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11/04/2025

“¡Abajo el tirano!”: el asesinato de Urquiza en el Palacio San José y el misterio de su cadáver, oculto durante 80 años

Fuente: telam

Fue asesinado en su casa en presencia de su familia. Cómo fue el ataque, las heridas mortales que recibió y la decisión de su viuda de mantener en secreto por décadas el lugar donde descansaban los restos de uno de los referentes de la política nacional del siglo XIX

>“¡Lola, mi fusil!” pidió Urquiza a su hija Dolores, que instantes antes estaba concentrada en sus lecciones de piano. Ese lunes santo de 11 de abril de 1870 a las siete de una tarde apacible, medio centenar de hombres irrumpían en el Palacio San José, una construcción de 38 habitaciones, tres patios, grandes jardines, capilla, lago artificial, sistema de agua corriente e iluminación de gas acetileno. Dicen que los propios lugareños la bautizaron como “palacio” aunque formalmente era la “Posta San José”.

Desde 1841, era el hombre fuerte de Entre Ríos. Había derrotado a Juan Manuel de Rosas en Caseros y cuando en Pavón dejó el campo libre a Bartolomé Mitre, para muchos perdió prestigio. No lo entendieron cuando apoyó al gobierno en la guerra del Paraguay y los viejos federales se resintieron cuando no movió un dedo en favor de los levantamientos de los caudillos del interior contra el gobierno de Buenos Aires.

Fueron distanciándose y López Jordán no toleró el acercamiento de Urquiza con Sarmiento. Entonces, crecieron los rumores de que atentarían contra su vida.

Fue en la estancia que López Jordán tenía en Arroyo Grande donde se armó el golpe. El plan consistía en sorprenderlo en su casa, tomarlo prisionero y luego de obligarlo a renunciar se le ofrecería la opción de retirarse a la vida privada o irse al extranjero.

El ataque estaría al mando del coronel Simón Luengo, apoyado por Robustiano Vera y por José María Mosqueira. También serían de la partida los capitanes Facundo Teco y Ángel Álvarez; el teniente Agustín Minuet y otros como Pedro Aramburú y Juan Pirán. Posteriormente se sumarían Ambrosio Luna y Nicomedes Coronel, también conocido como Nico, mayordomo de San Pedro, una de las estancias del gobernador.

Esa tarde, los atacantes se dividieron en grupos. Unos, al mando del mayor Vera, controlarían al puñado de infantes que ocupaban una barraca; otro, con el capitán Mosqueira al frente tomaría la puerta posterior del palacio y el restante, a cargo del capitán Luengo, ingresaría por el frente.

Urquiza se incorporó rápidamente y comenzó a transitar por la galería y comprendió de qué se trataba. “¡Abajo el tirano! ¡Viva el general Ricardo López Jordán!” gritaban los intrusos. En el patio, era todo disparos y más gritos.

Urquiza se asomó a la puerta y disparó su fusil. El proyectil le rozó la cara a Álvarez. Los atacantes respondieron el fuego y Urquiza fue impactado por una bala arriba de su labio superior, disparada por Ambrosio Luna, “El pardo”. Lo hizo caer y arrastró a su esposa. El uruguayo Nicomedes Coronel, el primero en entrar, vio a Urquiza aún con vida. Su hija Dolores, con un espadín, quiso defenderlo. Ambas mujeres lo abrazaban.

Quisieron violar a las mujeres pero el propio Luengo lo impidió. Su hijita Micaela, aterrorizada, pudo escabullirse cuando uno de ellos la corrió con su sable. Luego de obligar al mucamo que les sirviera comida, abandonaron el palacio.

Al otro día, por la tarde, López Jordán se enteró del resultado de la operación, que tenía otra fase. Porque mientras asesinaban a Urquiza, habían hecho lo propio con dos de sus hijos en Concordia. Justo Carmelo fue muerto a puñaladas cuando percibió que lo atacaban y Waldino fue lanceado contra el paredón del cementerio.

Su cadáver fue llevado a lo de su yerno Benjamín Victorica, donde fue velado. El 13 fue revisado por los médicos Esteban del Castillo y Alejandro Forbes. El arquitecto Enrique Delor le tomó un molde en cera de su rostro para hacer una máscara mortuoria, que luego moldeó en yeso.

Por seguridad, su esposa se había ido a vivir a Buenos Aires a una casa de dos plantas, en Lavalle al 1500. Transformó la habitación de la tragedia en un oratorio, con un altar dedicado a la Virgen del Carmen, del que su marido era devoto, y dispuso que las manchas de sangre que su marido dejó al apoyarse en la puerta fueran conservadas.

Los restos fueron depositados en un sitio del que no se tenía registro, dato que solo conocía su viuda. En una parte de la nave derecha hizo colocar una placa “RIP – Aquí yacen los restos mortales del Exmo, Sr. Capn. Gral. Dn. Justo José de Urquiza primer presidente constitucional de la República Argentina Gobernador de la Provincia de Entre Ríos que murió asesinado el 11 de abril de 1870 a las 7 ½ de la noche en su Palacio Sn. José a los 69 años de edad. Su amante esposa e hijos le consagran este triste recuerdo”.

Pero detrás de esta lápida no había restos.

En 1901 el intendente de Concepción del Uruguay, al cumplirse el centenario del nacimiento de Urquiza, descendió a la cripta donde supuestamente estaban los restos y la encontró vacía.

El 6 de octubre de 1951 una numerosa comisión ingresó a la cripta. Uno de los ataúdes no tenía tapa debido a estar expuesto durante tantos años a la humedad, y que contenían los restos del hermano de Urquiza. Entre la suciedad y escombros se hallaron dos chapas con los nombres de los padres del general asesinado.

El cuerpo estaba reducido a su esqueleto, cubierto con una mortaja en perfecto estado. Debajo, tenía un pantalón de brin, camisa, chaleco, saco, medias de lana y botines negros, todos en buen estado.

Los médicos determinaron que la bala que lo había herido en el rostro no había llegado al cerebro, quedando entre la mandíbula y la prótesis, y que habría sido despedida en su agonía.

El 22 de junio de 1889 en Esmeralda al 500, en la ciudad de Buenos Aires, un hombre recibió dos disparos en la cabeza. Los transeúntes lo llevaron aún moribundo a la botica de José Memmier, en la esquina de la calle Tucumán, donde falleció, mientras el agresor era detenido a escasas cuadras. La víctima era López Jordán, el autor intelectual del alzamiento y asesinato de Urquiza. A dos meses por cumplir 67 años y luego de diez de exilio en Uruguay había sido indultado por el presidente Miguel Juárez Celman. Intentaba recomponer su vida cerca de su esposa e hijos, pretendía ser reincorporado al Ejército y recuperar su jerarquía de general. Fue muerto por Aurelio Casas, cuyo padre había sido degollado por su orden.

El 17 de marzo de 1955 se colocaron los despojos de Urquiza en un cofre y durante el gobierno de Arturo Frondizi se dispuso construir un mausoleo acorde a su figura. Se lo levantó a la izquierda del altar principal de la Basílica de la Inmaculada Concepción, y el arquitecto responsable del diseño se inspiró en la tumba de Napoleón Bonaparte. Fue inaugurado el 7 de mayo de 1967. Desde entonces allí descansa el señor todopoderoso de su provincia, que se deleitaba tomando el fresco en la galería de su casa, mientras veía jugar a sus hijos.

Fuente: telam

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