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15/12/2025

El día que Mauricio Macri jugó al golf con Donald Trump: “Es un personaje que se portó muy bien con Argentina”

Fuente: telam

El expresidente recordó cómo nació su vínculo con el actual mandatario de los Estados Unidos. Además, analizó la figura y el vínculo que mantuvo con su padre, Franco Macri

>La experiencia de Mauricio Macri negociando con Donald Trump en Nueva York durante la década de 1980 dejó una huella indeleble en la historia empresarial argentina y en la relación posterior entre ambos líderes. Según relató Macri, el vínculo con Trump, marcado por la competencia y la astucia, se forjó en un contexto de grandes apuestas inmobiliarias y desafíos financieros, y más tarde se reflejó en la actitud favorable del expresidente estadounidense hacia la Argentina durante la gestión presidencial del fundador de PRO.

El origen de este vínculo se remonta a la decisión de Franco Macri, padre de Mauricio, de invertir en el mercado inmobiliario neoyorquino durante la llamada “tablita de Martínez de Hoz”, cuando el peso argentino tenía un valor muy bajo frente al dólar. Franco Macri adquirió dos terrenos en Nueva York, convencido de que era el momento adecuado para invertir en el exterior.

Según relató el expresidente Macri, la ambición de su padre Franco lo llevó a interesarse por una propiedad aún mayor: el Pennsylvania Rail Wheel Station, un terreno de dimensiones colosales entre las calles 59 y la 72 del West Side, en una zona de Nueva York que aún no había sido desarrollada. La opción de compra de ese terreno, en 1980, ascendía a 90 millones de dólares (más de 300 millones en valores actuales), una cifra descomunal para un empresario argentino en su primera incursión internacional.

Además, el acuerdo contemplaba que Hirschfeld, el intermediario, se quedara con el 30% de la operación sin aportar capital, lo que generó dudas en el entorno de Franco Macri. Sin embargo, este decidió avanzar, vendió las propiedades previas y se abocó a obtener las aprobaciones necesarias del Consejo Deliberante y la Asamblea barrial, cediendo incluso una estación de metro como parte de las negociaciones.

El banco exigió la incorporación de un socio local, pero rechazó sucesivamente a todos los candidatos presentados por Macri, insistiendo en que el socio debía ser Trump. La presión financiera y legal llevó a Franco Macri a sentarse a negociar con Trump, iniciando un proceso de due diligence que se extendió entre 60 y 90 días, durante el cual Trump buscó modificar los términos para reducir el precio.

Un episodio clave ocurrió cuando ambos jugaron al golf en Winfoot, una prestigiosa cancha a las afueras de Nueva York. Macri ganó la partida, lo que enfureció a Trump y generó tensión en la negociación. Según el presidente del PRO, su equipo le advirtió que debía dejar ganar a Trump para no poner en riesgo el cierre del acuerdo. En la siguiente partida, Macri permitió que Trump ganara, lo que este reconoció con la frase: “He played customer golf, but I love it.” El caddie le explicó a Macri que Trump había notado la maniobra, pero no le importó.

La figura de Franco Macri emerge como un emblema de la inmigración, el riesgo empresarial y la transformación social en la Argentina del siglo XX, según el testimonio de su hijo, quien reconstruye su legado en el libro Franco. Su historia, marcada por la llegada a Buenos Aires a los diecisiete años tras sobrevivir a la guerra en Europa, ilustra el recorrido de un joven italiano que, tras rehacer sus estudios secundarios en la ciudad y comenzar como administrativo en una obra, ascendió hasta convertirse en el empresario más influyente del país a finales de los ochenta.

La relación con Fiat resultó determinante: en los años ochenta, cuando la automotriz decidió retirarse del país, Franco aceptó el desafío de adquirir tanto la constructora como la fábrica de autos, pese a su desconocimiento del sector automotor. Según Mauricio Macri, “lo que ganó con la fábrica de autos durante muchos años fue a pagar lo que perdía la constructora”, una paradoja que ilustra las dificultades del empresariado argentino en tiempos de déficit fiscal y desorden presupuestario.

En 1989, Franco Macri era el empresario número uno de Argentina, con más de treinta mil empleados directos, el cuarenta y cinco por ciento del mercado automotriz, la primera empresa de telefonía celular y la segunda constructora del país. Sin embargo, la década siguiente trajo el declive: “Ya le empezaba a ir mal”, afirma Mauricio Macri. El intento de gestionar el Correo Argentino resultó en una pérdida patrimonial significativa, agravada por la competencia desleal y la imposibilidad de cobrar servicios prestados al Estado. “Puso esos USD 500 millones a valores de hoy y no se llevó un dólar de vuelta”, destaca el expresidente.

La personalidad de Franco, definida por su impulso creador y su aversión al disenso, marcó tanto su éxito como sus dificultades. Mauricio Macri reconoce en su padre a su “primer gran maestro y gran antagonista”, y atribuye a la genética y al ejemplo cotidiano la transmisión del espíritu emprendedor. “Papá amanecía temprano y su día era hacer y hacer y crear”, recordó.

En el plano personal, Mauricio Macri reconoció que el dolor más profundo en su relación con su padre se produjo al inicio de su distanciamiento, cuando la idealización era mayor. “Mi papá fue mi maestro, mi ídolo. Yo veía casi todo a través de sus ojos hasta que empezó a pasar esto”, confesó. Y atribuyó a la terapia la comprensión de que “somos producto de nuestros padres y lo máximo que podemos hacer es intentar mejorarlos en algo un poco”.

La visión de Mauricio Macri sobre el empresariado local es crítica respecto a la percepción social. En este punto, sostuvo que la falta de reglas de juego claras y la colusión entre justicia, política y empresarios frenaron el desarrollo y alimentaron la desconfianza. Sin embargo, destacó ejemplos recientes de éxito como Mercado Libre, Globant y Aleph, y observó un cambio de actitud en la sociedad hacia los empresarios.

Consultado sobre los cinco argentinos más destacados, Mauricio Macri mencionó a Domingo Sarmiento, Juan Bautista Alberdi, Diego Armando Maradona, Lionel Messi y René Favaloro, y reconoció el impacto de Marcos Galperín como empresario. A los jóvenes emprendedores, les aconsejó buscar su pasión, comprometerse con constancia y mantener el equilibrio: “La vida es como un campeonato de fútbol. Disfruten el camino, el recorrido, y no tanto la desesperación por llegar a ese lugar”.

Sobre el trabajo en familia, recomendó a que cada uno tenga su espacio y advirtió sobre los riesgos de la emocionalidad en la toma de decisiones. “La emocionalidad altera la racionalidad”, afirmó. Y sugirió que las empresas familiares avancen hacia reglas internas que limiten la participación operativa de los familiares.

Fuente: telam

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