11/04/2025
Israel, el aliado secreto de la Argentina en la guerra de Malvinas

Fuente: telam
La historia y las razones del apoyo estratégico que brindó el Estado israelí durante el conflicto bélico con Inglaterra por la recuperación de las islas
>Israel fue uno de los principales proveedores de equipamientos bélicos de la Argentina durante la guerra de las Malvinas debido a los bloqueos de armas que le impusieron los Estados Unidos, Gran Bretaña, el Commonwealth y la Comunidad Económica Europea (CEE) al gobierno de Leopoldo Fortunato Galtieri tras la recuperación de las islas el 2 de abril de 1982.
Así, llegaron armamentos desde Jerusalén por un total de 87,43 millones de dólares, equivalentes a 287,60 millones de la actualidad, sin tener en cuenta los 86 millones (282 millones) de los McDonnell Douglas A-4E Skyhawk que nunca arribaron a Buenos Aires, tal como lo detalla el libro “Operación Israel: El rearme argentino durante la dictadura (1976-1983)” que este autor acaba de reeditar.
Esto le permitió al gobierno de Galtieri poder recurrir nuevamente a Jerusalén como fuente de aprovisionamiento y que la administración de Menajem Beguin se mostrara dispuesta a prestarle ayuda apenas se lo plantearon, una actitud que sorprendió a la mayoría de los militares.
Lo primero que hizo Jerusalén fue cumplir con todos los contratos firmados antes del inicio del conflicto, cosa que sus proveedores europeos, canadienses y estadounidenses se negaron a realizar. Así, llegaron al país 10.000 gabanes (dubones), que habían sido adquiridos en 1980 y que tenían entregas pautadas para años posteriores, repuestos para la Fuerza Aérea, cifradores, minas y tres turbinas para los cazabombarderos Dagger. Todo esto se embarcó en vuelos especiales de Aerolíneas Argentinas entre el 6 y el 12 de abril.
Para el resto de las operaciones, tuvieron que cambiar el método ya que a Israel le era imposible justificar ante los ingleses nuevos envíos que carecían de documentación respaldatoria rubricada antes de la fecha del inicio de la guerra, como en los casos anteriores. Su propio servicio secreto, el Mossad, les solicitó que utilizaran otra forma que pasara desapercibida, tal como lo había pedido Beguin.A tal punto llegó la ayuda que su Aeronáutica firmó órdenes de compra en blanco y certificados de destino final en su país que fueron enviados a la Argentina para que pudieran concretarse las triangulaciones. “El Perú se prestó a cualquier tipo de triangulación y firmó órdenes en blanco. Cada una era diferente y las firmaba el ministro de cada Arma”, detalla el ex secretario de la Presidencia del Perú en ese entonces y sobrino del primer mandatario, Víctor García Belaunde.
Las negociaciones las realizaron el agregado militar argentino, comodoro Andrés Dubós y el brigadier general Basilio Lami Dozo. “Luego, [N del A: el vendedor de Isrex Argentina] Luis Guterson viajó a Lima para recoger los papeles. Yo llenaba las órdenes de compra en blanco que nos habían dado firmadas y selladas por la Fuerza Aérea peruana y certificados de destino final, junto con el informe del agregado militar israelí en Perú. Hay que tener bolas para firmar órdenes de compra en blanco, tenés que ser macho”, destaca Lotersztain.Los cinco vuelos fueron realizados entre el 10 y el 30 de mayo por los pilotos Jaime Manrique Alcazar, Caceda Benvenuto, Octavio Arbulu Rivadeneira, Luis Arroyo Jaime, Carlos García Fernández y José Antonio Díaz Valverde en los que llevaron veinte misiles Shafrir, entre otros materiales, camuflados como si formaran parte de contratos previos al conflicto. Para eso, hicieron escalas en Milán (Italia), Guyana Francesa e Islas Canarias.
Una vez que los cargamentos llegaban al aeropuerto de Lima, los esperaban los Boeing 707 de Aerolíneas Argentina y se traspasaban los equipos. Desde allí, viajaban directo hacia El Palomar donde hacían escala rumbo a las distintas bases en el sur del país, donde estaban desplegadas las fuerzas.La Fuerza Aérea contaba con 40 de ellos, pero de 1.300 litros cada uno, que en muchos casos debieron ser eyectados para que las aeronaves pudieran volver a salvo al continente tras realizar los bombardeos. Entonces, recurrieron a Isrex Argentina para que les consiguieran más con urgencia ya que si no tenían que dejar de volar. Para su sorpresa, los israelíes les ofrecieron unos más grandes, con lo que ganaban más tiempo en el aire.
