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27/04/2025

En Roma el poder rindió tributo a la autoridad: gran reconocimiento de líderes al papa Francisco en su multitudinario funeral

Fuente: telam

Tras el incesante desfile de tres días por la Basílica, una inimaginable multitud de personas se dieron cita para despedir al pontífice argentino en una ceremonia que representó la universalidad de su mensaje. El impactante tête à tête de Trump y Zelenski. Y en Buenos Aires la postal plural que no se le ofreció en vida

>El que fue y será llamado por muchos “Papa de los pobres”, de los últimos, de los descartados del sistema, reunió en su despedida final a los principales líderes mundiales que, en muestra de reconocimiento y respeto, fueron a darle el último adiós en persona.

Además de las decenas de miles de fieles, hubo en la plaza de San Pedro una numerosa concurrencia de jefes de Estado y de Gobierno y de otros referentes mundiales en un postrer reconocimiento al líder espiritual del mundo occidental y cristiano que acaba de fallecer y que en vida transmitió su mensaje verdaderamente “urbi et orbis”.

La autoridad de un líder espiritual como el Sumo Pontífice es una categoría de orden moral; no dispone de resortes físicos para ejercer presión sobre las fuerzas temporales. Y sin embargo, de pronto, puede manifestarse con enorme potencia cuando es reconocida. Está allí, como la reserva a la cual apelar, como la autoridad a la que remitirse, como una instancia superior en lo ético moral.

Pero hay esperanza porque una Europa cada vez más descreída dijo presente casi en su totalidad, tal vez en una admisión algo tardía de que el alejamiento de sus raíces espirituales la priva de una de sus fortalezas, de uno de sus cimientos de unidad y de uno de los mejores escudos contra los desafíos y riesgos geopolíticos y sobre todo culturales a los que se ve confrontada.

Ni Trump ni Zelenski son de confesión católica -de origen protestante uno, judío el otro- y este hecho subraya aún más la potencia de la autoridad espiritual de un Papa que traspasa fronteras y no sólo geográficas.

La presencia de tantos dirigentes en la ceremonia del adiós a Francisco así lo atestigua.

A propósito de la presencia del presidente de los Estados Unidos en la misa fúnebre del Papa, muchos observadores y analistas destacaron el hecho de que Trump y Francisco tuvieron más diferencias que coincidencias sin ver que en todo caso ello hace sobresalir aun más el gesto del primer mandatario estadounidense que no vaciló en anunciar que iría al funeral apenas conocida la noticia del fallecimiento de Jorge Bergoglio, y que de este modo le dedicó al jefe de la Iglesia Católica el primer desplazamiento internacional de su mandato.

El destino -o la Providencia- quiso además que el último político que el papa Francisco recibió haya sido el vicepresidente J.D.Vance, a quien el pontífice no dejó de transmitir sus objeciones por la política hacia los inmigrantes, pero no por ello Trump se exceptuó de honrarlo, haciéndose portavoz de la fe del pueblo americano (y también de buena parte del episcopado de su país sin cuyos votos Francisco no habría sido Papa).

De todos modos quienes destacan las diferencias entre ambos líderes, olvidan que Trump ha asumido sin ambages algunos aspectos centrales de la agenda papal: la defensa de la vida desde la concepción y el combate a una ideología que pretende imponer una nueva antropología como lo advirtió la propia Santa Sede bajo la conducción de Francisco.

Como lo recordó Giovanni Batista Re, el decano del Colegio Cardenalicio que presidió la misa fúnebre del Papa, “la decisión (de Bergoglio) de tomar el nombre de Francisco apareció inmediatamente como la elección de un programa y de un estilo sobre los cuales quería asentar su pontificado”, siguiendo el espíritu del Santo de Asís.

Con su estilo particular, espontáneo, sencillo y directo de comunicar el mensaje evangélico, Francisco convirtió a la Santa Sede en una capilla cercana para los fieles del mundo entero y para todos los hombres de buena voluntad, porque sabemos que fue apreciado por muchos más allá de los confines de la Iglesia. Una tendencia a volcarse a la búsqueda de las ovejas descarriadas que no siempre fue comprendida por todos. Como en la parábola del hijo pródigo, el hermano que no cometió errores sintió celos de la atención que se le daba al recuperado.

Todo esto fue inspirado, dijo, por su convicción de que “la Iglesia es una casa para todos, cuyas puertas están siempre abiertas”.

Como lo subrayó también Re, misericordia y fraternidad fueron dos ejes esenciales de su prédica. “El papa Francisco siempre puso en el centro del Evangelio la misericordia, subrayando en muchas ocasiones que Dios no se cansa de perdonar”.

El mismo reconocimiento plural de plaza San Pedro se replicó unas horas después en Buenos Aires, componiendo una imagen de convivencia respetuosa que no pudo darse en vida del papa Francisco.

García Cuerva enumeró todos los demonios contra los cuales el Papa batalló: el demonio de la guerra, el de la exclusión, el de la fragmentación y el desencuentro.

Y exhortó: “Hoy quisiera que volvamos allí nuestra mirada e imaginemos el abrazo que nos debemos como argentinos, el abrazo que negamos al que piensa distinto, o al que tiene otras costumbres u otro modo de vivir, el abrazo que no compartimos con los que sufren”.

Ningún argentino de bien debería por lo tanto eludir el legado de este compatriota que le dimos al mundo como jefe espiritual de buena parte de la humanidad. Y cada uno deberá ponerse al hombro la parte de cruz que le toque.

Porque, como recordó con voz quebrada por la emoción este hijo de Bergoglio que es el arzobispo de Buenos Aires, “las últimas palabras del Papa en su testamento, conocido el lunes pasado, son: ‘El sufrimiento que se ha hecho presente en la última parte de mi vida lo ofrecí al Señor por la paz en el mundo y por la fraternidad entre los pueblos’”.

Fuente: telam

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