticos y a los nuevos patrones de comercio.

Taxativamente, sí. Porque solo con orden fiscal y estabilidad se pueden materializar las potencialidades productivas que, sin dudas, tiene el país. Por lo tanto, no serían necesarias devaluaciones abruptas para compensar la ineficiencia del sector público y de parte del sector productivo.

— ¿Cuáles son los principales riesgos macroeconómicos que enfrenta el nuevo esquema cambiario tras el levantamiento de las restricciones?

Ese nudo se desata en el Congreso. Seamos realistas: el país está configurado de tal manera que hay una serie de provincias feudales que viven de la recaudación impositiva aportada por el núcleo productivo. Sin embargo, las economías regionales tienen muchas potencialidades que sin embargo están aplastadas por una serie de impuestos, tasas y gabelas corporativas difícil de eliminar por el bloqueo corporativo.

Luego se viene esa batalla de las privatizaciones, reforma laboral y previsional. Una primera escaramuza fue la resistencia que le aplicaron los senadores y diputados de los gobiernos feudales en el Congreso, gran parte electos por listas sábana con levantamos sin criterio propio y a punta del soborno del lobby corporativo.

— Que el pass-trough a precios de las fluctuaciones al alza del tipo de cambio sea muy moderado. Ahí se habrá demostrado, que el sector privado productivo se convenció que hay un cambio de régimen a la Sargent, y se moderará el pass through a precios de fluctuaciones del tipo de cambio.

— A corto plazo, en la medida que — ¿Es bueno para la economía en su conjunto que vuelva el “carry trade”?

Aunque juzgo que debería ser superior a la fecha de las elecciones, ello permite, en principio, evitar la entrada de capitales especulativos y reduciría una fuente de volatilidad y apreciación cambiaria, típica de países con estabilización reciente como recomienda Ronald Ian McKinnon (1974).

— Es que el tipo de cambio real es una variable endógena. Bajo un esquema de tipo de cambio fijo, incluso el soberano no puede determinar el nivel real del tipo de cambio real, porque los precios los determina el mercado. Si haces control de precios con enforcement -no la payasada inefectiva de Guillermo Moreno- vas a generar escasez y mercados negros de mercadería con precios muy superiores al oficial.

Con tipo de cambio fijo o flotante, el dilema argentino es crecer con competitividad y eficiencia. El proteccionismo irreversible inaugurado en los 40 está vigente en el presente y eliminó completamente el incentivo competitivo. Con excepciones, “la industria está aún naciendo en un período de gestación que lleva 79 años, en lugar de nueve meses”.

— Reformas estructurales e impositiva que institucionalicen la generación de equilibrio fiscal intertemporal. Restablecer el incentivo competitivo en la economía argentina. Y si algún sector recibe protección sea a cambio de metas de exportación y generación de empleo verificables. Con un estado ineficiente y cooptado por los lobbies, por ahora es imposible.

— ¿Qué fortalezas y debilidades tiene el acuerdo que el equipo económico hizo con el FMI para que le aprobara un préstamo por USD 20.000 millones con alto desembolso inicial?

Dada la historia argentina, pero principalmente la destrucción de las estadísticas públicas en el pasado y la reciente hiperinflación de 2023, el país ha perdido toda credibilidad. El Gobierno se encontró con el sistema bancario a punto de quebrar, el sistema previsional ya quebrado, un Estado Inoperante, aun para dar subsidios a los vulnerables (recordar que no se pudo organizar una cola para el cobro de jubilaciones en la pandemia) y el mercado de trabajo sin capacidad de generar empleo registrado.

Para ser sintéticos y contundentes: Uruguay tiene riesgo país por debajo del de Argentina nosotros por dos causas: no manipuló estadísticas en el pasado y su nuevo presidente del Frente Amplio dijo contundentemente que va a ser más ortodoxo fiscalmente que Luis Lacalle Pou, su predecesor más promercado que él. El Frente Amplio sabe que la inflación destruye el bolsillo de los trabajadores, su base electoral.

A largo plazo, es decir de acá a ocho años, es necesario que el equilibrio fiscal se institucionalice, así como también las reformas estructurales, y que sean parte de un futuro gobierno no libertario. La voluntad férrea del Presidente para lograr el orden fiscal no es compartida con sinceridad por la oposición no kirchnerista que aún no aparece, ni por los grupos corporativos que no ceden sus prebendas.

— ¿El acuerdo despeja el horizonte financiero o solo gana tiempo hasta que mejoren los flujos genuinos de divisas?

Que Argentina tenga que pagar en efectivo los vencimientos de deuda exige un ajuste brutal sobre la sociedad argentina, que se dio en los últimos 20 años mediante la licuación de salarios y ahorros vía alta inflación. Depredando (robo legal) las reservas del Banco Central que son de todos los argentinos ahorristas para pagar deuda u otros fines. Dejándonos permanentemente al borde del default con el FMI. Nunca más.

