30/10/2025
La NASA probó con éxito su primer avión supersónico
 
                                                                Fuente: telam
El X-59 construido junto con la empresa aeroespacial Lockheed Martin completó el primer vuelo experimental que busca eliminar el estallido sónico y abrir una nueva era de viajes silenciosos
>El sueño de viajar a velocidades supersónicas sin sacudir el cielo ni estremecer los oídos en tierra acaba de dar un paso decisivo.
“Estamos encantados de haber logrado el primer vuelo del X-59. Esta aeronave es un testimonio de la innovación y la experiencia de nuestro equipo conjunto, y estamos orgullosos de estar a la vanguardia del desarrollo de la tecnología supersónica silenciosa”, declaró OJ Sanchez, vicepresidente y gerente general de Skunk Works.
El vuelo inaugural, aunque subsónico, marcó el comienzo de una nueva fase para un proyecto que la NASA y Lockheed Martin llevan adelante bajo el programa Quiet SuperSonic Technology (QueSST). Su objetivo es demostrar que es posible romper la barrera del sonido sin producir los estallidos sónicos que durante décadas limitaron los vuelos supersónicos sobre tierra firme.Una de las principales razones por las que los aviones supersónicos desaparecieron del cielo fue el ruido. El estrépito causado por el Concorde al romper la barrera del sonido se oía como una explosión que hacía vibrar ventanas, techos y nervios. Ese mismo problema llevó a que, en 1973, Estados Unidos prohibiera los vuelos supersónicos comerciales sobre su territorio. Desde entonces, solo se permitió a aeronaves militares cruzar la barrera del sonido, y siempre lejos de zonas habitadas.El X-59 busca cambiar esa historia. Su diseño apunta a reducir los más de 100 decibelios del Concorde a unos 75 decibelios percibidos en tierra, el equivalente al golpe de una puerta de auto al cerrarse.“El X-59 es un símbolo del ingenio estadounidense. El espíritu estadounidense no conoce límites. Forma parte de nuestro ADN: el deseo de ir más lejos, más rápido e incluso más silenciosamente que nadie”, afirmó Sean Duffy, administrador interino de la NASA, tras el vuelo.Los ingenieros lo llaman “coalescencia controlada”: el arte de evitar que las ondas de presión se fusionen. Ese principio físico, combinado con una estructura aerodinámica única, convierte al X-59 en un laboratorio volador para redefinir lo que significa volar a Mach 1.4 —más de 1500 kilómetros por hora— sin hacer temblar los vidrios del vecindario.
El avión mide 30 metros de largo, tiene una envergadura de 9 metros y un peso máximo de despegue de 14.700 kilos. Puede alcanzar una altitud de 55.000 pies (unos 16.800 metros). Pero lo más curioso es que, debido a la longitud de su morro, el piloto no tiene visibilidad directa hacia adelante.La NASA lo describe como una “vista de realidad aumentada de la línea de visión delantera del piloto”, diseñada para reemplazar el tradicional parabrisas. En otras palabras, el X-59 no solo es silencioso: también redefine cómo se ve el futuro de la aviación desde la cabina.
El primer vuelo del X-59 no fue anunciado públicamente con anticipación. Despegó del Aeropuerto Regional de Palmdale el 28 de octubre a las 10:13 a.m. (hora del Este) y se elevó sobre el desierto de Mojave en patrones ovalados de “pista de carreras”, como se describe en los reportes del rastreador Flightradar24. Durante 67 minutos, el piloto Nils Larson llevó la nave a 12.000 pies y realizó verificaciones básicas de control y rendimiento.En los próximos meses, los equipos de la NASA y Lockheed Martin realizarán vuelos transónicos y supersónicos sobre micrófonos distribuidos en el desierto, con el objetivo de medir el nivel de ruido y analizar la percepción sonora desde tierra. Posteriormente, el X-59 sobrevolará distintas comunidades para evaluar cómo las personas perciben el “golpe sónico” y determinar si este nuevo tipo de vuelo puede ser aceptado en entornos urbanos.
Si el programa demuestra que el ruido se mantiene dentro de los límites previstos, la Administración Federal de Aviación (FAA) podría reconsiderar las restricciones impuestas hace medio siglo. Esa posibilidad ya fue anticipada en una orden ejecutiva presidencial firmada en junio, que instruyó a la agencia a explorar la apertura del espacio aéreo estadounidense a los vuelos supersónicos comerciales.El X-59, conocido también como hijo del Concorde, fue concebido precisamente para aprender de los errores del pasado. Mientras el Concorde deslumbró al mundo en los años setenta con su elegancia y velocidad —llegaba de Londres a Nueva York en tres horas y media—, también fue una víctima de su propio ruido y de los costos operativos. Su retiro definitivo en 2003 marcó el fin de una era.
La ciencia detrás del X-59 combina décadas de investigación aerodinámica con innovaciones digitales. El fenómeno del estampido sónico se produce cuando un avión viaja tan rápido que comprime las ondas de sonido delante de él, generando una acumulación de presión que estalla al romper la barrera del sonido. Esa liberación súbita de energía se percibe en tierra como una explosión.
Los ingenieros estiman que el sonido que produzca en tierra no superará los 75 decibelios, frente a los 105 o 110 del Concorde. Para ponerlo en contexto, una conversación normal ronda los 60 decibelios y una aspiradora los 90. Esa diferencia convierte al X-59 en un avance potencialmente revolucionario: un avión capaz de romper la barrera del sonido sin romper la paciencia de quienes están abajo.
Mientras los equipos de Lockheed Martin y la NASA analizan los datos del primer vuelo, otras empresas ya trabajan en sus propias versiones del futuro supersónico. Boom Supersonic, por ejemplo, desarrolló el XB-1, un prototipo que alcanzó velocidad supersónica en enero de 2025, y planea lanzar su avión comercial Overture en 2027.Aunque varios proyectos anteriores —como los de Aerion y Exosonic— quedaron truncos por falta de financiación, el impulso actual parece más sólido. La combinación de avances en materiales, simulaciones digitales y modelado acústico abre una nueva ventana de oportunidad para la aviación.
Si el X-59 cumple sus metas, podría servir como base de certificación para una generación completa de aviones comerciales silenciosos. En ese escenario, cruzar el Atlántico en tres horas ya no sería un lujo del pasado, sino el punto de partida de una nueva revolución aérea.Cada despegue será un paso más hacia un cielo donde la velocidad y el silencio, dos fuerzas aparentemente opuestas, aprendan a volar juntas.
Fuente: telam
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