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20/04/2025

Ucrania entierra a civiles asesinados por misiles rusos en lugar de celebrar la Pascua: “Ellos no quieren una tregua, su objetivo es destruirnos”

Fuente: telam

Los habitantes de la ciudad de Sumy sufrieron el pasado Domingo de Ramos el más mortífero bombardeo ruso en los más de tres años de guerra, en el que murieron 35 personas -incluidos dos menores de edad- y otras 125 resultaron heridas

>La Semana Santa en Ucrania comenzó con un ataque con misiles rusos sobre la ciudad de Sumy, que cobró la vida de 35 personas, incluidos dos menores de edad. Otras 125 personas resultaron heridas. El ataque con dos misiles el 13 de abril de 2025 se convirtió en el más mortífero para civiles en esta ciudad en los tres años de invasión a gran escala. El ataque ocurrió en la mañana del Domingo de Ramos, cuando muchos cristianos se preparan para la Pascua y suelen asistir a la iglesia. Según la Dirección Principal de Inteligencia de Ucrania, las fuerzas rusas lanzaron misiles Iskander-M/KN-23 desde las regiones fronterizas de Vorónezh y Kursk. Estos misiles balísticos, que pueden costar hasta 3 millones de dólares cada uno, están diseñados para alcanzar objetivos a 500 km de distancia. Sumy se encuentra a solo 30 km de la frontera rusa. Los misiles alcanzaron su objetivo en minutos. Las personas no tuvieron oportunidad de refugiarse. El mes pasado, las tropas rusas recuperaron el control de la región de Kursk, vecina de Sumy, que anteriormente había estado bajo control ucraniano. Desde entonces, los ataques con diferentes tipos de armas sobre Sumy y la región se intensificaron. Mientras se discute una posible tregua y negociaciones entre la nueva administración estadounidense y Rusia, el número de ataques rusos con drones y misiles en 12 regiones ucranianas La metralla metálica, afilada como cuchillas, se esparció cientos de metros, desgarrando cuerpos. “Llegaban pacientes al hospital con extremidades arrancadas, órganos internos destrozados, con entre 10 y 20 fragmentos metálicos en el cuerpo”, cuenta el cirujano del hospital regional, Artem Firstenko. Ese día tenía libre, pero al escuchar las explosiones, fue directamente a operar.

El cirujano explica que, debido a la gran cantidad de fragmentos metálicos, las personas pierden sangre muy rápidamente. Quienes sobreviven, tendrán que vivir con metralla en el cuerpo, ya que no es posible extraerla por completo.

Casi una semana después del ataque, 32 personas siguen hospitalizadas. Entre ellas está Viktor Voytenko, de 56 años, guardia de seguridad en el Instituto de Física Aplicada. Estaba dentro del edificio durante la segunda explosión. La metralla le alcanzó la espalda, dañándole la columna y dejándolo paralizado.

En la habitación vecina está Alla Shyrtokala, de 76 años. Ese día iba a visitar a sus amigos en una casa de campo. La metralla le cortó las arterias del brazo. “Me salvó un chico que abrió la puerta del autobús”, cuenta Alla. Su salvador fue Kyrylo Illyashenko, de 13 años.

Kyrylo viajaba con su madre en autobús rumbo a casa de su abuela. Vidrios, metal y piedras les cayeron encima. La madre del niño, Maryna Illyashenko, no podía abrir los ojos y gritaba su nombre: “¡Kiryusha, Kiryusha!“. ”Los segundos en los que mi hijo no respondía fueron los peores de mi vida >Ese gesto salvó la vida de muchos pasajeros.

Días después de la tragedia, el rostro de Maryna aún está cubierto de hematomas. Los médicos le extrajeron un fragmento de metralla de la cabeza de Kyrylo, pero otros dos permanecen incrustados en su cráneo. Probablemente, tendrá que vivir con ellos.

La acción heroica del niño se convirtió en un rayo de esperanza para los habitantes de la ciudad. Le llevan regalos y frutas al hospital.

