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27/04/2025

Estrella de Diego: “Ir al museo se ha convertido en una especie de acto subversivo”

Fuente: telam

La destacada ensayista, catedrática y curadora española dialogó con Infobae Cultura sobre la importancia de encontrar “rendijas en el sistema” cultural, su mirada sobre el arte contemporáneo, los cambios en los últimos 30 años y el rol de los museos, entre otros temas

>“Buenos Aires es una ciudad a la cual llevo viniendo 30 años”, dijo la española Estrella de Diego, una de las figuras más influyentes en el ámbito de la investigación artística y cultural como ensayista, catedrática y curadora, y que tuvo en su última visita un motivo especial, ya que recibió el Doctorado Honoris Causa de la UNTREF y ofreció una conferencia magistral.

Su más reciente libro El Prado inadvertido (2023), se suma a una extensa lista de publicaciones como La mujer y la pintura en la España del siglo XIX, su tesis doctoral publicada en 1987, El andrógino sexuado. Eternos ideales, nuevas estrategias de género (1992), Tristísimo Warhol (1995), Travesías por la incertidumbre (2005), No soy yo (2011), Rincones de postales (2014) o la ficción El filósofo y otros relatos sin personajes (2000), en los que ha explorado temas como la pintura, el género y la modernidad.

Además de su labor como escritora, fue galardonada con importantes reconocimientos, como la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, y en el ámbito del periodismo cultural, como colaboradora del diario El País, y con el XI Premio Periodístico sobre la Lectura de la Fundación Sánchez Ruipérez.

¿Cómo observas a la escena artística de Buenos Aires en estos 30 años?

— Creo que ha cambiado muchísimo. Sigue manteniendo algo que a mí me fascina, que vaya mal o vaya bien, es siempre una escena que se reescribe, se re relata. Si van bien las cosas, fenomenal, pero también si van fatal. La escena de Buenos Aires, no solo artística, sino cultural en general, se reescribe constantemente. Y ahora, que creo que nos va a ir a todos bastante mal, pues me parece que tenemos que tomar ese camino de Buenos Aires.

Decías que Buenos Aires podía ser un ejemplo por las cosas que se van a venir negativas. ¿Podrías profundizar un poco más en ese concepto?

— Bueno, creo que es un feeling que todos tenemos, ¿no? Creo que estamos delante de un cambio radical de paradigma en el mundo entero, pues no sabemos lo que va a pasar, y creo que durante unos años las cosas van a ir mal. Habrá que renegociar, readaptarse, etcétera, y ahí vamos a tener que mirar todos al ejemplo de la Argentina que siempre hace un Tetris. Y ahí está otra vez el mundo artístico, al menos lo que yo conozco más.

Esta irrupción de gobiernos de derecha, con crisis económicas, generalmente recortan primero en la Cultura. ¿Cuál es tu mirada de lo que está sucediendo con eso?

Hablás de crear estos estos huecos en el sistema, que es muy de nuestra cultura, en los espacios alternativos, pero al mismo tiempo me pregunto, ¿cuál es el rol que van a tener los museos en ese panorama? Porque los museos son institucionales, más allá de que puedan encontrar una brecha y proponer cierta cuestión sobre lo contemporáneo en una muestra.

A lo mejor es que el museo no es tampoco una cosa que está ahí para la visita masiva, sino que el museo también sufre su transformación y también puede ser un espacio de conflicto en el buen sentido de la palabra, de discusión, de reflexión. Los museos también tienen una misión y es preservar la historia. Y yo creo que eso es importante, porque lo que hoy es alternativo, algún día estará en un museo. Entonces creo que los museos son un continuum con lo alternativo.

Yo pienso, por ejemplo, que el Prado no cambia su colección, entre otras cosas, porque cuando va la gente y no se encuentra lo que quería ver también es muy frustrante y eso también creo que es un acto político, no fastidiar al visitante, que vea lo que espera ver. Sin embargo, hacen recorridos de género, de botánica, hay un recorrido de cosmología, o sea, van cambiando recorridos. No tenemos mujeres artistas, eso no lo podemos cambiar, pero sí tenemos mecenas y entonces hay un recorrido por las mecenas del Prado. Creo que los museos, hasta algo tan superclásico como es el Prado, busca sus fracturas, busca sus lugares, busca sus lugares alternativos, con lo cual a mí me gusta ver todo como un continuum de lo alternativo. Cuando venga la turbulencia no solamente tendremos que proteger lo alternativo, sino también la estructura misma del museo.

Entonces, en ese sentido, por lo que decís, ¿crees que las agendas son importantes en la construcción de los relatos del arte? Pienso en la última — Bueno, eso es otra historia, que es muy complicada, porque hay veces que también parece que ese mundo del arte se mueve... No quiero usar la palabra “moda” porque es muy peyorativa, pero se mueve. Y eso también tiene un peligro, porque es que hay veces que, por ejemplo, mostrar cosas que están pasando con la Amazonía podrían ser maniobras neocoloniales. Es una pregunta que yo me hago a mí misma si realmente tenemos derecho a llegar allí y sacar a esas personas de su entorno y mostrarlas en un entorno que no es suyo, sino en el mundo del arte mainstream. Y es una paradoja, porque si no se visibiliza no existen, pero cuando se visibilizan para mí es fácil caer en una maniobra neocolonial. Yo, un caso que conozco bien, que es Don Abel Rodríguez, un artista colombiano que era un contador de plantas en su cultura y entonces cuando él se va a Bogotá empieza a pintar de memoria la selva, nombra a las plantas dibujándolas, hace traducciones imposibles culturalmente. Tiene una serie que está en la colección del Banco de la República maravillosa y bueno, pues entonces le empiezan a ver del Museo de Los Ángeles, le empiezan a ver de no sé qué y tal. ¿Y entonces qué es lo que pasó con él? Que de repente dejó de hacer lo que hacía, hizo quizás una producción más masiva. Ahora quien está ahí es su hijo en la Amazonía. Entonces ahí tengo grandes problemas, que es la agenda a la cual tú antes te estabas refiriendo.

