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08/11/2025

Un estudio reveló cómo el agua bajo tierra llega al mar y lo modifica

Fuente: telam

Investigadores del Instituto Weizmann de Ciencias, descubrieron un impacto hasta ahora desconocido de los acuíferos costeros en la química oceánica. Los detalles

>* Este contenido fue producido por expertos del Instituto Weizmann de Ciencias, uno de los centros más importantes del mundo de investigación básica multidisciplinaria en el campo de las ciencias naturales y exactas, situado en la ciudad de Rejovot, Israel.

En un estudio Su investigación demostró que estos flujos de agua ocultos pueden tener un poderoso efecto en la química del océano, un efecto que podría rivalizar con el de los ríos y las fumarolas volcánicas de las profundidades “Durante años me pregunté si se había medido la cantidad de sustancias químicas que fluyen entre los acuíferos costeros y el océano”, dijo Kiro. “Supuse que alguien ya lo habría hecho, pero no encontré ningún estudio que lo abordara en detalle. Me llevó años reunir el valor necesario para investigarlo yo misma”.

Contrariamente a lo que se suele creer, el acuífero local contenía no solo agua dulce, sino también agua salada rica en minerales, lo que sugería la posible existencia de procesos químicos que se desencadenaban bajo la superficie. Kiro se dio cuenta de que los hallazgos del Mar Muerto podrían arrojar luz sobre procesos que ocurren en acuíferos de todo el mundo, aunque esto requeriría un enfoque completamente diferente. “Fue entonces cuando empecé a pensar: quiero estudiar esto algún día en los océanos”, afirmó.

La química oceánica es fundamental para comprender el clima. El océano absorbe enormes cantidades de dióxido de carbono de la atmósfera, lo que contribuye a regular las temperaturas globales. Sin embargo, la cantidad que puede absorber y la velocidad a la que lo hace dependen de la composición química de sus aguas.

“Cuando intentamos comprender cómo responde el océano al aumento de los niveles de CO₂ que acompañan al cambio climático, necesitamos averiguar qué controla su equilibrio químico”, afirmó Kiro.

Para comprender ese efecto, Kiro tuvo una idea original y creativa. Comparó dos tipos de muestras de agua de acuíferos recogidas por otros investigadores: las tomadas de perforaciones profundas a varios cientos de metros tierra adentro desde la costa, y las obtenidas más cerca de la costa, justo debajo de la línea costera.

Sin embargo, las muestras más profundas, que contenían agua de mar que se filtraba al acuífero debido a las diferencias de densidad —un proceso a largo plazo que duraba décadas o incluso siglos—, mostraban una presencia de agua de mar mucho más marcada. Kiro concluyó que una interacción lenta pero constante con el agua de mar a través de los sedimentos había transformado la composición del agua en las profundidades de los acuíferos con el paso del tiempo.

Yendo un paso más allá, Kiro calculó las cantidades de elementos químicos como calcio, magnesio, sodio y potasio que se movían entre los acuíferos y el océano. Determinó sus concentraciones en diferentes regiones y extrapoló esas cifras al nivel global. Surgió un patrón claro: ciertos elementos fluían constantemente hacia el océano, mientras que otros eran extraídos de él.

Uno de los elementos era el calcio, que desempeña un papel indirecto pero crucial en el ciclo del carbono de la Tierra. Cuando el CO₂ se desintegra en el agua del océano, uno de sus productos de descomposición es el carbonato, que, mediante una serie de reacciones bioquímicas y geoquímicas, se une al calcio para formar carbonato de calcio: el mineral que compone las conchas de los organismos marinos. Cuando estos organismos mueren, sus conchas quedan enterradas en el fondo marino, reteniendo el carbono durante miles o incluso millones de años.

Los cálculos de Kiro demostraron que los acuíferos costeros aportan al agua oceánica alrededor de 5 teramoles de calcio al año, en comparación con los aproximadamente 13 teramoles de los ríos y los 1,6 de las fumarolas submarinas. Esto representa una proporción considerable, lo que significa que estos acuíferos desempeñan un papel real —y a menudo ignorado— en el ciclo global del carbono.

Estos procesos, hasta ahora no documentados, amplían considerablemente nuestra comprensión de la química oceánica. Y esto cobra aún mayor importancia ante el cambio climático.

“La salinización de los acuíferos podría estar ocurriendo más rápido de lo que predicen los modelos actuales, lo cual debe tenerse en cuenta en la gestión de los recursos hídricos costeros”, afirmó Kiro.

Fuente: telam

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