Tras el bombardeo, se volvió viral en redes sociales una imagen de un patinete azul cubierto de escombros:

Pertenecía a Kira, una niña de un año. Estaba paseando con su madre y su hermana mayor Elina, de seis años. La primera explosión las derribó al suelo. Unos transeúntes las recogieron y llevaron al hospital, lo que las salvó del segundo ataque. Kira, por suerte, solo sufrió hematomas. Elina está en cuidados intensivos. Fragmentos de metal perforaron sus pulmones, tráquea y bronquios, y le destrozaron las costillas y la clavícula.

La mañana del 16 de abril, el pastor protestante Artem Tovmasyan pegaba en la puerta de su iglesia una foto familiar de los Martynenko y dos claveles rojos.

Durante la despedida en la iglesia, su amiga Svitlana Holub sollozaba frente a los tres ataúdes: “Perdónenme, los quiero tanto. Dijeron que vendrían a visitarme y no llegaron”. Svitlana y Nataliya vendían ropa y cosméticos en el mercado. “Siempre estaban juntos, los tres, y juntos murieron”, cuenta.

Otra mujer sostenía a un hombre mientras se acercaban al ataúd. Él llevaba crisantemos blancos y apenas podía mantenerse en pie. Otra mujer abrazaba con fuerza a su hijo, que lloraba ante el ataúd de Maksym y depositaba allí un peluche. Alguien dejó también un balón. Maksym amaba el fútbol y ese día debía ir a entrenar.

Intentando consolar a los presentes, el pastor decía: hay que elegir entre vivir con miedo o con fe en el corazón. “Esta familia vivía con fe”, dijo. “No hay persona que no sepa cuán bondadosos eran. Siempre ayudaban”.

Los amigos de Maksym, adolescentes, estaban al fondo llorando mientras veían sus fotos en los teléfonos.

Entre las 35 víctimas, la muerte de esta familia dejó una herida especial. Quedó sola la madre de Nataliya, Nadiya, de 75 años, postrada en cama desde hace más de 17 años. En la despedida, fue llevada en silla de ruedas ante cada ataúd: “¿Quién me dará ahora un vaso de agua? >Todo el pueblo asistió al entierro. En la escuela de Maksym se suspendieron las clases. Sus compañeros se reunieron en torno a su maestra, Dariya Doroshenko. Ella cuenta que Maksym adoraba a su perro Rex. El perro lo acompañaba a la escuela. Desde la tragedia, él va cada día a buscarlo. El día del funeral, el asustado Rex está sentado frente a la puerta del apartamento de los fallecidos.

“Que su muerte no sea en vano. Que el mundo escuche. Mataron a toda la familia”, dijo ante el ataúd Liliya Kurasova, amiga de Nataliya desde hace 23 años.

La gente fue caminando tras el coche fúnebre hasta el cementerio. Liliya decía que nunca había enterrado a un niño y que era lo peor que podía imaginar. “No es el primer niño en Ucrania asesinado por la guerra de Rusia. Ellos no quieren la tregua, no tienen esa intención. Su objetivo nacional es eliminarnos >Durante toda la semana, los habitantes de Sumy llevan rosas, crisantemos y peluches a la intersección de dos calles. El flujo de personas no cesa ni siquiera durante la jornada laboral. Vienen en pareja o con hijos.

“Fue una canallada”, dice el voluntario Oleksii Klyuyev, quien ayuda a desescombrar los edificios destruidos. “Apuntaron al corazón de Sumy — calles donde mucha gente pasea. Ese domingo incluso quienes no solían ir a la iglesia lo hicieron. Algunos iban al mercado a comprar para la Pascua. Dispararon dos veces >Los dobles ataques son una táctica de guerra: se lanza un primer misil y, cuando llegan rescatistas, médicos o civiles para ayudar, se lanza un segundo.

El día del ataque, mientras los médicos recogían cuerpos en bolsas negras, el Ministerio de Defensa ruso declaró que “había golpeado una reunión del mando del grupo “Norte” en Sumy y eliminado a 60 militares ucranianos que, según ellos, se escudaban entre civiles”.