El problema fue que Jerusalén demoraba la autorización por las presiones que recibía de los británicos. Ésta era una decisión meramente política que implicaba tomar partido por Buenos Aires porque obligaba a los ingleses a mover su flota más lejos para evitar los ataques. Finalmente, se enviaron cuarenta más, pero de 1.700 litros entre el 23 y el 26 de mayo.“Apareció una fotografía en el diario en el que se veía cómo se transfería la carga de un avión con bandera de Luxemburgo a otro que decía arriba Aerolíneas Argentinas, a un carguero que había volado al Callao. El problema fue que eso hacía quedar para la miércoles a Israel, porque para ellos era un compromiso. Era una grosería total que alguien se diera cuenta”, destaca el comodoro (R) Juan Carlos Luscher, agregado aeronáutico en Tel Aviv, en ese entonces.
La seguridad de las comunicaciones fue el punto más frágil dentro del Ejército, ya que disponía de codificadores Datotek DV-505 que están pinchados por la Central Intelligence Agency (CIA) de los Estados Unidos y el Bundesnachrichtendienst (Servicio Federal de Inteligencia de República Federal de Alemania), quienes eran los dueños de la empresa Crypto AG, que los fabricaba y le pasaba a los británicos todo lo que se transmitía entre Puerto Argentino y el continente.Como los técnicos argentinos desconocían su funcionamiento, los cifradores fueron instalados y calibrados por dos ingenieros de la empresa, Yehoram Guilor e Ika Orgad, en el Estado Mayor General del Ejército, en Buenos Aires, y en el Comando de la Brigada de Infantería IX, en la localidad chubutense de Comodoro Rivadavia.
Los dos ingenieros llegaron con identidad falsa junto a los equipos en un vuelo desde Comodoro Rivadavia para evitar problemas diplomáticos. “Los dos oficiales, uno de ellos flaco y alto, viajaron en un Hércules a Malvinas para instalar un equipo con encriptamiento de comunicación de alta confidencialidad. Fueron a ponerlo en servicio porque nadie sabía instalarlo. Fueron de incógnito, acreditados como periodistas”, recuerda el coronel (R) Carlos Stricker.
El día de la rendición, el 14 de junio, los oficiales argentinos recibieron la orden de destruir todos los equipos para que no cayeran en manos inglesas. Sin embargo, no lograron hacerlo con el Sec-23, por lo que los británicos se lo llevaron a la firma Racal en Londres para que estudiara su tecnología e intentara descubrir la clave del cifrado.
Los combates con los británicos fueron devastadores ya que la Argentina sufrió la destrucción de 35 aviones, por lo que vio reducido su poder de fuego y de defensa. Por eso, sobre el final de la guerra la Fuerza Aérea salió a buscar otros que le permitiera tener poder de fuego por si Chile aprovechaba su debilidad para intentar quedarse con las islas del canal de Beagle, pues aún no estaba resuelto el diferendo entre ambos países.La primera reacción de Isrex Argentina fue advertirles de que se trataba de una adquisición desacertada ya que eran aparatos viejos que no les iban a servir de mucho. Pero la necesidad superó cualquier análisis racional y la negociación siguió adelante.
Así, las Israel Aerospace Industries (IAI) accedieron a enviarles 23 aviones Mirage IIIB/C (20 monoplaza y 3 biplaza) valuados en 78 millones dólares, menos que lo que le habían cotizado dos años antes.El pago se hizo por anticipado ya que ningún banco quería abrirles una carta de crédito y no podía utilizarse una entidad argentina porque los aviones eran supuestamente para las FAP. Por eso, el dinero se depositó en una cuenta en el Credit Suisse que tenía Isrex en Suiza en lugar de seguir los métodos tradicionales.
Las operaciones que se llevaron a cabo entre Israel y la Argentina no siempre fueron exitosas, algunas por presiones de los Estados Unidos y otras porque estuvieron a cargo de estafadores que se aprovecharon de la premura que tenía el país para conseguir armamentos.
Pese a esto, envió a Jerusalén entre finales de mayo y los primeros días de junio al capitán de navío Horacio Pedro Estrada con un cheque de 86 millones de dólares en la mano para comprarlos, a sabiendas de que carecían de la autorización de los EE.UU. y de que Isrex Argentina les había advertido que la transacción era imposible de realizarse.
Con esto en mano, seleccionó 16 A-4E Skyhawk, un lote de repuestos y otro de armamentos, firmó el contrato en nombre de la empresa Sygma Sales International (Panamá) Inc, como pantalla de la Armada, y pagó la suma acordada, incluidas comisiones del 15%.
“Todo lo que sucedió después de Malvinas, durante el proceso militar, se hizo de una manera tan desprolija: uno le dio una valijita a una persona para que se fuera con dólares a comprar cosas, de shopping. Fue una operación lamentable, desde el punto de vista de la realización. ¿Cómo se van a entregar cerca de U$S 80 millones en el aire?”, concluye el por entonces ministro de Defensa, Horacio Jaunarena.
Fuente: telam
Compartir
Comentarios
Aun no hay comentarios, sé el primero en escribir uno!