17/04/2025
La polémica del Mundial 90: cuando Menem pidió a Ramón Díaz para la Selección y todo terminó en una cumbre con Bilardo en Olivos

Fuente: telam
Hace 35 años, el por entonces presidente presionaba para que el doctor-entrenador llevase al goleador a la Copa del Mundo. Los cruces mediáticos y la reunión para firmar la paz
>“El director técnico, Carlos Bilardo, cometería un error imperdonable, si no convoca al delantero Ramón Díaz para disputar el próximo campeonato mundial, porque lo que le falta al equipo son goles, entre otras cosas”. Transcurría la tarde del 4 de febrero de 1990. Un domingo atípico de verano. Gris, lluvioso y fresco. No había partidos del campeonato local, porque se disputaban los viernes por la noche, para evitar el calor. Pero el mundo del fútbol subió su temperatura tras esa declaración. No era un más. El presidente de la nación, Carlos Menem, pronunció esas palabras en una entrevista desde La Rioja, su provincia natal, iniciando una recordada polémica.
La Selección estaba como el país. En crisis, sin rumbo y con una posible salida entre tinieblas. Habían sido contadas las ocasiones en que el equipo rindió en buen nivel, desde la inolvidable consagración en México ‘86. La Copa América disputada en Brasil a mediados del ‘89 fue una muestra más. Hasta Diego Armando Maradona estuvo muy lejos de sus habituales rendimientos superlativos. Tras ganarle a Uruguay en la fase de grupos, jugó cuatro partidos más, sin convertir goles.
La anemia ofensiva continuó en el empate en cero ante Italia en diciembre y se potenció en la penosa gira de enero del ‘90, donde tocó fondo. Igualó 0-0 con Guatemala, perdió con México 2-0 y por el mismo score ante el Mónaco, en un match que se llenó de morbo, porque allí actuaba, con mucho éxito Ramón Díaz, quien esa noche no convirtió, pero fue la figura de la cancha.El Pelado había evolucionado mucho en su periplo europeo. Poco quedaba de aquel delantero veloz, pero atropellado de sus inicios en River. Ahora era un jugador más completo, que no había abandonado su viejo romance con la red. En medio de la ineficacia, que llegaba a 741 minutos sin marcar goles, estaba claro que la Selección necesitaba cambios en los metros finales de la cancha.Pero Menem no se quedó allí. Fue un poco más allá con el reclamo: “No solo se debe apelar a Ramón Díaz. También debe estar Héctor Enrique, que es un volante de primer nivel, que está jugado en forma excepcional. Con él, la selección argentina mejorará sensiblemente”. El Negro Enrique fue una pieza clave en el andamiaje del equipo en México ‘86. Luego vivió un infierno de lesiones, que lo tuvieron más tiempo fuera que dentro de las canchas. El doctor Bilardo lo seguía teniendo en el radar, y siempre mencionaba que lo iba a esperar todo el tiempo necesario. En enero del ‘90, Daniel Passarella asumió como entrenador de River y le dio la continuidad que necesitaba.
Así como Enrique estaba en la consideración del Narigón, Ramón Díaz jamás formó parte de sus planes. Varias cosas confluían allí. Una era su manera de jugar, ya que Bilardo pretendía delanteros con mayor movilidad por todo el frente de ataque, como lo haría Claudio Caniggia en el Mundial de Italia. Además, el Pelado era un hombre identificado con César Menotti y, fundamentalmente, tenía Cuando se produjeron las declaraciones de Menem, Bilardo se encontraba fuera del país, en sus clásicos viajes para estar en contacto son sus muchachos, diseminados por la geografía europea. Al ser consultado sobre las palabras del Presidente, eligió la prudencia: “Prefiero no opinar ni hacer comentarios. Ahora estoy viendo a todos los jugadores. Cuando llegue el momento de las designaciones, elegiré”.La polémica se había instalado. Estaba claro que Argentina necesitaba mayor potencia en ataque. A tal punto, que Bilardo convenció a Jorge Valdano para que regresara al fútbol, cuando el ex atacante de Real Madrid, ya estaba retirado y haciendo otras actividades como el periodismo. Sin embargo, seducido por el entrenador, dejó su apacible vida madrileña y volvió a ponerse los pantalones cortos.Unos días más tarde, Menem intentó poner paños fríos… pero hasta ahí: “Confío en Bilardo y en la Selección. Pido para ellos lo mismo que para mi gobierno. Hay que tener paciencia. Como ocurrió con la Selección en la previa del campeonato mundial de México, donde se perdieron varios partidos. Allí no se anduvo bien y al final, el equipo se recuperó y salimos campeones. No obstante, en este momento, considero que hay que reforzar el ataque y nadie puede cuestionar en ese sentido ni a Ramón Díaz, ni a Héctor Enrique, que están jugando muy bien”.¿La historia concluyó allí? Por supuesto que no. Mientras la sociedad trataba de sobrevivir en un día a día lleno de incertidumbre, con el dólar superando los 4.000 australes y precios por las nubes, Menem continuaba con el tema ante cualquier micrófono que se le cruzaba, casi como un especialista en la materia: “Se que hay algunos jugadores que se sintieron molestos, pero tengo derecho a opinar. Antes de ser presidente de la nación, he sido un deportista consumado, porque he practicado casi todas las disciplinas. Jugué al fútbol, lo mismo que están jugando ellos ahora, pero en otras épocas. Entiendo de este deporte, como cualquier otro jugador”.
