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25/04/2025

Cómo se elige a un nuevo Papa del Vaticano

Fuente: telam

Tras la muerte de Francisco, comienza uno de los rituales más estrictos, herméticos y cargados de simbolismo que sobreviven en la cúspide del poder eclesiástico

>Cuando la Esta reunión de cardenales en la Capilla Sixtina, que se celebra bajo estrictas reglas de aislamiento y secreto, tiene como propósito elegir al nuevo sucesor de San Pedro.

En esta ocasión, tras el fallecimiento del Papa Francisco, se inicia un proceso marcado por tradiciones que datan del siglo XIII y normativas modernizadas para adaptarse a los tiempos actuales.

Según las normas establecidas por el derecho canónico y la tradición eclesiástica, no es estrictamente necesario que el nuevo Papa sea un cardenal ni siquiera un obispo.

Para ser elegido Sumo Pontífice, la única condición indispensable es ser un varón bautizado dentro de la Iglesia católica y tener al menos 60 años.

El decreto de 1059, promulgado por el papa Nicolás II, articuló el proceso de elección papal y estableció el papel exclusivo de los cardenales obispos como electores, disminuyendo la influencia de la aristocracia romana y del bajo clero en el procedimiento.

Posteriormente, se formalizó que los cardenales serían los electores del Papa, estructura que se consolidó con la creación formal del Colegio Cardenalicio en 1150.

Tienen derecho a votar todos los cardenales menores de 80 años en el momento en que la sede apostólica queda vacante. En el caso actual, de los 252 cardenales existentes, 138 son electores habilitados.

De los 138 cardenales electores actuales, 108 fueron nombrados por el Papa Francisco, lo que representa el 80% del total.

Luego se cierra la puerta con el ritual del “Extra omnes” (“todos fuera”) para asegurar la clausura. Cada cardenal hace un juramento sobre los Evangelios, prometiendo mantener el secreto del proceso electoral.

Durante el escrutinio, cada cardenal escribe en una papeleta el nombre de su candidato, la dobla, y, al depositarla en la urna, declara: “Pongo por testigo a Cristo Señor, que me juzgará, que doy mi voto al que, según Dios, considero que tiene que ser elegido”.

Si el humo que emana de la chimenea es negro, significa que no hay acuerdo; si es blanco, señala la elección de un nuevo Papa. Para facilitar la identificación del color, desde 2005 se utilizan productos químicos específicos que garantizan la nitidez de las fumatas.

La elección requiere una mayoría calificada de dos tercios de los votos emitidos.

En caso de que no se logre un acuerdo en las primeras votaciones, el procedimiento contempla mecanismos para evitar el estancamiento prolongado.

Este ciclo de cuatro días de votación seguido de una pausa se puede repetir hasta siete veces. Si, tras todas estas rondas, sigue sin alcanzarse una elección, los cardenales pueden optar por flexibilizar los criterios: pueden decidir, mediante voto, que el Papa sea elegido por mayoría simple en lugar de los dos tercios originalmente requeridos.

Desde el siglo XX, los cónclaves rara vez se han extendido más allá de una semana. La elección de Francisco en 2013, por ejemplo, se resolvió en menos de 48 horas, tras cinco votaciones.

La población de Viterbo, desesperada, encerró a los cardenales, les quitó el techo y racionó sus suministros para forzar una decisión.

En la actualidad, aunque el reglamento prevé mecanismos para destrabar situaciones de bloqueo, el aislamiento y el juramento de secreto buscan mantener la seriedad y la espiritualidad del proceso, confiando en que el discernimiento divino guíe la elección.

Fuente: telam

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