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03/12/2025

Una muestra transforma un sótano porteño en una inquietante experiencia sensorial

Fuente: telam

La exposición “Todo lo sólido”, en el nuevo y nada tradicional Espacio Un Congreso, reúne a seis artistas que exploran la ciudad como un organismo en mutación

>Como un speak easy, un secreto revelado, la exposición Todo lo sólido abrió sus puertas en un sótano de Buenos Aires, oculta -casi- de las luces, como un inframundo que plantea, a partir de la obra de cinco artistas, un diálogo en tono de confidencia con lo que sucede en el afuera, en la Ciudad.

Allí, lo etéreo se vuelve rústico, crudo, la temperatura desciende y entre esas cuatro paredes, carcomidas por la humedad, que revelan una fragilidad estructural, las obras de Aurora Castillo, Emilia de las Carreras, Denise Groesman, Carlos Gutiérrez, Julia Padilla y Federico Roldán Vukonich convierten a la muestra en una experiencia inquietante, abierta a los sentidos o despojada de ellos.

Con la curaduría de Carla Chasco, Paloma Beracochea, Pilar Santos y Manuel Maquirriain, Todo lo sólido propone una mirada sobre la ciudad contemporánea, a partir de una disposición en la que se crea un microbioma, como si allí, abandonados por una devastación distópica, habitaran organismos, mutaciones de una vida que ha dejado de existir o que está surgiendo.

Es interesante, en ese sentido, cómo el espacio funciona con las obras, que de ser puestas en un cubo blanco perderían la potencia que generan al trabajar en conjunto.

En este contexto, el barrio mixtura una parte de casco antiguo, cercana al proyecto modernista y europeo que llevó al desarrolló de la Avenida de Mayo durante el centenario, con edificios posteriores, que revelan el avance del hormigón, le hierro y el vidrio, lo funcional y económico por sobre lo bello.

Bajados los escalones, una caja de Federico Roldán Vukonich invita a ingresar el brazo en una especie de glory hole infinito, ya que a medida que se avanza en su interior se genera una expectativa por llegar hacia algún lugar, pero al nunca suceder la tensión por ese encuentro va in crescendo.

Por su parte, Emilia de las Carreras utiliza materiales residuales para construir formaciones que evocan geologías humanas, convirtiendo desechos en huellas culturales y afectivas que aspiran a ser leídas como futuro pasado.

En su quehacer, Aurora Castillo crea entornos a partir del diálogo entre pintura, hierro y látex, inspirándose en conceptos biológicos para generar paisajes imaginarios: una escultura flota en la sala sobre un charco que parece haberse generado, como si fuera saliva o desperdicios, de la figura y, a un costado, dialoga con una video instalación realizada a partir de capturas del interior más profundo de un río, que reflejan las potentes vibraciones de lo microscópico. La existencia, que se manifiesta, más allá de lo visible.

Carlos Gutiérrez, por otro lado, se presenta con dos esculturas que remiten a osamentas, a la columna vertebral de algo, de alguien, que allí quedó, a la espera de una salida, y que el tiempo, o algunas de las otras obras, terminó por consumir hasta el tuétano.

La muestra parte de la premisa, escribe Federico Felipe Pérez en el texto de sala, de que la ciudad es un “diálogo de fuerzas materiales”, donde infraestructuras, sujetos, residuos y sedimentos interactúan en un sistema de tensiones antagónicas.

Esta perspectiva rechaza la idea de una urbe orgánica e integrada, y en su lugar, invita a pensar en la posibilidad de microtopías: espacios modestos y experimentales que surgen en las grietas de la decadencia urbana.

*Todo lo sólido, en Espacio Un Congreso, Hipólito Yrigoyen 1386, Congreso. Jueves y sábado 29, de 18 a 21. Hasta el 13 de diciembre. Entrada gratuita

Fuente: telam

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