Desde Mónaco, siempre atento a estas situaciones, como dentro del área, Ramón Díaz aportó lo suyo: “No creo que solo Menem piense que deba estar en la Selección. Hay un montón de gente que opina de esa manera. En toda Europa hablan de ello. En Argentina, son muchos los que creen lo mismo”.A fines de marzo, Argentina volvió a mostrar una imagen desteñida, en la derrota en Escocia frente a los locales por 1-0 y casi sin crear situaciones de gol. La preocupación crecía, porque apenas faltaban dos meses para el Mundial. El presidente volvió a opinar y comenzó a hablarse de la posibilidad de una cumbre entre él y Bilardo. Entrevistado en el recién inaugurado predio de la AFA, el doctor se mostraba tranquilo: “Yo no tengo problemas con nadie. Todos tienen sus preferencias y piden jugadores. Para mi no es una presión que el presidente se refiera a la Selección. Siempre fui de la idea que cualquier persona puede opinar del equipo. Después de ocho años en este puesto, ya estoy acostumbrado. Si se llega a dar, lo que es un rumor, de una reunión con él, para mí sería un honor”.
Y finalmente, la cumbre se dio. Ocurrió el martes 17 de abril, cuando Argentina estaba a 52 días del debut con Camerún y Bilardo aún no había cerrado la lista. Fue una cena en la quinta de Olivos, donde también asistió, entre otros, Julio Grondona. Apenas se saludaron, el Presidente se dirigió al entrenador: “Carlos: quiero que sepas que, si vertí alguna opinión sobre el seleccionado, si dije que tenía que estar Ramón Díaz, si mencioné algún nombre y me inventaron otros, fue de puro hincha de fútbol que soy, de puro hombre de tablón, que fue jugador y hasta director técnico en La Rioja. Pero en ningún momento quise presionar. ¿Sabés qué pasa? Que el conductor es quien decide. A mí me vuelven loco todos los días con sugerencias y recomendaciones, pero el que resuelve, el único que toma la determinación final soy yo. Y así debe ser. De todos modos, si te sentiste presionado o te ocasioné algún problema, te pido disculpas”.Bilardo lo dejó hablar mientras lo observaba nerviosamente en silencio, hasta que le respondió con cintura e inteligencia: “No, Carlos, no hace falta. Yo siempre tuve en claro cual era tu posición. Y siempre dije que todo el mundo tenía derecho a opinar. ¿Sabés lo que pasa? Que por ahí los muchachos se están matando por ubicarse entre los 22, escuchan o leen otros nombres y se vuelven locos. Pero no hay problema, al contrario, yo estoy agradecido por tu preocupación”.Los días siguientes fueron febriles para Bilardo, donde casi no dormía, tratando de saber como evolucionaban los lesionados que actuaban en Europa, como Oscar Ruggeri (Real Madrid) y Jorge Burruchaga (Nantes). Al mismo tiempo, depuraba la lista, desafectando a algunos futbolistas del medio local, como un joven Cholo Simeone, quien ya tendría revancha, dando el presente en los siguientes tres mundiales.
A la hora de dar la lista definitiva, quedó afuera Jorge Valdano, abriendo una interminable polémica con el entrenador. En su lugar, fue reincorporado Gabriel Calderón. Carlos Menem cumplió con sus dichos y estuvo presente el día del olvidable debut ante Camerún, en la derrota 1-0 que nos dejó cerca del abismo. Pese a su deseo de quedarse a ver más partidos, debió regresar al país y allí comenzó un escándalo, porque su custodio le negó el ingreso a la quinta de Olivos a su esposa Zulema y a sus dos hijos. Ese tema, ganó por varias jornadas la atención de la sociedad, junto con el Mundial…
Fuente: telam
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