El origen del Día de la Madre se remonta a tiempos muy antiguos, donde distintas culturas ya celebraban la maternidad a través de figuras divinas. En la Antigua Grecia, la diosa Rea, madre de los dioses del Olimpo, era honrada cada primavera como símbolo de la fertilidad y la maternidad. De manera similar, los romanos veneraban a Cibeles, la diosa de la tierra y la naturaleza, en festivales dedicados a su figura maternal. En Egipto, la diosa Isis también era adorada como la madre de todas las cosas vivas, reforzando la importancia del papel maternal en la creación y protección de la vida.

Sin embargo, el Día de la Madre moderno tiene sus raíces en los movimientos sociales del siglo XIX. En Estados Unidos, la activista Ann Maria Reeves Jarvis y posteriormente Julia Ward Howe desempeñaron un papel fundamental en la creación de un día dedicado a las madres. Tras la Guerra de Secesión, Jarvis organizó reuniones de madres para promover la paz y la reconciliación, mientras que Howe, a través de su famoso “Proclama del Día de las Madres”, llamó a las mujeres a unirse en favor de la paz mundial. En 1907, la hija de Ann Jarvis, Anna Jarvis, impulsó la idea de establecer un día oficial para honrar a las madres, logrando que en 1914 el presidente Woodrow Wilson proclamara el segundo domingo de mayo como Día de la Madre en Estados Unidos, tradición que luego se extendió a muchos países alrededor del mundo.