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27/09/2025

El nacimiento de la CGT: la puja entre socialistas y sindicalistas, el primer pedido a Uriburu y lo que reclamaban los trabajadores

Fuente: telam

Hace 95 años nacía la central obrera. Si bien en la mayoría de su trayectoria estuvo monopolizada por el peronismo, en los primeros quince años fue manejada por socialistas y sindicalistas revolucionarios. Algunos detalles del origen de este conglomerado de sindicatos de gran peso político en la historia de nuestro país

>Unos, los socialistas, buscaban imprimirle a la dirección de la nueva organización un contenido político, la lucha de la clase trabajadora; los otros, sindicalistas revolucionarios, que abjuraban de los partidos, sostenían que solo provocaban la división del movimiento obrero en busca de sus propios beneficios y que el sindicato, en definitiva, debía ser revolucionario, creando comités de “fábrica y lucha”.

Cuando fue el golpe del 6 de septiembre de 1930, y se vio su carácter reaccionario, los dirigentes gremiales recomendaron ir con prudencia, no hacer ninguna locura pero sí denunciar los atropellos patronales que algunos aprovecharon de acuerdo a las nuevas circunstancias, en las que había desaparecido el Estado de derecho. En muchas fábricas se produjeron despidos de aquellos trabajadores a los que tenían referenciados como líderes que instigaban a ir a la protesta y a la huelga.

La Unión Sindical Argentina, como la Confederación Obrera Argentina —las dos entidades más importantes, que surgieron en 1922— se movieron con pies de plomo.

Enseguida comprendieron que no obtendrían nada de la dictadura de Uriburu. Si bien no se clausuraron oficialmente los locales gremiales, las fuerzas de seguridad no permitían la entrada ni salida de nadie, ni siquiera de los empleados.

Eduardo Bullrich, quien un par de años más tarde sería presidente del Departamento Nacional del Trabajo durante el gobierno de Agustín P. Justo, y luego secretario general de Presidencia, era una persona afable, de trato cordial, y resultó del agrado de los obreros. Cuando se puso al corriente de las tendencias dentro de su movimiento, autorizó la actividad de los sindicatos, menos la celebración de asambleas, que para eso debían solicitar autorización. De ahí en más, se permitieron la entrada y salida y las reuniones de las comisiones.

Ambas entidades comprendieron que separadas no irían a ningún lado, y en parte fue el propio estado de situación el que aceleró la unificación en un solo organismo. El 27 de septiembre —“para salvar al movimiento obrero del caos y la confusión”— se reunieron en el local de los tranviarios en la calle Moreno 3230 una treintena de delegados de la Unión Sindical Argentina y de la Confederación Obrera Argentina.

Para elegir el nombre, se inspiraron en la CGT francesa, fundada en 1895. Fue la principal organización sindical que agrupó a los trabajadores franceses en los años anteriores a la Primera Guerra Mundial.

Se invitó a una decena de delegados autónomos y seguidos se incorporaron los telefónicos, linotipistas, mecánicos y afines, oficiales de la marina mercante y muchos otros.

Según señala Oscar Troncoso en Fundadores del gremialismo obrero, fue una época en que se clausuraron periódicos obreros, que los que no habían sido deportados o no habían podido fugarse a países vecinos, estaban presos en Villa Devoto, Martín García y el presidio de Ushuaia.

En una carta abierta al “Superior Gobierno Provisorio de la Nación”, dirigiéndose al general Uriburu, le pidieron que tomase medidas contra la desocupación, “que adquiere caracteres alarmantes motivada por factores de adelanto industrial o de progreso técnico que no han marchado paralelamente a una constante revisación de los salarios y de la jornada de trabajo”.

El panorama que vivían las clases más postergadas era preocupante. En los primeros años del siglo veinte comenzaron a aparecer las primeras villas de emergencia, especialmente en el Bajo Flores y Parque Patricios, producto de la crisis económica que se agravó con el crack de octubre de 1929 y que repercutió fuertemente en el país. Villa Desocupación fue la solución que encontró el Estado para aquellos inmigrantes que estaban sin trabajo, se levantó en el barrio de Retiro y a mediados de 1935, fue desalojada. Pero paralelamente fueron apareciendo otras.

