>Un hombre conoce a una mujer en una fiesta, nada del otro mundo. El lunes 27 de enero pasado, Martín. de 30 años, visitó la discoteca Uniclub en el Abasto, para una noche en Club Severino, una fiesta que suele realizarse los días lunes, con música trap, reggeatón, hip hop.

Se levantó a la mañana siguiente, horas más tarde, con una migraña bestial. La chica no estaba. Sus teléfonos y su notebook, tampoco. Intentó abrir la puerta. Para su sorpresa, estaba cerrada desde afuera. Las llaves no estaban en su casa tampoco. Gracias a un vecino, Martín logró llamar a un cerrajero y al 911. Un patrullero de la Comisaría 11B de la Policía de la Ciudad llegó para asistirlo. Así, formuló la denuncia del caso. Martín recordaba su aspecto, una morocha de tez clara de 1,60 de estatura aproximadamente.

La División Robos y Hurtos Sur comenzó una investigación a cargo del Juzgado N°36. Comenzaron a relevar cámaras. La cara de la sospechosa fue captada en cámaras de seguridad. El dato que Martín retuvo en su cabeza fue clave. Gracias a esa pieza de información, los investigadores llegaron poco después a un match. La sospechosa, al parecer, había atacado con su nombre verdadero. Encontraron sus redes sociales. Las tareas de campo hicieron el resto.

Luego, fue enviada a una celda de la Policía de la Ciudad. No tiene antecedentes de detenciones previas en la base de datos de la fuerza porteña: este, al parecer, es su primer arresto. Beneficiaria de una asignación familiar del ANSES, su perfil comercial está atravesado por una serie de deudas de larga data a firmas de micropréstamos, rojos considerados irrecuperables que, en conjunto, superan el millón de pesos.