Sábado 20 de Diciembre de 2025

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20/12/2025

“Diciembre en septiembre”, un cuento de Margarita Girardi

Fuente: telam

Una noticia inesperada genera confusión inicial, discusiones sobre el futuro y una decisión que cuesta comunicar, pero el amoroso desenlace todo lo cubre

>Sentada en el inodoro, intentaba no pensar. Se mantuvo allí más tiempo que el necesario hasta que decidió que mejor miraba la barrita infame no fuera a ser que las rayitas desaparecieran. Sus ojos se quedaron pegados a las dos líneas nítidas que confirmaban sus temores sin dejar lugar a dudas. Se tomó la cara con las manos y lo que empezó como un llanto bajito se transformó en un tumulto del que participaba el cuerpo entero temblando descontrolado.

─¿Qué pasa, Nina?

Nina había practicado una y mil veces cómo darle la noticia en sorbos, pero no había manera. Igual que no había forma de estar casi o apenas embarazada. Estaba y punto y así se lo dijo, como clavándole un cuchillo.

─¿Estás segura?

─¿Fuiste al médico?

Pablo hizo lo primero que le salió: la abrazó. Nina se sintió segura en los brazos de él. Ella no sabía guardar angustias, pero esta vez se había tomado unos días hasta que sintió que su cabeza era un huevo revuelto y dormir, una pesadilla. Ahora Pablo la tenía en sus brazos y le preguntaba “¿qué hacemos?” usando un plural que la confortó como una sopa caliente en noche de invierno. Ella le explicó que no quería contarle a nadie más hasta no tomar una decisión. Allí se produjo un silencio largo y doloroso que él rompió:

Ella estaba parada en otra orilla. Le dijo que era un tierno, pero enseguida quiso empaparlo con agua salada. ¿Qué iban a hacer ellos con un pibe sin siquiera haber terminado la secundaria? Agregó que su papá la iba a matar.

─Si no lo tenemos, no tiene por qué enterarse nadie.

Nina le respondió con voz ronca que no sabía lo que quería, que no podía pensar en que le creciera la panza, que le saliera un chico y que ese chico fuera su hijo.

─ Nina, yo sé que sos vos la que carga con el crío en el cuerpo y la que está más jodida con esto, pero si le querés dar para adelante, yo no te voy a dejar sola. Nos vamos a arreglar. Tendremos que hablar con los viejos y soportar las broncas que se nos vengan, pero si estamos firmes, ellos no tienen otra que aceptarlo y ponerse felices porque van a ser abuelos.

─No tengo idea. Sí sé que quiero trabajar. Yo ya cumplo dieciocho y puedo ser cadete o transformar el auto de mi viejo en un Uber. Hay mil cosas que puedo hacer si el tema es la guita.

─¡Papá! Esto no es culpa de Pablo. En todo caso somos los dos. ¿Estás loco?

Pablo abrazó a Nina y enfrentó a los cuatro con firmeza.

Rita, la madre de Pablo, tomó la posta e intentó razonar con calma.

─No, vieja. Les estamos pidiendo ayuda. El niño es nuestro.

─Mamá, Nina está de cinco meses. Ya no hay vuelta atrás.

Leopoldo bosteza, estira su cuello y deja caer la cabeza hacia atrás al tiempo que aprieta los puños. Se arrellana sobre el colchón, pero sigue con los ojos cerrados. Aún no quiere despertarse. Vuelve a succionar su chupete. Nina lo acaricia embelesada, sin sombras.

Fuente: telam

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