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07/12/2025

Al fin se reconoce lo que está pasando: EEUU y su estrategia de seguridad nacional

Fuente: telam

La Estrategia de Seguridad Nacional 2025 marca el cambio más profundo desde el fin de la URSS: Washington prioriza su hemisferio, negocia con China como “competidor” en lugar de amenaza, y advierte a Europa que debe hacerse cargo de su propia defensa antes de 2027

>En días recientes se hizo pública la Estrategia de Seguridad Nacional 2025 de Estados Unidos. Al respecto, es indudable que a todos nos consta que el mundo vive años de profundo cambio, fundamentalmente promovidos desde EEUU, ya que el país que tanto contribuyó a crear las reglas del sistema internacional post segunda guerra mundial hoy está modificando su propia creación. Es sin duda el cambio más profundo desde el fin de la ex URSS, con un agregado, ya que ahora afecta al sistema internacional de relaciones económicas, que casi no fue tocado por su caída, debido a que siempre fue un actor marginal en lo financiero.

A esta situación ha contribuido la propia administración Trump que no ha explicado bien lo que quiere hacer, como también sus críticos no pueden salir de un rechazo automático a la persona de Trump. Por lo demás, han escaseado los libros que, con alguna distancia, intenten explicar lo que está ocurriendo, sin recurrir al halago o a la condena automática.

Es indudable que puede fracasar, ya que lo que Trump pretende no se ha convertido todavía en leyes que le den permanencia, sino que son fundamentalmente “órdenes ejecutivas”, es decir, decretos que pueden ser invalidados por un próximo gobierno demócrata o quizás por la Corte Suprema que todavía no ha revisado el fondo de ninguna de estas medidas, institución que puede ponerle fin u obligar a su modificación. Todo ello puede ocurrir, pero mientras el gobierno Trump se mantenga van a marcar un rumbo, que dado el poder de EE. UU. puede obligar al resto del mundo a adecuarse o integrarse a este tren en marcha.

Es así como para América Latina (AL) se habla del “corolario Trump” a la Doctrina Monroe del siglo XIX, la que impedía que otras potencias le disputaran el control del hemisferio americano. En otras palabras, el regreso del imperio, que, coincidiendo con un cambio político hacia la derecha en la región, puede obligar a que los países opten, reduciendo mucho el margen de maniobra hoy existente, que ha posibilitado una fuerte penetración económica de China. En otras palabras, el documento le pone contexto a lo que está teniendo lugar en las costas venezolanas, que, sin duda, obliga a creerle a Trump cuando dice que el despliegue militar en el Caribe “va mucho más allá de una campaña de presión” contra Maduro y su régimen.

Sin embargo, ello sigue debiéndose a la droga y la inmigración ilegal, por lo que más allá de su ubicación geográfica, Latinoamérica sigue siendo poco relevante en comparación a otras áreas y sectores. Al respecto, nada en esta Estrategia es tan llamativo como el hecho que China ya no aparece como la amenaza principal, sino como el más importante de los “competidores” de EE. UU., confirmando que con China a través del tema de los aranceles se está buscando un acuerdo global que beneficie más a Washington que lo actualmente existente, que fije un nuevo marco que reemplace a lo que surgió después de la segunda guerra mundial, y que hoy está desapareciendo. En otras palabras, si hay un acuerdo con China, el poder económico de ambos es tal, que obligará a todo otro país a integrarse al nuevo marco de referencia.

En términos de influencia militar, este documento busca “reajustar la presencia militar global” de EE. UU. “para enfocarse en amenazas más urgentes para el hemisferio”. En otras palabras, por sobre lo externo, adquiere aún más importancia lo que se percibe como amenazas para el propio territorio estadounidense, lo que contribuye a explicar cuan centrales son incluso en términos militares, los temas relacionados con la inmigración ilegal o las drogas, por exagerados que parezcan. Es decir, dígase lo que se diga fuera del país, EE. UU. ha tomado la decisión de concentrar vastos recursos en estos problemas.

Europa ya no tiene la importancia de antaño, sino que se le ve como un continente en inevitable declinación, no como un igual, sino como una pérdida civilizatoria, por duro que suene, se la ve en decadencia estructural y sistemática.

Aunque no usa estas palabras, mi interpretación es que todo indica que una vez que se reconstituya la idea de Occidente con más confianza en sí mismo, al igual que se respete el legado de la ilustración y de la cultura judeo-cristiana, existiría la base que le permita a EE. UU. acometer otras tareas, como por ejemplo, mejores condiciones militares, políticas y económicas para seguir siendo la potencia indiscutida en el siglo XXI, donde suponemos que el suplemento de poder necesario debiera ser algo que el propio documento no lo dice, pero que se desprende de todo lo que hoy Washington hace, en el sentido, que el nuevo escenario de poder lo marca la Inteligencia Artificial.

La lectura de este documento permite relacionarlo con otros hechos, por lo que no debiera ser sorpresa que paralelamente, en los mismos días, haya trascendido que el año 2027 es el plazo fijado por EE. UU. para que Europa se haga cargo de lo que tiene que ver con la OTAN en ese continente, o si no EE. UU. simplemente va a hacer abandono del compromiso con algunos deberes que hoy recaen en el Pentágono.

