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03/10/2025

La muerte de Marco Avellaneda: una traición, una sanguinaria ejecución y el recuerdo de su hijo, Nicolás, que llegaría a presidente

Fuente: telam

El 3 de octubre de 1841 era ejecutado en Metán. No había cumplido los 30 años cuando perdió la vida, como tantos otros, en la violenta guerra civil entre unitarios y federales. Su breve e intensa trayectoria y las circunstancias que llevaron a su muerte

>Cuando entendió que todo estaba perdido, que el sueño libertador de Juan Lavalle entrando triunfal a la ciudad de Buenos Aires sería imposible y que, por el contrario, terminaría en una huida desesperada hacia el norte, Marco Manuel Avellaneda, una joven luminaria de 28 años, dispuso que su familia se fuera a Bolivia, que él los seguiría, porque los federales avanzaban, y lo hacían con sed de venganza.

La victoria de las fuerzas federales en Famaillá el 19 de septiembre de 1841 significó el fin del foco opositor a Juan Manuel de Rosas en el norte, y sus principales se dispersaron, fundamentalmente, para salvar sus vidas. Lavalle sería muerto el 9 de octubre en San Salvador de Jujuy. Para entonces, Avellaneda había corrido la misma suerte.

Marco nació en esa tierra el 18 de junio de 1813. De niño aprendió latín y retórica con los franciscanos, luego estudió en Córdoba y cuando sus padres se trasladaron a Tucumán, fue uno de los beneficiarios de la beca que otorgó Bernardino Rivadavia para estudiar en el Colegio de Ciencias Morales, en la ciudad de Buenos Aires, la misma que obtuvo Juan Bautista Alberdi y en la que Domingo Faustino Sarmiento quedaría afuera. En ese colegio entretejería las relaciones con los que serían los representantes de la Generación del 37, como Juan María Gutiérrez, Carlos Tejedor y Vicente Fidel López, entre otros.

En mayo de 1834 obtuvo el título de doctor en la facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, con notas sobresalientes, con una tesis contra la pena de muerte. Colaboraba en el periódico El amigo del país y por sus condiciones de orador, sus compañeros lo llamaban Marco Tulio, por Cicerón, el reconocido filósofo y orador romano, ferviente defensor de la república romana.

De regreso en Tucumán, tal vez llamado por su padre o porque se sintió obligado al ser hijo único, fue síndico procurador, secretario de la Junta Protectora de la Escuela de Lancaster, sistema de enseñanza aplicado en 1822 por el ministro de gobierno Bernardino Rivadavia. A sus 25 años ya era presidente de la Sala de Representantes.

Desde 1832 gobernaba la provincia Alejandro Heredia, un hombre de sólida formación académica, con estudios universitarios en Córdoba, llevando adelante una gestión próspera para Tucumán. Con sus galones ganados peleando en el Ejército del Norte, tenía fama de componedor y trataba de diferenciarse del típico caudillo. Muchos jóvenes unitarios —que el propio Heredia ayudó en sus estudios y en promocionarlos— lo veían como el hombre que podría oponerse a Rosas. Por 1839 se formó allí una filial de la Asociación de Mayo, de corta existencia.

Heredia había encomendado la formación de una comisión que se encargase de elaborar un proyecto de constitución provincial, en la que intervino Avellaneda. Se cree que tuvo mucho que ver con la idea de la instalación de un senado. Heredia desestimaría la iniciativa.

El 12 de noviembre de 1838 Heredia fue asesinado y se involucró a Avellaneda en el complot: lo acusarían de haber brindado caballos a los asesinos que interceptaron el carruaje en el que Heredia se dirigía junto a su hijo a la casa de campo, a unos quince kilómetros de San Miguel de Tucumán.

La gobernación fue ocupada por Bernabé Piedrabuena, la legislatura se pronunció contra Rosas y el joven Avellaneda fue nombrado ministro de Gobierno. También lo sería de los sucesores, Pedro Garmendia y Gregorio Aráoz de La Madrid. Cuando este partió para combatir a las fuerzas de Oribe, Avellaneda asumió como gobernador el 23 de mayo de 1841.

En una estancia en la localidad salteña de Guachipas, se encontró con Gregorio Sandoval, quien se ofreció a acompañarlo junto a los 70 soldados que lideraba.

Esa noche Avellaneda descansó en un corral de piedra que tenía la posta del lugar, cerca del río. A la mañana siguiente, cuando se aprestaba a continuar viaje, Sandoval lo hizo su prisionero. Había rodeado el lugar donde se encontraba y dos oficiales que se resistieron terminaron muertos. También fueron apresados sus acompañantes, el coronel José María Vilela, el comandante Lucio Casas, el sargento mayor Gabriel Suárez, el capitán José Espejo y el teniente Leonardo Souza.

Lo primero que hizo Sandoval fue despojarlo de su caballo, con una espléndida montura, sus espuelas, la gorra y el poncho.

Maza era un coronel de 32 años que en octubre de 1840 se había incorporado al ejército de Oribe. En Famaillá lideró el centro, arrollando a la infantería y caballería enemiga, ganándose los elogios de su jefe.

Maza, en un juicio exprés, concluyó ejecutarlo por traición. La pena se cumplió el 3 de octubre de 1841, en lo que los salteños identifican como Metán Viejo. A sus acompañantes se los fusiló pero a Avellaneda se lo degolló. La macabra tarea estuvo a cargo del propio Maza, que algunas versiones sostienen que lo hizo con un cuchillo de filo mellado, solo para que sufriera más.

La carnicería no terminó allí. Un oficial llamado Bernardo Olid u Oliden al ver la piel blanca del muerto, sacó su cuchillo y dijo: “De este cuero quiero una manea”, una suerte de tiento usado para atarle las patas a los animales. Para ello, le hizo un largo tajo a lo largo de la espalda.

Su familia se enteró en Jujuy de la muerte, por un tiempo fueron retenidos en la frontera, hasta que el propio Oribe les permitió continuar. Vivirían cinco años en Tupiza, un humilde caserío poblado de emigrados argentinos.

Los nietos de Avellaneda dispusieron, por 1888, darle sepultura a la cabeza de su abuelo en el cementerio de la Recoleta.

Su hijo mayor, Nicolás, llegaría a la presidencia del país en 1874 y en sus visitas a la capital tucumana prefería no dirigir la mirada hacia la plaza. Es que no solo en ese lugar había estado exhibida la cabeza de su padre sino que el día en que lo ejecutaron cumplía cuatro años.

Fuente: telam

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