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21/10/2025

Hitler, a treinta días del poder: qué papel jugaron las maniobras personales en el ascenso del nazismo

Fuente: telam

El ensayo de Henry Ashby Turner examina cómo las maniobras personales y la fragmentación política entre los líderes alemanes resultaron decisivas para el giro autoritario que transformó la historia del país en 1933

>El 22 de enero de 1933, una comitiva se deslizó entre la nieve de Berlín. Entre el silencio de la noche, Oskar Hindenburg —hijo del presidente de la República de Weimar— y Otto Meissner —jefe de la oficina presidencial alemana— avanzaron hasta la residencia de Joachim von Ribbentrop, diplomático y futuro ministro de Asuntos Exteriores nazi. Allí los aguardaba Franz von Papen, ex canciller y artífice de la alianza conservadora-nazi, junto a Adolf Hitler, líder del Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores (NSDAP).

El ensayo histórico A treinta días del poder, de Henry Ashby Turner, que se publicó en 1996 y ahora se reedita, reconstruye el mes previo al nombramiento de Hitler como canciller y expone la decisiva influencia de individuos concretos en un escenario de crisis institucional. Turner resalta la fragilidad de la República de Weimar y el clima de rivalidad entre las facciones conservadoras.

El relato se apoya en documentos, memorias y testimonios —“el destino de la nación estaba supeditado a la actuación de un puñado de individuos”— y muestra cómo la ambición y la desconfianza entre figuras como Kurt von Schleicher, último canciller de la República de Weimar antes de Hitler; Franz von Papen, ex general y político conservador; y Paul von Hindenburg, permitieron a Hitler acceder al gobierno alemán.

En enero de 1933, Hitler parecía aislado y su partido mostraba señales de fatiga tras los reveses electorales. Sin embargo, una serie de conspiraciones y negociaciones en los márgenes del poder produjo un viraje total.

El análisis detalla maniobras como la presión de Papen sobre Oskar Hindenburg y la obstinación de Hitler por la cancillería. El relato muestra cómo el antiguo general Schleicher, sin respaldo parlamentario y víctima de las intrigas de sus rivales, quedó fuera de juego y terminó renunciando. Papen, a su vez, actuó como arquitecto del gabinete que habría de instalar a Hitler, con la intención de “usar al dirigente nazi para sus propios propósitos”.

La última jornada resultó tan caótica como simbólica. En el despacho presidencial, Hitler, Papen y Hindenburg se enfrentaron a tensiones y desencuentros finales. “Otto Meissner anunció que el presidente los estaba esperando desde las once. No podía seguir esperando”, señala Turner. Poco después, el presidente tomó el juramento al jefe nazi —“cometiendo lo que, con cualquier criterio objetivo, podría considerarse un acto de perjurio”— y Alemania selló un vuelco histórico.

La reedición de A treinta días del poder ofrece una oportunidad para repensar el modo en que decisiones individuales, alianzas coyunturales y enfrentamientos de liderazgo pueden redefinir el curso de una nación, aún en sistemas democráticos consolidados. El relato factual de Ashby Turner permite observar cómo la fragilidad de instituciones, sumada a la ausencia de consensos sólidos entre figuras políticas, habilitó el acceso de proyectos autoritarios al poder.

Frente a contextos actuales donde la polarización y la incertidumbre dañan la confianza en la política, la obra invita a releer los mecanismos históricos que facilitaron la llegada del nazismo en Alemania y a interrogarse sobre la vigencia de esos riesgos en los sistemas democráticos contemporáneos.

Fuente: telam

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