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12/04/2025

Federico Andahazi: “Esto que dieron en llamar batalla cultural es un gran malentendido”

Fuente: telam

El escritor argentino acaba de publicar “Mares de furia” sobre la figura de Hipólito Bouchard. De su libro, la idea de patria y la Argentina pre y post Milei habló con Infobae Cultura. “Lo que termina explicando los procesos históricos es la literatura”, asegura

>Antes de El anatomista, su primer libro, finalista del Premio Planeta y publicado en 1997, Federico Andahazi ya había tomado apuntes sobre Hippolyte Bouchard —o Hipólito Bouchard, como fue castellanizado—, un militar y corsario francés nacido en 1780 en un pequeño pueblo cerca de Saint-Tropez, Bormes-les-Mimosas, que llegó a las Provincias Unidas del Río de la Plata, se unió a la lucha por la independencia y recibió la nacionalidad argentina. Incluso conoció a varios escritores que lo tenían en el radar hacía tiempo, que habían acariciado la idea de hacer una novela de él. “Y casi todos se encontraron con la misma dificultad: es un personaje muy difícil de trabajar”.

“Cuando te encontrás con que hubo un tiempo en que California perteneció a la Argentina y que este personaje clavó la bandera argentina y declaró que eso era parte de las Provincias Unidas del Río de la Plata... es impactante. Pero además, cuando te enterás que eso es nada más que el titular, porque la historia es realmente increíble, ahí te encontrás con una novela”, dice el escritor del otro lado del teléfono un mediodía nublado de abril. Fueron años recolectando datos, leyendo y releyendo sus memorias, construyendo, ya no un personaje, sino un época. Así escribió Mares de furia, que acaba de llegar a las librerías publicado por el sello Grijalbo.

“El problema de tan novelesca historia es ver cómo abordar desde la ficción algo que en realidad ya tiene esa misma forma. Es un personaje muy difícil de trabajar por varios motivos. Cuando me encontré con la historia de Bouchard, inmediatamente fui a la bibliografía a ver qué había. A medida que vas encontrando material te das cuenta que las fuentes son muy poquitas y que lo que hay es una repetición una y otra vez de la misma historia. A diferencia de El anatomista, que es una historia que transcurre en la Edad Media, muy lejos en el tiempo en términos históricos, esta es bastante reciente“, agrega el autor sobre su doceava novela y el libro número dieciocho de su firma.

—En el libro aparece con fuerza la idea de la patria, que en ese momento era algo muy extraño: no tenía el significado que tiene hoy. Y con Bouchard pasa algo interesante: él no es argentino, es francés, y vos hacés una analogía con Ulises y su “Ítaca elegida”.

—Primero hay que tener en cuenta que la patria de un corsario es su barco. Su barco y el mar. Eso te ordena el resto de las cosas y te pone en perspectiva de qué tipo de personaje ir a buscar. Pero acá hay un dato interesante: la Argentina fue un barco pirata, un barco corsario, antes que una república, porque todavía eran las Provincias Unidas del Río de la Plata, todavía no se llamaba la Argentina. Bouchard salió a dar la vuelta al mundo en nombre de las Provincias Unidas del Río de la Plata y la patria. La fragata sale a un año de la Declaración de Independencia, pero todavía no sabíamos qué tipo de sistema de gobierno nos íbamos a dar. Estaban quienes, como San Martín, proponían una monarquía incaica: ir a buscar un rey incaico para gobernar el país. Otros hablaban de una monarquía constitucional.

—Eran muy pocos los que sostenían una república que fue finalmente lo que terminó imponiéndose. En esa discusión se estaba cuando Bouchard sale a dar la noticia de que había nacido una nueva patria, un nuevo país independiente. De hecho, Bouchard consigue que otro país reconozca a la Argentina, pongamos entre comillas, como una como un país independiente, que es el rey Kamehameha de Hawái. Ese fue el primer reconocimiento que tuvimos. Nadie sabía muy bien qué era la patria. La patria como tal estaba compuesta por extranjeros. Y digo también entre comillas extranjeros, porque finalmente es muy difícil establecer qué es lo argentino si no se lo pone también en perspectiva de todos aquellos que vinieron acá a hacer la revolución. Pienso en Brown, por ejemplo. Acá no se tenía ninguna tradición marítima. No solamente la Argentina, en toda América Latina, todos los comandantes navales venían de Europa. San Martín había nacido acá, pero servía para el ejército español. Se construyó esa patria y esa identidad patriótica a medida que iban luchando. Eso fue la épica de la fragata Argentina, una especie de Arca de Noé al revés, porque había gente de todas las nacionalidades: tenías norteamericanos, ingleses, franceses, portugueses, gauchos. Lo que los unía era una ilusión de algo que todavía no se sabía muy bien qué forma iba a tomar. La propia historia va construyendo eso que uno después llama patria.