Ingresa el core del capitalismo para construir...

En la — Europea u occidental, porque yo creo que tu mirada en Buenos Aires es exactamente igual que la mía respecto a los pueblos originarios de no sé dónde. No es una crítica, es una pregunta genuina, es una preocupación. Me acuerdo que hace muchísimos años tenía ocasión de estudiar el arte que entonces se llamaba “aborigen australiano”, luego se hizo una exposición en Madrid e hicieron una especie de ceremonia. Entonces, claro, hay determinados grupos donde cierta pintura es tabú. ¿Entonces, claro, cómo hacer? O sea, ¿cómo resolver ese problema del tabú? O no se pinta o se pinta y se cubre. Porque claro, no todo el mundo puede ver eso. Hicieron una ceremonia y alguien me preguntó “¿qué te ha parecido?. Dije “mira, si esta ceremonia es una puesta en escena, nos están engañando a nosotros. Y si es verdad, les estamos engañando nosotros”. No lo estoy diciendo como una crítica, sino más bien como una reflexión que a mí me preocupa muchísimo y sobre la cual no he escrito porque no tengo aún una respuesta.

Como que hay situaciones que en un punto no pueden ser traducibles. Y justamente, tu eres una curadora además de académica, uno de tus labores es presentar una especie de intermediación, de traducción. Ya alejándonos de las cuestiones étnicas, ¿crees que en el arte contemporáneo hay algo que tampoco es traducible? Digo, como público hemos sido educados en una mirada del arte que tiene que ver con lo figurativo, con la pintura, con el Renacimiento, con Berni, etc, con un montón de artistas, y en un punto se realiza una fractura hacia lo que llamamos contemporáneo que, justamente, parece inaccesible para el público que habita en su tiempo, que no pueda relacionarse. ¿Cómo ves esa situación?

Para resumir. Por una parte, hay veces que es muy autorreferencial y eso es un problema. Y otra es que el público no se quita ese prejuicio de lo contemporáno, que es a fin de cuentas lo mismo que ver una pintura en el Museo de Bellas Artes, que simplemente cuenta la historia de una forma que parece estar más cerca de nuestra sensibilidad.

— Qué difícil la pregunta. Yo creo que lo que ha ido sucediendo, primero, ha sido una cierta desmaterialización, pero como antes estaba diciendo todo es como un eterno retorno. Se va la pintura, vuelve, la pintura se desmaterializa, se materializa. Ahora, de repente, pero no por moda, creo que por preguntas genuinas, aunque también hay una lógica capitalista, hay que ser nuevo, nuevo, nuevo.

¿Y dentro del mercado del arte?, porque entiendo que hubo cambios desde los 90 para acá muy drásticos que van justamente un poco en la contraria de este concepto que decías recién. En que se ha generado una construcción de que el arte es un espacio para millonarios, una fiesta privada, donde algunos están invitados y otros no.

¿Qué se puede hacer para que el público ejercite más la mirada para relacionarse con parte de lo contemporáneo?

El Museo del Prado, naturalmente a través de una subvención privada, tiene dos horas de gratuidad. Alguien le paga el museo una vez al mes y abre muchas de sus salas hasta las 23:00. Y es impresionante. El Prado lleva un conteo bastante cuidadoso de quiénes entran, quiénes salen, cuándo salen, etcétera. Entonces, por ejemplo, hay muchas familias de gente inmigrante y de gente joven a los que se les convierte un plan ir al museo por la noche. Yo no lo había pensado, pero no se trata solo sobre lo gratuito, es que hay gente que no puede salir a las seis de trabajar en una ciudad como Madrid, donde los comercios y muchos lugares cierran a las ocho y llegar con una hora de camino al Prado. O sea, no pueden físicamente. Entonces, claro, es impresionante porque muchas de estas familias era la primera vez que iban al museo y están repitiendo, volviendo cuando el museo está abierto a unas horas que pueden ir. También creo que hay que buscar modos de llegar a las personas que no van a ir al Prado, que lo ven como algo más tradicional, y sí van a ir a los lugares alternativos.

Es como la Noche de los Museos de aquí, pero sólo se hace una vez al año.

Me gustaría saber cómo nació tu relación con el arte, ¿tenés algún momento que sea como iniciático?

La última, un poco teniendo un poco esta experiencia personal de ir al museo, ¿cuál es el la función del arte hoy?

Tomando el principio de esta conversación en la que hablábamos de los tiempos oscuros que se vienen y esta última respuesta, vamos a necesitar mucho arte, mucho consuelo.

Fuente: telam

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