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23/10/2024

La “Bella Durmiente de Florida”: vivió 42 años en coma y hasta fue visitada por celebrities y políticos

Fuente: telam

Edwarda O’Bara fue la mujer que estuvo más tiempo en estado vegetativo de la historia, un hito que sigue siendo asombrando a la medicina y para el que fue clave la devoción inquebrantable de su familia

>La madrugada del 3 de enero de 1970, Edwarda O’Bara, una joven de 16 años, despertó entre espasmos y un dolor que jamás había sentido. Su madre, Kaye, la observaba con el Era el 22º aniversario de bodas de Kaye y Joe, su padre. Ninguno de ellos podía imaginar que esa fecha marcaría el comienzo de una batalla que duraría 42 años. Las horas en el hospital fueron frenéticas, mientras los médicos luchaban por revertir el daño que la combinación de neumonía y diabetes estaba causando en su cuerpo. Antes de perder la conciencia, Edwarda tomó la mano de su madre y susurró: “Prométeme que nunca me dejarás”. Kaye, aterrada y sin poder prever el calvario que estaba por venir, respondió sin dudar: “Por supuesto que no. Nunca te dejaré, querida. Te lo prometo”.

Aquella promesa sellaría una vida de sacrificio y amor incondicional. Edwarda cayó en un Sin embargo, su historia no terminó allí. Durante esos años, fue atendida en su casa por su familia, primero por sus padres y, más tarde, por su hermana Colleen. Kaye O’Bara jamás abandonó la promesa hecha a su hija en aquella cama de hospital. Rechazó institucionalizarla y convirtió su hogar en un santuario. Joe, su esposo, dejó su trabajo para dedicarse a los cuidados de Edwarda, pero el estrés pronto pasó factura. En 1977, apenas seis años después del inicio del coma de su hija, Joe murió de un infarto, con apenas 50 años. La carga emocional y financiera era inmensa.

Kaye reorganizó su vida alrededor de las necesidades de Edwarda. Durante casi 40 años, dormía solo 90 minutos seguidos para estar siempre disponible para su hija, quien, incapaz de moverse por sí sola, requería atención constante. Cada dos horas, la madre la alimentaba a través de un tubo con una mezcla casera que preparaba con esmero. También giraba su cuerpo cada tanto para evitar las dolorosas úlceras por presión, le leía libros, ponía música y susurraba palabras de aliento al oído de su hija inmóvil.

En marzo de 2008, Kaye falleció a los 80 años. La muerte de su madre fue un golpe devastador, pero Colleen O’Bara, la hermana menor de Edwarda, tomó el relevo sin dudarlo. Colleen dejó su trabajo como entrenadora de caballos para cuidar de su hermana, tal como había aprendido de su madre. “Ni siquiera lo pensé dos veces. Es mi hermana, y la amo”, afirmó a la página web de Récord Guiness.

Durante los últimos años de Edwarda, Colleen se mantuvo firme en la tarea de mantener viva a su hermana. La alimentaba, le trenzaba el cabello gris y la bañaba y además le hablaba a diario, convencida de que Edwarda, aunque no podía responder, estaba presente de alguna manera. Edwarda la miraba con sus ojos grandes y la comprendía. Incluso, poco antes de morir, ella le regaló una última sonrisa, la más grande que jamás había visto. Colleen recuerda ese instante con una mezcla de dolor y gratitud.

Edwarda O’Bara ya no está, pero la lección que dejó, el poder de una promesa, sigue inspirando a muchos alrededor del mundo.

Fuente: telam

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