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01/11/2025

María Fasce: “No creo que un libro te cambie la vida, es suficiente con que te cambie una tarde”

Fuente: telam

La escritora y editora argentina habla sobre su novela “El final del bosque”, que trata sobre el reencuentro de tres hermanos en una vieja casa familiar, el vínculo erótico de la narradora con un misterioso vecino y una muerte violenta que cambiará el curso de la historia

>Suele decirse que, aunque se trate de las mismas personas, los hermanos nunca tienen los mismos padres y es lógico: los vínculos son imposibles de reproducir y las personas cambian, se transforman, nunca nadie es el mismo con el paso del tiempo. Esta complejidad humana determina sentimientos apasionados y contradictorios dentro de cada familia, esa red de origen que no siempre cumple con su rol amoroso de contención primaria y que, por el contrario, muchas veces termina convertida en el motor principal de la infelicidad. Este universo de emociones está presente en una novela negra inquietante que se llama El final del bosque, protagonizada por tres hermanos que se recluyen durante una temporada en una vieja casa de la infancia, una vez que los padres han muerto. Su autora es la argentina María Fasce.

La novela cuenta la tensa historia de un reencuentro que es a la vez la crónica de varios desencuentros. Lola, Juana y Andrés, tres hermanos adultos, se reúnen en la vieja casa del bosque en la que pasaban sus veranos familiares para estar juntos durante una temporada. Sus padres ya han muerto, buscan acompañarse, y tal vez reconocerse durante esos días de vida en común. Lola es la mayor, es escritora y editora. No vive en la Argentina hace muchos años y habla poco. Andrés, abogado, es el menor pero se propone ser el responsable de la familia mientras lidia con su tortuoso fracaso matrimonial. Y Juana, médica, trata de mantener el buen clima aunque esto incluya ocultar y callar.

— En tu novela, lo que se supone que es el momento más inquietante está adelantado ya desde el comienzo. Pero, al mismo tiempo, hay un gran trabajo en el detalle de los vínculos, los silencios y las emociones. Es decir, en la psicología de los personajes. Uno de los epígrafes del libro es de Elena Ferrante y dice: “Una persona solo puede hacerte daño si la quieres”. Y me gusta porque, si bien todo epígrafe tiene que ver con el contenido o la historia de un libro, en este caso puntualmente ese epígrafe dice mucho de la novela. Contame un poco cómo surgió el libro. Vos sos editora, además. Contame cómo fue trabajar en esta novela.

— De los escritores y de los editores, en este caso también, porque no podés dejar de ser una editora.

— Pero acá fue la escritora la que lo dijo. Y tengo un bloc de notas y anoté. Anoté hasta en la oscuridad, ¿no? Garabateé: pesadilla, mis hermanos y yo, bosque, crimen. Y a la mañana, cuando veo eso, con mucha exaltación dije: bueno, qué bien y qué mal. O sea, qué bien, porque tengo una historia muy potente y qué problema, porque esto es claramente una novela negra. Yo soy editora de novela negra y tengo una profunda admiración por los autores de novela negra. Y no soy la única. Como sabés, Borges y Bioy dirigieron una colección de novela negra y Borges decía que en esencia toda buena historia es una historia policial, porque tiene ese mecanismo en el que el lector compulsivamente quiere saber qué pasó.

— El enigma. O sea, cualquier historia. Y yo eso es algo que lo he seguido incluso para escribir historias de amor en las cuales no había una trama policial. Pero en este caso había un hombre muerto. Había un crimen. Con lo cual, también la dificultad que tienen las novelas negras e, insisto, por eso admiro tanto a autores de novela negra, desde Patricia Highsmith hasta Carmen Mola. Es que esta dificultad no la tienen las otras novelas, eso de que tenés que ser al mismo tiempo verosímil y sorprendente. Es decir, si el lector sabe en la mitad del libro quién mató a quién y qué pasó, la novela no funciona. Si, al final del libro, lo que pasó es inverosímil, no funciona. Así que la escritura de este tipo de novelas, además del estilo y de que suene bien y que los personajes estén bien construidos, tiene esta cuestión de ingeniería, casi de arquitectura, de cómo poner las pistas para que todo cierre y, al mismo tiempo, sea sorprendente.

— Ahora, hay algo ahí que tiene que ver con la narradora, que precisamente por sus antecedentes, por la vida que tiene, por su inestabilidad emocional y por la medicación que toma, es una narradora poco confiable.

— ¿La narradora fue siempre Lola?

— Claro. Yo tomé dos decisiones al día siguiente de mi pesadilla. Una era que la narradora — que ya no era yo, aunque le iba a dar cosas mías– era esa mujer que se asomaba a la ventana. Además de ser escritora y editora, porque yo necesitaba que tuviera una relación especial con el lenguaje, esa narradora iba a ser poco fiable; una mujer de una gran inestabilidad psíquica y emocional. Y la segunda decisión tiene que ver con que a mí me encantan las historias de amor, me gusta leer y ver en el cine historias de amor. ¿Cuál es la historia de amor? Y, fue muy fácil. Pues la historia de amor es con el hombre que está tendido en el barro. Y esas fueron las dos primeras decisiones. Porque yo necesitaba una historia de amor y la otra gran decisión cuando empiezas una novela es quién cuenta y desde dónde.

— Exacto.

