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20/10/2024

Clemente Onelli: el italiano que ayudó a marcar los limites del país, dirigió el zoo porteño y buscó un plesiosaurio

Fuente: telam

Se cumplen 100 años de la muerte de este romano que de joven se radicó en Argentina. Trabajó con el Perito Moreno, exploró la Patagonia y se lo recuerda por su paso innovadoren el zoológico, donde permaneció veinte años. Además, su intervención en la búsqueda de un animal prehistórico en el sur

>El carneador y el jefe guarda-fieras lloraban como chicos ese 24 de septiembre de 1912. Todos estaban conmovidos porque le estaban haciendo la autopsia a alguien muy especial. Era un oso blanco, el pensionista de más antigüedad con que contaba el zoológico porteño y con el que se habían especialmente encariñado. El que describía la escena, también compungido era el italiano Clemente Onelli, el director del establecimiento desde 1904. “¡Mi pobre viejo! ¡Mi oso querido…!”

Había nacido en Roma el 22 de agosto de 1864 y en su país estudió paleontología y geología en la Facultad de Ciencias Naturales, además de varios idiomas, entre ellos el español. Entonces no imaginaba que años después, además, llegaría a dominar el mapuche y el tehuelche.

Cuando llegó al país en 1888 con unas pocas libras en el bolsillo para probar suerte, tenía 24 años y era un profesional por demás preparado. El químico Pedro Arata lo presentó a Francisco Pascasio Moreno, quien se lo llevó a trabajar al Museo de La Plata como naturalista y explorador en la búsqueda de fósiles y esqueletos humanos.

Hizo una primera exploración al sur y llegó a Punta Arenas. Recorrió la zona de los lagos Argentino y San Martín, y a bordo del “Azopardo”, recorrió junto a Moreno los canales fueguinos. En un segundo viaje se concentró en el norte de la Patagonia. El bagaje de conocimientos que había adquirido en el estudio de la geografía, además de la fauna y flora, lo convirtieron en un experto en el conocimiento de esa región y sus conclusiones de esos viajes los plasmó en crónicas periodísticas, que lo llevó a dedicarse también al periodismo, y escribió el libro Trepando los Andes, que editó en 1904.

En septiembre de 1897 fue designado auxiliar segundo de la Subcomisión de estudios para la demarcación de límites con Chile y en julio de 1902 asumió como secretario general de la Comisión de Límites, en los que el Perito Moreno, su jefe pero a esa altura además su amigo, había tenido tanto que ver.

En 1904, su vida cambió cuando el presidente Julio A. Roca lo nombró, el 9 de febrero, director del Jardín Zoológico porteño. Ese mismo año había comenzado a dar clases de Historia Natural.

Inaugurado oficialmente el 30 de octubre de 1888, el zoo ocupaba un amplio predio dentro del Parque Tres de Febrero, en tierras que habían pertenecido a Juan Manuel de Rosas. Fue el primero en América Latina.

Vivía en una casa dentro del zoológico junto a su esposa María Celina Panthou, con quien se había casado en 1895, y no tendrían hijos.

Renovó por completo el sentido del zoológico. Cada nueva adquisición la anunciaba con bombos y platillos. Como cuando compró a una jirafa hembra en 1912, y como no había transporte adecuado, la llevó caminando desde Retiro para el deleite de los transeúntes, sorprendidos por tal inusual espectáculo.

Durante su dirección, se popularizaron los paseos en ponis, elefantes y camellos, lo que hizo aumentar exponencialmente el número de visitantes, que además se asombraban de las construcciones artísticas. Además, armó una biblioteca con más de 22 mil libros científicos.

Fueron suyos los impulsos para instaurar el día del árbol, en 1908 y el día del animal, ya que fue un promotor de las leyes tendientes a su protección.

El sábado 2 de mayo de 1908 celebró por primera vez el día del animal. Fue en el jardín zoológico e invitó a los alumnos de todas las escuelas primarias de la ciudad de Buenos Aires. Miles de chicos, congregados alrededor del Pabellón del Aguila, cantaron un himno especialmente compuesto por el músico catalán Leopoldo Corretjer, autor del “Saludo a la bandera” y del “Himno a Sarmiento”.

En el lunch que luego se ofreció estuvo presente el presidente José Figueroa Alcorta, quien fue encarado por catorce niñas quienes le pidieron por la vida del soldado Martín Alfonso, condenado a muerte por asesinar a un compañero en el regimiento 4. El presidente le pasó la cuestión a Rafael Aguirre, su ministro de guerra, que lo acompañaba, y prometió ocuparse. Aparentemente lo hizo, porque le fue conmutada la pena y enviado al penal de Ushuaia.

En mayo 1913 dejó inaugurada una fuente bebedero para animales en la esquina de Paseo Colón y Venezuela -justo frente a la casa natal del Perito Moreno- y también inauguraría una pileta en Parque Saavedra.

En 1922 el norteamericano Martín Sheffield, un viejo conocido de los tiempos en que recorrió la Patagonia, que había llegado al país tras los rastros de los delincuentes Butch Cassidy y Sundance Kid y que se dedicaba a la búsqueda de oro, le pasó un dato desopilante: que en el lago Epuyén, en la provincia de Chubut, habían avistado un animal de largo cuello, de cabeza de cisne y de cuerpo de cocodrilo, y de grandes dimensiones, al punto tal que impresionaban las huellas que dejaba en la costa, y que se trataría, ni más ni menos, que de un plesiosaurio, un reptil que durante el período jurásico habitaba los mares y que había desaparecido junto a las demás especies prehistóricas.

Y la marca de cigarrillos 43 también lo incorporó a sus campañas publicitarias, asegurando que al animal se lo podría cazar solo con invitarlo con un cigarrillo.

La labor de Onelli también fue reconocida en el exterior. El rey de Italia lo condecoró con la orden del Caballero de la Orden de la Corona, mientras que el emperador alemán le otorgó la Cruz Oficial de Francisco José.

Fuente: telam

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