No hay duda que China pretende reemplazar a EE. UU. como la superpotencia del siglo XXI, lo que se sabe porque repite paso a paso lo que ese país hizo el siglo pasado para destronar al Reino Unido, pero el documento introduce una dosis de realismo, ya que la superioridad de Washington se mantiene, como también es cierto, que el avance chino es tal, que las diferencias han disminuido año a año, todos los años, y que en términos económicos, la resistencia china en el tema de los aranceles logró lo que ningún otro país pudo obtener, el reconocimiento por parte de EE. UU. que China necesitaba mayor paciencia y una negociación especial, en lo que indudablemente influyó el hecho que Beijing no solo resistió exitosamente las sanciones, sino que también fue capaz de responder de tal forma, que Washington se vio obligado a reconocer el predominio indiscutido de China en las llamadas “tierras raras”, importantísimas para las nuevas tecnologías y la industria de defensa, todo un ejemplo de la larga “siesta” estadounidense que permitió tal predominio de Beijing.

Para llegar a este documento, mi impresión es que para un análisis más sobrio del actual momento de EE. UU. influyen hechos que a mi juicio deben haber influido, como el fracaso de las sanciones económicas que pretendieron detener la invasión rusa de Ucrania y también el dominio demostrado por China de las cadenas de suministro y del mercado de medicamentos durante la pandemia, lo que coincidió con la primera administración de Trump.

Lo que no sorprende es el entusiasmo para que se refuercen los lazos con la India, país en camino a desplazar a Europa como la tercera o cuarta potencia del siglo XXI. El sentido general de esta Estrategia de Seguridad Nacional es que todo indica que en lo que resta del gobierno de Trump el tema con Beijing no va a ser planteado como “autoritarismo” versus “democracia”, por mucho que se esté buscando un acuerdo económico para el siglo XXI semejante a lo que fue en términos políticos, la “détente” negociada con la URSS el siglo pasado.

En el caso de Europa, EE. UU. parece querer tener buenas relaciones con los países, pero no a través de la Unión Europea a quien, en muchas declaraciones y decisiones, EE. UU. parece responsabilizar de las políticas inmigratorias y de la islamización progresiva de las calles en varios de sus países, además de ataques a las empresas tecnológicas estadounidenses y la libertad de expresión. En otras palabras, parece creer que mientras tenga esta estructura, la UE debiera reforzar el poder y libertad de sus países en vez de imponer una visión centralizada, a la cual Washington hoy parece atribuirle la desaparición progresiva de una historia civilizatoria magnifica, ya que esa burocracia estaría socavando la libertad y la soberanía de los países que la integran.

El recorrido por las distintas regiones, demuestra lo poco gravitante que resultan ser áreas más bien marginales como parece ser hoy África, a pesar de la gran presencia económica china como también rusa, país que en los últimos años ha sido beneficiado por golpes de Estado en Níger, Mali, Burkina Faso, región donde Francia ha sido desplazada como ex imperio colonial y Rusia predomina gracias a la utilización del grupo Wagner, hoy totalmente dependiente del Kremlin, después de la muerte de su fundador. De aún mayor gravedad, es el hecho que hoy sea la región del mundo de mayor crecimiento del yihadismo por intermedio de organizaciones terroristas que reivindican las banderas del Estado Islámico y Al Qaeda, elementos cuya pasada importancia ha desaparecido en la nueva Estrategia.

Eso da una idea de la importancia decreciente y no creciente para EE. UU. de los recursos naturales en su relación con el tercer mundo, ya que la actual politica de energía que en lo interno se aleja de las restricciones medioambientales para estimular la producción de petróleo y gas en suelo estadounidense, hace necesario la revisión de antiguos planteamientos que explicaban decisiones estadounidenses por su “sed” de petróleo, ya que todo apunta a fortalecer su autosuficiencia, por lo que a diferencia del pasado, ni hoy ni en el futuro cercano, decisiones sobre Venezuela podrían tener relación directa con el abastecimiento de petróleo, sino tendrían otro tipo de motivaciones.

Es indudable que va a tomar formas distintas, y lo poco que se habla del medio oriente da una idea que las intervenciones militares en este periodo no debieran tener como objetivo primordial la imposición de un modelo, y si se utiliza la flota como hoy está ocurriendo con Venezuela, es quizás como era en la época de Monroe, para provocar la caída del régimen más que para que ingresen las tropas a ese territorio.

Como conclusión, criticar en detalle esta Estrategia de Seguridad Nacional necesitaría de otra columna. Por ahora, por su oportunidad e importancia, hay que destacar la necesidad de que quienes deseen opinar al respecto, por lo menos la lean, para que exista mayor fundamentación que simplemente aplaudir o condenar solo por Trump, ya que este documento permite entender mejor algunas de las decisiones que toma la potencia que aún sigue siendo EE. UU.

-Máster y PhD en Ciencia Politica (U. de Essex), Licenciado en Derecho (U. de Barcelona), Abogado (U. de Chile), ex candidato presidencial (Chile, 2013)

Fuente: telam

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