02/11/2025
Los habitantes de un pueblo podrían trasladarse por el aumento del nivel del mar: dónde queda
Fuente: telam
Autoridades y vecinos debaten el futuro del lugar, que se convirtió en una nueva referencia de la migración planificada ante el cambio climático
>El pequeño pueblo de Miquelón enfrenta una transformación histórica frente alAsentado en la isla homónima, dentro del archipiélago francés de Saint-Pierre y Miquelón, se ubica en el Atlántico Norte, a unos 25 kilómetros al sur de la isla canadiense de Terranova. Estas islas, bajo administración francesa, se encuentran en América del Norte.
La decisión de desplazar el pueblo a terrenos más elevados divide a los residentes y refleja los desafíos sociales y logísticos que plantea la crisis ambiental en territorios vulnerables. La historia de Miquelón, marcada por el apego a la tierra y una cultura ligada al mar, ilustra un fenómeno global: el aumento del nivel de los océanos, identificado como “una amenaza existencial para naciones insulares enteras”, según la secretaria general de la Organización Meteorológica Mundial (WMO), Celeste Saulo.La decisión de mover Miquelón a una colina situada 40 metros por encima del nivel del mar surgió tras años de advertencias y episodios climáticos extremos. Según declaraciones de residentes, brindadas al medio The Guardian, el detonante fue la declaración en 2014 del entonces presidente de Francia, François Hollande, quien alertó al llegar a la isla que el pueblo enfrentaba “el riesgo de desaparecer a causa del ascenso del nivel del mar”.
“Para un pueblo tan pequeño, significaba que no había futuro”, explicó Xénia Philippenko, geógrafa de la Université du Littoral Côte d’Opale, a The Guardian. Su testimonio subraya la atmósfera de incertidumbre que se instaló entre los pobladores tras la prohibición decretada por el gobierno francés.
La alarma no tardó en materializarse. En los años siguientes, dos tormentas consecutivas azotaron la villa, inundaron viviendas y destruyeron parte de la infraestructura.En 2022, otro fenómeno climático, el huracán Fiona, que no impactó en la isla, pero sí en la región, reforzó el consenso entre autoridades locales y parte de la población sobre la necesidad de trasladar el asentamiento. El alcalde de Miquelón, Franck Detcheverry, lideró el proceso de negociación y organización.El caso de Miquelón es un reflejo de un fenómeno que expertos globales describen como “acelerado e irreversible”. Gerardo Perillo, miembro del CONICET y la Academia Nacional de Ciencias, explicó a Infobae que “el fenómeno no se puede parar”, porque responde a dos procesos principales: el deshielo de glaciares y la expansión térmica del océano.
La NASA registró “un incremento inesperado” en 2024, con un promedio anual de 0,59 centímetros, superando el pronóstico de 0,43 centímetros. Este salto responde, según el análisis de la agencia, a la “expansión térmica” de los océanos, fenómeno por el cual el agua se dilata al aumentar su temperatura, sumado a la incorporación de agua de los hielos continentales.
“Las temperaturas oceánicas están aumentando, lo que lleva a la expansión del océano. Y a medida que las capas de hielo y los glaciares se derriten, agregan más agua”, detalló Perillo a Infobae.El traslado de Miquelón es evidencia de la adaptación ante la crisis climática. Las divisiones internas subsisten, como expuso el alcalde Detcheverry, quien reconoció: “Todos nos conocemos. Por eso es difícil avanzar en un proyecto así”.
Algunos pobladores, como uno de los pioneros de la reubicación, Phillippe Detcheverry, quien no comparte parentesco con el alcalde, transmiten la resignación forzada por el contexto: “La restricción de no poder construir más aquí, no estar seguros de que estemos suficientemente protegidos del mar, con tormentas cada vez más fuertes y frecuentes, nos obligó a pensar que nuestra propiedad aquí ya no vale mucho”.A escala global, la ONU advierte sobre “una amenaza urgente y en aumento” para casi mil millones de personas que viven cerca de las costas. Según la WMO, “los lugareños se están quedando sin opciones de adaptación, ya que la construcción de diques, la plantación de manglares y la mejora de los sistemas de drenaje ya no son viables”.
El fenómeno desestabiliza economías, destruye infraestructuras, saliniza acuíferos y obliga a considerar la “migración planificada” como última barrera antes del abandono definitivo. Tal como resumió Perillo: “Todos los lugares con costas bajas están sujetos a potenciales inundaciones debido al ascenso del nivel medio del mar”.La historia de Saint-Pierre y Miquelón se conecta con experiencias recientes en el Pacífico y el sudeste asiático, donde naciones como Tuvalu o regiones densamente pobladas como Bangladesh ya comenzaron procesos de mudanza.
Fuente: telam
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