Lunes 27 de Octubre de 2025

Hoy es Lunes 27 de Octubre de 2025 y son las 06:48 ULTIMOS TITULOS:

27/10/2025

Lorenzo Balbi: “Hay que tomar distancia de los museos que buscan vender muchas entradas”

Fuente: telam

El director del Museo Moderno de Bolonia dialogó con Infobae Cultura sobre “el museo como organismo viviente” y la necesidad de alejarse de la lógica comercial, entre otros temas

>El director del Museo Moderno de Bolonia (MAMbo) y del Museo Morandi, Lorenzo Balbi, defendió en diálogo con Infobae Cultura la necesidad de que los museos públicos asuman un rol activo como motores de producción cultural y diálogo social, alejándose de la lógica comercial y priorizando el impacto en la comunidad.

“El proyecto consistía sencillamente en desmantelar completamente los montajes del museo y partir del edificio como lugar colectivo, como espacio común a disposición de la comunidad artística de Bolonia”, dijo.

“El museo debe ser adaptable, debe ser modificable, como un organismo viviente que ante las condiciones externas cambiantes reacciona cambiando su estructura, su modo de actuar, e incluso sus objetivos”, afirmó.

¿Cómo surge el proyecto el Nuovo Forno del Pane?

El proyecto Nuovo Forno del Pane nació en 2020, como reacción a la pandemia y al confinamiento por coronavirus. Como recordarán, Italia fue uno de los primeros países europeos en cerrar por la pandemia. El Nuovo Forno del Pane fue una de las primeras reacciones que el museo estudió para afrontar esa situación. El proyecto consistía sencillamente en desmantelar completamente los montajes del museo y partir del edificio como lugar colectivo, como espacio común a disposición de la comunidad artística de Bolonia. El nombre viene de la naturaleza e historia del propio edificio, porque el edificio donde está el MAMbo fue construido en 1915-1916 como horno de pan, es decir, una panadería pública. El alcalde de Bolonia, Zanardi, en 1915, durante la Primera Guerra Mundial, decidió construir una panadería donde cocer y vender pan a precio regulado a los ciudadanos de Bolonia. Así que nació como un edificio público para cocer pan, símbolo de la posibilidad de sobrevivir a un momento difícil y venderlo a precio controlado a los ciudadanos.

Seleccionamos artistas de Bolonia, les hicimos un contrato de trabajo y convertimos el espacio expositivo del museo en espacios de trabajo. Así, el museo no cerró un solo día, porque se convirtió en una especie de fábrica, un gran taller a disposición de los artistas. Ese fue el proyecto en síntesis. Lo importante es que allí entendimos realmente qué puede hacer un museo como organismo viviente adaptable. Qué papel puede asumir un museo para una colectividad. Aprendimos también que quienes trabajan en el museo pueden poner su profesionalidad al servicio de la comunidad de una manera diferente, sin perseguir exposición tras exposición, préstamo tras préstamo, sino siendo un interlocutor y un socio directo de quienes en ese territorio trabajan y ejercen su profesión. Eso nos hizo ver qué podemos ser como museo e institución pública. Y desde ahí cambió toda nuestra manera de operar.

Y es como una especie de museo híbrido entonces, donde hay una parte expositiva y una parte taller, ¿y cómo es la interacción del público con ese espacio de artistas?

La otra cuestión es reunir a los artistas; esto es quizá lo más importante porque muchas veces trabajan en soledad, sin intercambio constante con otros artistas. Que haya doce artistas trabajando en el mismo espacio genera un proceso de auto-corrección, un intercambio permanente, un avance en las prácticas, y esto nos ha dado resultados inesperados. Muchos artistas han colaborado, creado obras juntos, han establecido intercambios. Por eso, a quienes aplican para ingresar al Forno del Pane les pedimos que nos digan qué quieren aportar y qué desean recibir de la experiencia grupal. Nos hizo ver la necesidad de sostener un proyecto así; no podemos ya prescindir de esto. Los modos de comunicar lo que sucede en el Forno del Pane son variados: tenemos el sitio web, redes sociales, pero decidimos crear una radio dentro del museo, que tiene su programación, entrevista diariamente a artistas y visitantes y ofrece al público la posibilidad de seguir los avances de manera flexible y dinámica.

Entiendo que de esta experiencia surge el concepto de museo como organismo vivo, ¿podría profundizar en eso?

Entonces, este tipo de enfoque deriva de la conciencia de que nuestro trabajo dentro de estas instituciones conlleva una responsabilidad hacia las comunidades, una responsabilidad hacia los artistas, hacia el territorio en el que se trabaja. Y esto significa también que esta institución debe ser capaz de cambiar, como un organismo viviente, debe ser capaz de adaptarse a las condiciones externas, a las condiciones que se presentan, para proporcionar a la colectividad, en este sentido de responsabilidad, el mejor modelo para responder a las necesidades de esa comunidad. En esto entiendo el museo como un organismo viviente, porque el museo debe ser adaptable, debe ser modificable, como un organismo que ante las condiciones externas cambiantes reacciona cambiando su estructura, su modo de actuar, e incluso sus objetivos.

Entonces, de manera indirecta este concepto plantea que en algún punto el museo está muerto, ya que infiere que no tiene esa capacidad, esa vitalidad de adapatarse, de cambiar.

- ¿Cuál creés que es el origen de esta idea del museo bienal, del gran nombre y la venta de entradas?

— Creo que esta situación se creó con esa absurda e inaceptable idea, para mí, de que los museos sean empresas o negocios y que por tanto deban producir beneficios económicos con sus actividades. Yo estoy convencido de que los museos públicos no deben seguir esa lógica. Los museos —sobre todo los públicos, financiados con fondos colectivos— deben devolver esa planificación en forma de oferta cultural, conciencia del propio territorio, investigación, experimentación con artistas, y no perseguir simplemente el beneficio a través de exposiciones de artistas ya conocidos, exposiciones experienciales o programaciones que nada tienen que ver con ese tipo de territorio o con la necesidad de promover y buscar cierto contexto.

Para que eso suceda, imagino que hace falta el apoyo de una política cultural más amplia, porque si el objetivo es que haya más visitantes es porque a la política le importa decir que fueron 50 mil o cien mil personas, entonces debe haber un conflicto en cómo se gestiona esta posibilidad desde arriba.

Imagino que es todo un desafío, porque hoy no se ve mucho interés, estamos en una época donde no se percibe un gran interés de los gobiernos en cuestiones educativas, especialmente en los museos. ¿Cómo afrontás ese desafío, sabiendo que no solo hay que generar un cambio en el museo sino también convencer a la otra parte?

El segundo nivel es el de la formación, acercando los museos cada vez más a centros de educación como las escuelas, universidades y centros de formación. Ahí podemos insistir en cuánto se ahorra y la proporción del impacto económico de esta actividad en el crecimiento cultural de los ciudadanos y el trabajo que produce, porque estamos hablando de un sector, el cultural, el museal, que genera riqueza, bienestar y empleo. Ese es un argumento cercano al interés político. Pero, Juan, te recuerdo que los departamentos educativos de los museos de arte contemporáneo nacieron en Italia y otros países recién en los años noventa. Es una historia reciente, que no llega a cuarenta años, y todavía la estamos escribiendo en los museos de arte contemporáneo, es una conciencia en construcción.

Fuente: telam

Compartir

Comentarios

Aun no hay comentarios, sé el primero en escribir uno!