17/12/2025
Un niño de cinco años, la patada de un caballo y una presunta muerte clínica: el milagro que convertirá en beato a Enrique Shaw
Fuente: telam
La Iglesia pronto le atribuirá un milagro a Enrique Shaw, lo que abre el camino hacia su beatificación. La crónica de ese acontecimiento que la ciencia no logra explicar y que sucedió luego de que cerca de ocho mil personas le rezaran al empresario argentino. Los testimonios de Monseñor Santiago Olivera, vicepostulador de la causa de beatificación, y de Fernán de Elizalde, administrador de la misma
>El 21 de junio de 2015, en un campo de la localidad bonaerense de Suipacha, la vida de una familia cambió para siempre. Un niño de cinco años jugaba cerca de un corral cuando ocurrió un hecho tan inesperado como brutal: un caballo, asustado por la presencia de una víbora, lanzó una violenta patada que impactó de lleno en su cabeza. El golpe fue devastador y le provocó una lesión craneana gravísima. En medio de la angustia y sin pronóstico alentador, la familia comenzó a pedir la intercesión del empresario argentino Enrique Shaw. Hoy, aquel niño, convertido en adolescente, lleva una vida normal y sin secuelas. Una curación que la ciencia no logra explicar y que pronto será reconocida por la Iglesia como un milagro atribuido a Enrique Shaw, abriendo así el camino a su beatificación. En exclusiva para Infobae la entrevista a Monseñor Santiago Olivera, vicepostulador de la causa de beatificación de Enrique Shaw, y a Fernán de Elizalde, administrador de la causa.
“La madre fue testigo directa de la tragedia. El padre se encontraba lejos. Cuando logran levantar al niño, la situación era desesperante: no respondía, no reaccionaba, parecía no respirar. Todo indicaba que estaban ante una muerte inminente”, narra Fernán.Sin tiempo que perder, lo suben a una camioneta y emprenden una carrera contra el reloj. Durante el trayecto buscan ayuda en distintos puntos: Suipacha, Chivilcoy y otros pueblos intermedios. En Chivilcoy ocurre el primer hecho decisivo: dos médicas, ex oficiales de la Fuerza Aérea y con experiencia en trauma, logran provocar una reacción vital mínima, suficiente para que el niño pueda resistir el traslado posterior en avión sanitario. Gracias a esa intervención, el niño logra llegar con vida al Hospital Universitario Austral, en Buenos Aires, incluso soportando un traslado aéreo en helicóptero.Es en ese momento límite cuando el padre realiza un gesto interior decisivo. Con una fe absoluta, se encomienda a la intercesión de Enrique Shaw, empresario argentino y padre de familia, cuya causa de beatificación estaba en curso. Pronuncia una frase que quedará grabada para siempre: “Yo te cambio tu santidad por la salud de mi hijo”, afirma De Elizalde.
Desde entonces, la familia inicia una acción tan simple como poderosa: pedir oración. No a un santo consagrado y conocido, sino a un hombre que muchos no sabían quién era. Al principio rezan los más cercanos. Luego, la cadena crece. Con el paso de los días, entre 7.000 y 8.000 personas en distintos países rezaban por el niño, pidiendo su curación por intercesión de Enrique Shaw.“Una tía del niño, diseñadora gráfica, crea una estampita de Enrique Shaw, que en lugar de decir ‘venerable’, dice abajo ‘que sea tu milagro’”, comenta el administrador de la causa. La imagen comienza a circular por redes sociales, por el hospital, incluso es colocada discretamente detrás de la cama en terapia intensiva. Enfermeros y personal médico, sin conocer del todo la historia, también se suman a la oración.La válvula se importa del exterior y se convoca a un especialista para realizar la intervención. La operación estaba programada para las tres de la tarde de un día determinado. La madre, angustiada, reza con una intención muy precisa: que su hijo sobreviva sin secuelas, sin quedar marcado para siempre.
Entonces ocurre el hecho clave. Minutos antes de entrar al quirófano, el cirujano realiza una verificación final de rutina. Al hacerlo, descubre algo absolutamente inesperado: el líquido comienza a drenar de manera espontánea y normal. La presión intracraneana se había regularizado sola. La válvula ya no era necesaria. La cirugía se suspende.“Ese instante marca con claridad un antes y un después, un criterio fundamental en los procesos canónicos de reconocimiento de un milagro. Lo que la medicina no podía explicar ni lograr, había ocurrido sin intervención técnica”, asegura De Elizalde.Por su parte, Monseñor Santiago Olivera, vicepostulador de la causa de Enrique Shaw, explica: “En nuestro lenguaje común decimos que algo es un milagro cuando no tiene explicación. Pero en la Iglesia, cuando se estudia un milagro en Roma, se comprueba que, con todas las razones médicas, el hecho excede la explicación científica. Y la curación que no tiene explicación es la que supera la ciencia médica”.
La documentación médica, los estudios, la evolución clínica y los “saltos” positivos inexplicables fueron analizados con rigor. La conclusión fue clara: la ciencia no puede dar cuenta suficiente de lo ocurrido. Infobae intentó comunicarse con la familia del niño, pero prefieren mantenerse en el anonimato.Monseñor Olivera sostiene: “El milagro siempre es un milagro de Dios, pero en este caso se pidió con insistencia la intercesión de Enrique Shaw, y así fue. Lo que parecía imposible, se dio”. Y recuerda que, si bien pueden existir otros tipos de milagros, “lo más común y lo más claro en las causas de beatificación y canonización son las curaciones físicas inexplicables”.Por eso, este hecho fue reconocido como el milagro atribuido a la intercesión de Enrique Shaw, el que abrió definitivamente el camino a su beatificación.
Enrique Shaw no fue sacerdote ni religioso. Fue empresario, esposo, padre de nueve hijos y oficial de la Armada, y su vida —vivida con una coherencia poco frecuente— lo convirtió en uno de los próximos beatos argentinos.Nacido en 1921 en el Ritz de París, Shaw entendió la empresa de un modo radicalmente distinto al habitual: no como una máquina de lucro, sino como una comunidad de personas. Convencido de que el trabajo debía estar al servicio de la dignidad humana, promovió relaciones laborales basadas en el diálogo, la justicia y el respeto, incluso en contextos de fuerte conflictividad social.Fue fundador y primer presidente de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), desde donde impulsó con fuerza la Doctrina Social de la Iglesia en el corazón del mundo económico argentino. Su mensaje era claro y contracultural: fe y empresa no solo son compatibles, sino que deben integrarse.
A diferencia de otros caminos de santidad, Shaw eligió permanecer en el mundo empresarial por discernimiento espiritual. Cuando expresó su deseo de dejar la empresa para trabajar directamente con los obreros, un sacerdote —de la diócesis de Chicago— lo exhortó a quedarse: su misión era transformar la empresa desde dentro. Un dato que hoy adquiere valor simbólico, ya que esa misma diócesis es la de origen del actual Papa León, quien lo ha definido como “un hombre providencial para nuestros tiempos”.Enrique Shaw va camino a convertirse en el primer empresario beato y futuro santo. Solo falta que se expida el Papa León XIV.
Fuente: telam
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