Una de las primeras tareas de esta organización fue la de sumarse a la campaña de solidaridad para evitar que tres militantes anarquistas terminasen fusilados. El 6 de diciembre de 1930 habían sido detenidos José Santos Ares, Florindo Gayoso y José Montero, tres choferes acusados de haberse tiroteado con la policía al ser perseguidos por distribuir panfletos. Luego de un juicio sumarísimo, fueron condenados al paredón de fusilamiento. La mesa directiva de la CGT intercedió por estos trabajadores, aún cuando el sindicato Unión de Choferes no estaba adherido a esta central.

A la hora de elegir a un secretario general, se inclinaron por Luis Cerruti, un dirigente de la Confederación Obrera Argentina que, como era mayoritaria en esta unión, pudo imponer un nombre. El dirigente mimbrero Andrés Cabona recordó que, de haberlo conocido, no lo hubieran votado.

Según manifestaron tiempo después, comprendieron que, con su accionar, parecía estar más cerca de los patrones que de los trabajadores. Al punto que a la esposa de un trabajador que fue a verlo porque el marido había sido detenido, Cerruti le respondió que si estaba preso por algo habría sido.

La novel confederación estaba manejada por la gente de la Unión Ferroviaria, más dirigentes como Silvetti, Cabona, Marotta y Luis Gay.

Querían que hubiese obreros en organismos del Estado, fijación de alquileres accesibles y de construcción, por cuenta del Gobierno, de casas económicas para los trabajadores y, por supuesto, la derogación de la ley de residencia, que recién se concretaría en el Gobierno de Arturo Frondizi.

Tuvo su periódico oficial, que comenzó a salir en 1932 y muchos de los artículos, que informaban de la aparición de sindicatos, publicación de actas, novedades relacionadas al trabajo y noticias culturales, eran firmados con seudónimo, por miedo a que fueran alcanzados por la temible ley 4144 que declaraba “indeseables” a los extranjeros activistas obreros y los expulsaba del país.

Su primer congreso constituyente fue en 1936. Por entonces contaba con 262.630 afiliados.

En 1942 la CGT nuevamente se dividió. Por un lado la N° 1, cuyo referente era el socialista José Domenech y contaba con un gremio poderoso, como era la Unión Ferroviaria, mientras que la N° 2, con otro socialista al frente, Francisco Pérez Leirós, estaba formada por comunistas y por dirigentes de la construcción, la carne, comercio, municipales y gráficos.

Muchos que estaban nucleados en la Nº 2 pasaron a la 1. Esta se había acercado al gobierno de facto y logró la disolución de la Nº 2, y así volvió a haber una sola CGT. Sus miembros, sin ninguna militancia política previa, formarían el Partido Laborista que, junto a la Unión Cívica Radical Junta Renovadora (radicales que dejaron el partido para apoyar a Perón), más un minúsculo Partido Independiente, formado por conservadores y nacionalistas, apoyaron la candidatura presidencial de Perón-Quijano en las elecciones nacionales de febrero de 1946.

Ya nada sería como en la década pasada, ya que dos miembros plenamente identificados por su labor sindical formarían parte del gabinete que asumió en junio de 1946. Uno fue el socialista Angel Borlenghi, un dirigente de 42 años afiliado a la Federación de Empleados de Comercio. Sería el ministro del Interior. El otro era Juan Atilio Bramuglia, también de ideas socialistas, que durante veinte años se había desempeñado como abogado de la Unión Ferroviaria. Si bien aspiraba a convertirse en ministro de Trabajo, fue nombrado al frente de la cartera de Relaciones Exteriores, cargo que ocupó hasta 1949, cuando debió renunciar por su enemistad con Eva Perón.

Fuentes: Gremialismo proletario argentino, de Jacinto Oddone; Fundadores del gremialismo obrero, de Oscar Troncoso; El Sindicalismo Revolucionario (1905-1945) - Selección de textos, de Hugo del Campo; El periódico “CGT” (1932-1937) - Compilador: Roberto Reinoso.

Fuente: telam

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