—Hay un momento en la novela donde Bouchard intenta convencer a Corney, uno de los personajes, y le dice: “Lo que le ofrezco es una patria, capitán”. Y si bien hay ilusión, también existe el desencanto: con los principios de libertad, igualdad y fraternidad, Francia “no ha hecho más que esclavizar, saquear y someter a otros pueblos alrededor del mundo”.

—¿Qué posibilita la ficción en el campo de la historia?

—Creo mucho en las hipótesis literarias. Muchas veces por la vía de la ficción uno consigue reconstruir parte de la historia donde faltan páginas, donde está perdida la fuente original. En una novela histórica finalmente lo que pesa son las hipótesis literarias sobre esa historia. Yo creo firmemente en eso.

—Es un libro histórico pero leído en esta época. ¿Qué efectos creés que puede tener sobre ciertas discusiones actuales y coyunturales?

—Y hay un personaje que es William Taylor, que aparece con esta con esta disyuntiva de dejar la escritura, la literatura, y para pasar a la acción. La audacia de pasar a la acción. ¿Cómo resuena eso ahora?

—La discusión política de los últimos años, en la que participaste activamente, era de polarización pero de gran intensidad. Ahora hay una especie de caricaturización: un artista, un escritor, alguien que se introduce en esa discusión rápidamente puede quedar atrapado dentro de un estereotipo. ¿Notás ese cambio? ¿Qué ves en esa transformación?

—Hay varias cosas para decir. Me parece que hay un malentendido, en principio, con esto que se dio en llamar “batalla cultural”. A mí no me gusta hablar de batalla, me gusta hablar de discusión. Si alguien piensa que la batalla cultural se da atacando a una cantante, pegándole desde el lugar simbólico que significa ser el presidente de un país, atacar a tal o cual artista... bueno, eso no es una batalla cultural. Me parece que nunca se terminó de entender bien. Yo creo que el principal bien de un país, incluso el principal bien material, es su cultura.

—Francia fue lo que fue porque tenía la cultura que tenía, porque tenía la literatura que tenía, porque tenía los músicos que tenía. Cuando empezó a declinar la cultura francesa, después declinó Francia y perdió el protagonismo que supo tener. Inglaterra es lo que es gracias a su cultura. Y se impuso, no solamente por su flota, por los barcos piratas, sino principalmente por su cultura, porque Inglaterra es Shakespeare, es Lord Byron, son los Rolling Stones. Cuando uno ve que Inglaterra empieza a languidecer culturalmente, sospecha que también puede llegar a languidecer como potencia. Estados Unidos es lo que es por la cultura que tiene. Primero fue la de ese cine que dio Estados Unidos. Realmente es incomparable la literatura, la música de Estados Unidos. Pero no solo eso, es toda una estética. Podríamos citar centenares de ejemplos que terminan imponiéndose a nivel global. Y sobre eso después vienen los negocios. El gran símbolo cultural de Estados Unidos, por ejemplo, fue Harley Davidson: además de la industria que implica, fue un ícono cultural que tuvo que ver con “busco mi destino”. Primero está la cultura y después vienen la industria y el negocio.

—¿Y acá?

—Durante muchos años el panorama político se rigió por la dicotomía kirchnerismo-macrismo. Las cosas estaban más o menos claras. Con la llegada de Milei, te debés sorprender viéndote en una vereda con personas con las que antes era imposible: dirigentes del kirchnerismo o intelectuales afines. Vi hace poco un editorial tuyo repudiando la represión a los jubilados y el terrible golpe que le dieron a Pablo Grillo. ¿Cómo analizás este reordenamiento, no solo político, sino cultural?

—¿Sos optimista respecto a lo que se viene? ¿Qué desenlace imaginás?

—¿Qué va a pasar?

—Pese a este pesimismo que estás marcando, hay un optimismo que tiene que ver con esta pulsión de escribir en el medio del desastre. ¿Por qué seguir escribiendo? ¿Qué puede aportar la literatura en un escenario catastrófico como este?

Fuente: telam

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