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14/10/2025

Un asteroide del tamaño de un auto pasó a 428 km de la Tierra y fue descubierto después de su sobrevuelo

Fuente: telam

Ocurrió el 1 de octubre sobre la región de la Antártida pero, por su masa reducida, pasó inadvertido por los telescopios terrestres. Tras el reporte, se encendieron las alertas por la posible caída de este tipo de objetos espaciales

>El 1 de octubre se produjo un acercamiento inesperado entre la Tierra y un pequeño El objeto, bautizado 2025 TF, atravesó la órbita baja terrestre a tan solo 428 kilómetros de altitud, una distancia similar a la que mantiene la El descubrimiento posterior encendió una vez más el debate sobre los límites actuales de los sistemas de detección y sobre la necesidad de reforzar la defensa planetaria frente a objetos que podrían representar riesgos en el futuro.

Los astrónomos determinaron que el punto más cercano del sobrevuelo ocurrió a las 00:47:26 UTC del 1 de octubre, con un margen de error de apenas unos segundos. La precisión de este cálculo fue posible gracias al análisis realizado tras su detección tardía.

Según las primeras estimaciones, el asteroide pasó sobre la Antártida antes de alejarse nuevamente hacia el espacio. Su tamaño, de entre uno y tres metros de diámetro, equivale al de un automóvil.

La detección de 2025 TF se produjo varias horas después de su paso. El El hecho de que un objeto haya pasado a tan poca distancia de la Tierra sin ser advertido con antelación sorprendió a la comunidad científica y reavivó las discusiones sobre los márgenes de mejora en las estrategias de defensa planetaria.

La situación se agravó por un contexto administrativo particular. Al momento del suceso, Estados Unidos atravesaba un bloqueo de actividades gubernamentales que afectó el funcionamiento de la NASA. Esa suspensión temporal dificultó la posibilidad de realizar análisis adicionales en tiempo real y contribuyó a que la información sobre el paso del asteroide se difundiera con retraso.

El paso de 2025 TF no representó un riesgo para la población. Objetos de ese tamaño suelen desintegrarse en la atmósfera si ingresan, generando espectáculos luminosos comparables al de una estrella fugaz brillante. En este caso, no se produjo ningún impacto. La población mundial desconoció por completo la visita de esta roca espacial hasta que los observatorios confirmaron su existencia horas más tarde. “Un pequeño asteroide ha ‘rozado’ la Tierra”. Con esta frase, varios astrónomos resumieron la peculiaridad del evento.

Los científicos señalaron que rastrear un objeto de apenas unos metros en la vasta oscuridad del espacio, cuando su ubicación todavía es incierta, representa una hazaña técnica considerable. Este esfuerzo permitió determinar con exactitud la distancia mínima del acercamiento, estimada en 428 ± 7 kilómetros, y su recorrido sobre el hemisferio sur.

Estos episodios ocurren con cierta frecuencia debido a la gran cantidad de fragmentos rocosos que se desplazan por el entorno cercano a la Tierra. Sin embargo, cada acontecimiento de este tipo funciona como un recordatorio de la importancia de perfeccionar las técnicas de observación y predicción.

La defensa planetaria se ha consolidado como una de las prioridades estratégicas de las principales agencias espaciales. El objetivo es identificar, rastrear y, si fuera necesario, desviar objetos que pudieran representar una amenaza real. El episodio del 1 de octubre no supuso peligro alguno, pero reveló un punto débil en el sistema global: la dificultad para anticipar la presencia de asteroides pequeños que cruzan la órbita terrestre a altitudes bajas.

Una categoría particularmente compleja de vigilar son los asteroides que orbitan más cerca del Sol que la Tierra. Desde nuestro planeta, estos cuerpos son difíciles de observar porque aparecen en el cielo solo al anochecer o quedan ocultos por la luz diurna. Un grupo de astrónomos puso recientemente el foco en los objetos que comparten la órbita de Venus, situada a 108 millones de kilómetros del Sol.

Este tipo de cuerpos rocosos representa un desafío para los sistemas actuales, que se basan en redes de telescopios terrestres optimizadas para detectar objetos más grandes y en posiciones menos complicadas para la observación. El caso de 2025 TF encaja en esta categoría de detección difícil, ya que su pequeño tamaño y la geometría de su trayectoria redujeron la ventana de visibilidad previa.

La NASA y la Agencia Espacial Europea están desarrollando nuevas herramientas para superar estas limitaciones. Uno de los proyectos más avanzados es el Near-Earth Object Surveyor, un telescopio espacial que se ubicará en el punto gravitacional L1, a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra en dirección al Sol.

Otra iniciativa destacada es la misión DART, que en 2021 demostró que era posible modificar la órbita de un asteroide mediante el impacto controlado de una sonda. Esa prueba representó un hito para la defensa planetaria. En la actualidad, la sonda europea HERA se dirige hacia Dimorphos, el asteroide que fue impactado por DART, con el objetivo de estudiar en detalle los efectos de esa maniobra. La llegada está prevista para diciembre de 2026 y servirá para evaluar la reproducibilidad de esta estrategia ante una amenaza real.

El conjunto de estas misiones refleja una tendencia clara: la comunidad internacional está invirtiendo recursos significativos en mejorar la detección temprana y en desarrollar técnicas de mitigación.

Los expertos coinciden en que este tipo de incidentes no debe generar alarma, pero sí debe impulsar mejoras continuas. El monitoreo de asteroides es una herramienta esencial para la protección de la Tierra y de las formas de vida que la habitan.

“El seguimiento de los asteroides es fundamental para la protección de la Tierra y de las formas de vida que actualmente la habitan”. Esta afirmación, reiterada por agencias y centros de investigación, sintetiza el consenso científico sobre la importancia del tema.

Mientras tanto, los astrónomos siguen atentos. No se trata del primer asteroide que pasa inadvertido ni será el último. Cada episodio aporta información valiosa para mejorar las estrategias globales. En esta ocasión, la lección llegó desde apenas 428 kilómetros de distancia, un recordatorio de que el espacio cercano a la Tierra sigue siendo un entorno dinámico y lleno de incógnitas.

Fuente: telam

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