— ¿Las expectativas de altas tasas reales de interés comprometen el objetivo de desinflación que proyecta el Gobierno?

— ¿Qué rol juegan las tarifas y los precios regulados en el proceso de desinflación?

En el caso de la energía eléctrica, las tarifas han pasado de cubrir el 22% del costo en enero de 2024 al 84% en febrero de 2025. En el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), los usuarios cubren aproximadamente el 60% del costo de transporte público y gas natural, 53% de los costos. Por lo cual se reduce en forma muy importante el peso de los subsidios en el presupuesto público.

— ¿Es posible estabilizar la inflación sin una coordinación explícita entre política de ingresos y política monetaria?

Donde sí hubo una descoordinación muy grande fue en el intento de estabilización de la gestión Macri cuando el ministro de Energía Juan José Aranguren anunció un tarifazo casi al mismo tiempo que el ministro de Economía Alfonso Prat Gay anunciaba política de metas de inflación, sobreimpuestas al Banco Central, en el momento que el Indec recién salía de la intervención, estaba en periodo “especial” de blackout y no había aun IPC. Eso si es descoordinación!

Otro elemento importante de coordinación, sino el fundamental, es que por primera vez tenemos un Ministro de economía que tiene en sus manos las decisiones de gasto y financiamiento, y está empoderado por el Presidente. Esta situación que no se veía desde la gestión de Domingo Cavallo durante la primera presidencia de Carlos Menem.

— Los precios se determinan por oferta y demanda. Durante el régimen de alta inflación, los comercios, bancos y empresas reducían los plazos de financiamiento para evitar el impacto de la incertidumbre inflacionaria sobre sus precios relativos, al tiempo que aumentaban los márgenes preventivamente para evitar pérdidas por variaciones inesperadas en los costos de reposición esperados.

Si el pass-through a precios de fluctuaciones del tipo de cambio dentro de las bandas cambiarias es reducido, se habría eliminado rápidamente la “hysteresis” (persistencia) de la “dolarización de precios”, típico behavioural argento del periodo de inflación crónica kirchnerista.

Y yo agrego que la alta inflación es un síntoma de la crisis de finanzas públicas donde el Gobierno pierde su crédito y su capacidad de cobrar impuestos legislados, y, si no es suficiente el enforcement, la represión financiera (cepo), consecuencias del bloqueo corporativo y la anomia institucional.

— Durante marzo hubo remarcaciones preventivas para evitar pérdidas o generar ganancias por revaluaciones originadas en expectativas de devaluación abrupta y por la incertidumbre de cambio en el régimen cambiario por imprudencia comunicacional del Fondo y del gobierno, cuestión que se reflejó en el IPC del 3,7 por ciento.

Pero los fundamentals son sólidos, por lo cual hay grandes posibilidades de que los traslados a precios de fluctuaciones de tipo de cambio a precios sean moderados y se circunscriben a transables. Es decir, una tendencia más lenta en la convergencia a un régimen de inflación de un dígito anual que el Gobierno prevé para el año que viene como consecuencia de la flotación acotada del tipo de cambio, pero con el beneficio de facilitar la acumulación de reservas del Banco Central.

— El No obstante, a largo plazo, las fuentes del crecimiento económico argentino deberían ser la inversión y las exportaciones basadas en ganancias de productividad. Ello permitiría generar empleos formales e incrementar sosteniblemente los salario reales.

— En este caso hay que razonar por sectores. El RIGI y el fin del cepo facilitan la IED en sectores transables, especialmente energía y minería. Pero queda pendiente las privatizaciones y terminar de definir el esquema regulatorio “permanente” de las concesiones de servicios públicos, regularizando los Entes Reguladores y de paso también los Tribunales de Defensa de la Competencia (pendiente desde su creación en 1980). Así como también el esquema de inversiones en infraestructura.

Por último, para que el riesgo país baje a los niveles de Uruguay, recordar que aun en lo mejor de Macri éramos el doble que nuestro socios de Mercosur, y no volver a recurrir al FMI para reconstituir reservas o ser salvados por el Tesoro de EEUU (positivo) de una crisis de balance de pagos, y se invierta en Argentina con un horizonte de 30 años, sin subsidios, dirigismo, prebendas y leyes especiales se necesita dos cosas fundamentales:

    Sino el riesgo de que se reviertan la estabilización durante un próximo gobierno no libertario dentro de 7 años, asumiendo un gobierno populista, seguirá latente y seguiremos con un riesgo país más bajo pero superior al del resto de América Latina.

    Fuente: telam

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