Cuando los clientes de cafeterías y tiendas salieron a ayudar a los heridos, cayó el segundo misil. La explosión los alcanzó a ellos. Murieron la maestra Maryna Chudesa y su madre, Lyudmyla. Se habían detenido y bajado del coche.

Oleh Kalyusenko, de 17 años, tras la primera explosión llamó a su madre y le dijo que estaba vivo. Pero la segunda explosión lo mató.

La administración militar de la región informó de que el misil contenía una munición de racimo, una carga que contiene múltiples elementos para herir a un gran número de personas.

“Saqué a heridos del autobús, vi cuerpos ardiendo en coches”, cuenta Klyuyev. “En el segundo impacto, solo murió un militar, al menos según lo que yo sé. Iba de paso por sus asuntos en ese momento”.

Los líderes de varios países europeos condenaron el ataque contra Sumy. Dos semanas antes, una tragedia similar había ocurrido en otra gran ciudad del sur de Ucrania: Kryvyi Rih. Un misil ruso impactó en un parque infantil, matando a 9 niños y 11 adultos. Según las autoridades ucranianas, se utilizó el mismo tipo de armamento: misiles balísticos Iskander-M. El Ministerio de Defensa de Rusia afirmó haber bombardeado una reunión de comandantes de las Fuerzas Armadas de Ucrania junto con instructores occidentales. Esa versión fue desmentida.

El ataque contra la ciudad ucraniana durante el Domingo de Ramos fue ampliamente cubierto por los medios conservadores de Estados Unidos. Mientras tanto, el presidente estadounidense comentó la tragedia diciendo que “Rusia posiblemente cometió un error”. El presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, durante una rueda de prensa, respondió: «¿Cómo se puede llamar error al lanzamiento de un misil balístico contra el centro de una ciudad?»

La abogada Anna Mykytenko, especialista en derecho humanitario y colaboradora del Laboratorio de Periodismo de Interés Público en el marco del proyecto de documentación de crímenes de guerra The Reckoning Project, subraya que un “error” no puede servir como excusa. “Eso no exime a Rusia de su responsabilidad: ha cometido un crimen de guerra. Incluso si hubiera militares en el lugar, el principio clave de las Convenciones de Ginebra exige que las partes del conflicto hagan todo lo posible para minimizar el daño a los civiles. Además, la ventaja militar concreta obtenida debe justificar claramente los daños colaterales. 35 civiles muertos y más de 100 heridos no son daños colaterales aceptables. Y Rusia, además, volvió a emplear la táctica prohibida de doble ataque >En Sumy viven unas 200 mil personas. La tragedia tocó a casi todos. Entre los nombres de los muertos y heridos, muchos reconocen a conocidos, excompañeros de clase, colegas. Quienquiera que sea entrevistado en la ciudad dice lo mismo: ese día planeaban ir con sus hijos al Centro de congresos a la función infantil. Después de la tragedia, la alegría pareció desaparecer de Sumy. Pero pocos quieren abandonar su hogar. La gente dice que un misil ruso puede llegar a cualquier otra ciudad ucraniana.

Rusia lanza ataques regulares contra ciudades ucranianas. La mayoría son interceptados por la defensa aérea ucraniana, salvando vidas civiles. Pero ante los misiles balísticos, la protección más efectiva son los sistemas Patriot estadounidenses. Sin embargo, Ucrania dispone de un número limitado de estos sistemas. Los sistemas Patriot son la parte de la asistencia militar estadounidense más difícil de sustituir para los socios europeos. Los primeros sistemas Patriot llegaron a Ucrania un año después del inicio de la invasión a gran escala, en abril de 2023. Desde entonces, el país ha recibido menos de 10 sistemas. Según declaraciones de militares ucranianos, Producido por el Autoras: Hanna Mamonova, periodista; Anna Tsyhyma, fotógrafa y videógrafa.

Fuente: telam

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