— Uno de los temas centrales de la novela son los celos. Los celos entre hermanos por los lugares que cada uno ocupa, por los lugares que uno ve que el otro ocupa. Muchas veces uno cela la atención de los padres sobre los hermanos. Pero también hay celos en historias de amor que se cruzan. Y se reflexiona mucho sobre los celos. Y aparecen imágenes del tipo que la muerte dolía menos que los celos, por ejemplo ¿no? Hay como mucho sobre eso. Me interesa que me hables un poco sobre ese punto.

— Y me hace mal.

— Es mala persona. Y yo creo que lo que me apasiona de este mundo, como ha apasionado a Shakespeare y a tantos escritores, es que fíjate que si pensamos en la historia de la humanidad todos los avances que hemos hecho en ciencia, estamos quizás descubriendo maneras de curar el cáncer. Ya hemos llegado a la Luna y quizás llegamos más lejos. Y sin embargo en estas cosas, en estos mecanismos o explosiones de los choques entre personas, que son las que afectan más que nada nuestro día a día… Quizás es un mensaje muy radical, lo había usado en otras novelas, pero a veces estos celos, el dolor de un engaño, acaba demoliéndote más que perder tus ahorros. Lo digo de una manera muy extrema porque todos sabemos muy bien, y sobre todo en Argentina, lo que eso significa.

— E incluso podemos resolver la pérdida de los ahorros. Pero no podemos resolver la pérdida del afecto, del amor. No podemos curarnos o, bueno, también el psicoanálisis intenta ver eso y también sobre eso hablo un poco. Del desamor. Estas ideas que te digo de los sentimientos, del poder de los afectos, son temas que me obsesionan. Que van conmigo desde siempre. Y entonces yo siempre acabo buscando historias que cifren esto. Borges decía algo muy interesante: olvídense de los temas. Yo no me propuse escribir una novela sobre los celos. No me propuse escribir una novela sobre la mentira. Me apareció esta historia y veo que esta historia tiene todas estas obsesiones y me interesa, y entonces la escribo con la ilusión de que les interese también a los lectores y a las lectoras.

— En la historia además de hermanos hay un hijo, Felipe, hijo de Lola, la narradora. Hay también otros hombres, no solo el vecino Ernesto, sino los hombres que en el recuerdo y pero son traídos al presente por la narración. Y en algún momento es Lola quien dice esta frase: realmente el único que puede romper mi corazón es mi hijo. ¿Pensás así?

— Así es.

— También podés pensar: ¿ese hijo está, existe?

— Hablamos de la obsesión con el hijo, de la locura merodeando y aparece la droga como una de las grandes obsesiones en esos momentos que la narradora llama “los desbordamientos”. Porque ella es una mujer que, como dice uno de sus médicos, entra y sale de la locura. Cuando sale de esa locura está compensada, en una situación “normal”. Se está hablando más de la enfermedad mental y también se está hablando de manera un poco más desprejuiciada. Todos sabemos, todos tenemos, todos fuimos en algún momento enfermos psiquátricos o podemos serlo. Se empieza a naturalizar un poco el tema. ¿Por qué aparece eso y por qué la droga como obsesión?

— A ver…

— A cada uno el rótulo, como suele pasar en las familias

— Algo que aparece mucho, todo el tiempo diría, tiene que ver con las referencias. En el caso de Lola con los libros pero también aparece el arte, la fotografía — sobre todo en la relación con Ernesto–, y también aparecen historias. Y cuando aparecen las referencias no es sólo “esto lo dijo tal y cual” sino que se cuentan cosas de esos personajes, como por ejemplo se cuentan cosas de las cartas entre Sylvia Plath y su madre. O sobre Freud. Y todo eso aparece como ilustrando la propia historia de la novela. ¿Eso es algo que te gusta en general hacer? ¿Te gusta leer ese estilo? ¿Cuando leés pensás: esto me puede servir alguna vez? ¿Vas anotando esas cosas?

— Y es alguien que puede decir “debemos buscar las respuestas en los libros y en los cuadros desde el inicio de los tiempos”, por ejemplo.

— Hablábamos de las referencias y también aparecen algunas que tienen que ver con tu propia tarea. La narradora menciona en algún momento, por ejemplo, que no es cierto que César Aira no corrige sus libros. Después, en otro momento, aparece el relato de lo que fue el encuentro con un agente literario en Nueva York, que una, por cierta información que se da, puede asociar con un verdadero agente literario que se llama Andew Wylie aunque en la novela se llama Blake. Después mencionás unas indicaciones de forma de Oxford acerca de que para saber el estilo de un autor y para saber si efectivamente el texto está cuidado como se lo ve cuidado en el comienzo y en el final hay que leer determinado número de página. A mí particularmente eso también me resultó muy interesante.

— Muy impresionante eso, eh.

— Algo sobre lo que se reflexiona también tiene que ver con la belleza de las mujeres. Y hay una frase en particular que me gusta mucho que dice puntualmente acerca de una mujer, que “vivía en borrador, temerosa de que la belleza se gastara”. Es muy buena esa frase. Hay varias frases así fuertes como “No es fácil morirse”. O “Solo tengo un vicio, enamorarme”. “Me gusta pensar que los libros cambian las vidas”. “Matarse por amor, qué estupidez. Cuánto más sensato matar por amor”.

— ¿Y vos realmente pensás que los libros cambian vidas, como dice la narradora?

— Eso, un rato.

Fuente: telam

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