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04/04/2025

A 25 años de la muerte de Mirko Saric, el caso que interpeló al fútbol argentino: “Era un pichón de Redondo, el dolor es para siempre”

Fuente: telam

El mediocampista de San Lorenzo, por el que ya se habían interesado el Real Madrid y el Mallorca, se quitó la vida el 4 de abril de 2000. El doloroso hecho, desde diferentes prismas

>“Era un pichón de Redondo, lo más similar que había visto a Fernando Redondo. Tenía un timing impresionante ya de chico. Fue una gran pérdida, lo quería como si fuera un hijo. Era muy respetuoso y un compañero inmejorable para todos. Estaba en todos los detalles, no te faltaba a un entrenamiento. Y las condiciones naturales que tenía... Verlo jugar y convivir con él era maravilloso”.

El 4 de abril de 2000, hace 25 años, Mirko Saric, mediocampista elegante, con estirpe de organizador de juego, se quitó la vida. Y su caso interpeló al fútbol argentino, que entonces todavía no tenía incorporado al gabinete psicológico como una pata natural en su ecosistema, que no supo cómo acomodarse ante semejante e inesperado golpe. Dominaba (¿y domina?) el axioma que marca que el jugador de fútbol “se entrena dos horas por día y cobra fortunas”, el paradigma del deportista privilegiado. La situación hizo sonar las alarmas mucho más allá de las fronteras del Ciclón: ¿hasta dónde el cuerpo y la mente de las jóvenes promesas -tenía apenas 21 años- están preparadas para soportar las presiones, el peso de los deseos, la proyección de los sueños?

“De familia bárbara, le hice firmar a (Fernando) Miele -presidente del club- un contrato por tres años, le dije: ‘Este pibe la rompe, firmale contrato porque te lo van a sacar…’. Una facha infernal, le tenía que sacar las pibas del hotel cuando concentrábamos. Todo, en condiciones de decir: ‘¿Qué problema’?”, insistió el Cabezón, sin respuesta aún con el paso de los años.

Es que los años tampoco brindan una respuesta. En 2020, su familia reveló que, además de la transferencia trunca y la lesión que había puesto en pausa su despegue, vivía un problema personal que no logró superar. “Mirko estaba feliz porque había sido papá. Era una chica del barrio y sabíamos cómo se manejaba cuando él estaba concentrado… La enganchaban con muchos pibes. Pagó fortuna por un ADN para él, la madre y el nene. Dio negativo. Un día me llama con voz de ultratumba y me dice: ‘Mamá, venite urgente para casa’. Cuando llego me muestra los resultados y me dice: ‘¡Tenías razón mamá!’. Lloraba a más no poder. Te juro que en mi vida quise tener la razón. Ojalá hubiera sido de él porque si ese hijo hubiera sido suyo, no se hubiera matado”, Pero aún con el acompañamiento de sus compañeros y el cariño que le prodigaban en el club; en una época en la que los pibes surgidos de La Cicloneta de Mariani eran los preferidos de los hinchas; con el cobijo de su familia, con el porvenir que marcaban sus condiciones; nada fue suficiente para anticiparse a la decisión.

Saric había saltado a la élite de nuestro fútbol el 22 de diciembre de 1996, frente a Unión de Santa Fe, con apenas 18 años, reemplazando a un tal Néstor Gorosito. Su técnica y versatilidad impactaron en cada alfarero que lo tuvo entre sus manos, empezando por “Apenas asumo la responsabilidad de conducir las Inferiores, me dijeron que había que construir una gran fábrica de jugadores. Comencé con las prácticas y pruebas con muchos de los chicos y, apenas lo vi a Mirko, me impactaron su presencia, el manejo del balón, la proyección que tenía para finalizar jugadas. Era un adelantado”, describió aquella primera impresión.

“Hubiera sido un grande en el fútbol argentino e internacional. Ya tenía una cotización millonaria en ese tiempo. Cuando pasó lo que pasó, yo estaba dirigiendo a Brown de Arrecifes y me vine volando por esa Ruta 8 que era un peligro, aparte, con tormenta; No lo podía creer. Había estado con el padre en Aeroparque, le había preguntado por él. Fue un desenlace imprevisto”, completó, con la voz entrecortada.

“Cuando los chicos suben a Primera, en general tienen una racha muy buena, pero después pasan por una meseta, caen en un bajón. Algunos vuelven como grandes figuras y otros no salen de esa meseta. Depende de la personalidad, del apoyo de la familia, del grupo; son muchos los factores”, describió el DT sobre la evolución lógica de los jóvenes que tocan Primera, al tiempo que reveló que “no podía creer cuando me contaron lo que había pasado. Un pibe joven, con tanto futuro por delante…”. No todos llegan a asentarse. No todos tienen un alto nivel de tolerancia a los golpes. Y hay golpes más fáciles de digerir que otros.

Sus mejores rendimientos los tuvo como volante central, con el joystick del mediocampo, manejando los tiempos. El pico de su nivel lo tuvo en 1999. Vaya paradoja, en diciembre de ese año, en un duelo de Reserva frente a River, sufrió la lesión que le quitó el envión que traía, el que lo había puesto en la vitrina de Europa. En ese contexto recrudeció su problema personal.

Lo mismo le sucedió a Marcelo Máximo, entonces cronista del diario Olé. “Eran mis últimos días como pasante. Recuerdo que llegué a la redacción para luego asistir a la práctica de San Lorenzo, previo al viaje en el que se jugaba su última ficha en busca de la clasificación a los octavos de final de la Libertadores frente a Cerro Porteño en Paraguay”, contó. Pero la planificación mutó diametralmente. “Nunca se está preparado para la cobertura de un hecho tan triste y doloroso. Me limité a observar y abrazar desde la sensibilidad que el periodismo -o al menos mi interpretación sobre nuestro rol- debe tener para contar algo así”, apuntó.

“La última vez que lo vi fue del jueves o viernes de la semana anterior. Estábamos en la puerta de Varela con otros periodistas. Venía en una camioneta grande; él, junto a Félix Benito. Se estaba recuperando de la lesión en la rodilla. Cruzamos dos o tres palabras; le preguntamos cómo estaba. Fue una escena de dos o tres minutos, la rutina de la salida del entrenamiento. Esa es la última imagen que tengo”, sumó el ahora profesor de DeporTEA.

“Ruggeri estaba muy mal. Después de lo que pasó, todos los días, antes de ir al entrenamiento, pasaba por el Cementerio de Flores”, reveló Flores sobre el hoy analista de TV, que siguió como entrenador de San Lorenzo hasta principios de 2001 -tuvo una segunda etapa en 2006-.

El domingo 9, la pelota siguió rodando sin empatía. El Cuervo tropezó 1-0 ante el Boca de Carlos Bianchi, con gol de Juan Román Riquelme a los 21 minutos de acción. Antes del clásico, la madre, las dos hermanas y Martín Saric ingresaron ayer al terreno de juego del Nuevo Gasómetro en agradecimiento por las muestras de apoyo recibidas. Cuando se dirigieron al área que da espaldas a la tribuna local, escucharon el atronador “se siente, se siente, Mirko está presente”.

En el país existe el Centro de Asistencia al Suicida Buenos Aires. Cualquier persona en crisis puede llamar confidencialmente marcando 135 (línea gratuita) o al (011) 5275-1135 las 24 horas del día. Está también el Centro de Atención al Familiar del suicida (CAFS): Tel. (011) 4758-2554 (

Fuente: telam

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