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24/09/2025

Una idea igualadora, una guerra contra los microbios y un origen discutido: la historia de la implementación del guardapolvo blanco

Fuente: telam

Una de las teorías más difundidas es que la maestra Matilde Filgueiras es la precursora de esta prenda. De ser así, el guardapolvo estaría cumpliendo 110 años. Cómo surgió y el sentido original que tuvo, en una época de grandes transformaciones educativas

>Parece ser que, en el mundo, el puntapié inicial lo dio Gran Bretaña, allá por el siglo XVI donde, en las escuelas de caridad, donde asistían niños pobres, algunos sin hogares, se los decidió uniformar con el propósito de mantener la higiene. Eran vestimentas azules, del mismo color que usaba la servidumbre, y el que los confeccionó los hizo muy similares a un hábito religioso. Ese sería el antecedente más antiguo de lo que, en nuestro país, conoceríamos y usaríamos: el guardapolvo.

Los maestros escaseaban, muchos estaban mal formados, salvo los que venían de las escuelas normales, y no se contaban con edificios adecuados para dictar clases. La deserción escolar era muy elevada, los niños que llegaban a sexto grado se contaban con los dedos de una mano, ya que a partir de los 10 años trabajaban. Las epidemias, como la del cólera, también contribuyeron a despoblar las aulas.

Las escuelas no ofrecían contenidos atractivos para los chicos, que estaban a merced de la severidad de los maestros, para quienes la única solución eran hacerlos repetir de grado. La sociedad era indiferente y los padres tampoco ayudaban, no concurrían a los actos y reuniones a los que los invitaba la escuela.

El shock demográfico producido por el aluvión inmigratorio puso a las autoridades en un dilema. Esas primeras tandas de inmigrantes se negaban a adoptar la nacionalidad argentina, mantenían sus costumbres y también organizaron sus propias escuelas, con contenidos exclusivamente de sus países de origen. Al no sentirse contenidos por un Estado desbordado, surgirían asociaciones de socorros mutuos y, con los años, los hospitales de comunidad.

El censo escolar nacional de 1883 había arrojado que de 500.000 niños en edad escolar, entre 5 y 14 años, 124.558 eran analfabetos, 51.001 semianalfabetos y 322.390 alfabetos.

A partir de Sarmiento, comenzaron a surgir escuelas en todo el país. Roca creó el Consejo Nacional de Educación, y en Buenos Aires se celebró el Primer Congreso Pedagógico Sudamericano. Allí se planteó a la educación como un derecho. El producto final fue la ley 1420, de educación común, gratuita y obligatoria.

En 1884 se reglamentó el uso de la bandera nacional y poco a poco fue cambiando la ciudad de Buenos Aires, a la que Sarmiento había descripto como “la babel de las banderas”.

Faltaba igualar a los alumnos y, por qué no, protegerlos de las enfermedades. Y así apareció el guardapolvo.

Hubo quienes le adjudican la imposición de esta prenda a Sarmiento, pero el sanjuanino, que hizo de todo, en esta cuestión no tuvo nada que ver. Estaba en contra de uniformar a los alumnos, porque eso supondría un gasto extra para las familias y acrecentaría la deserción escolar.

Insistió en una vieja idea que tenía y que veía en establecimientos particulares, donde se usaba uniforme. En las escuelas públicas, donde cada niño iba vestido con su ropa habitual, aconsejó el uso de un guardapolvo blanco, con la motivación de que esa prenda igualaría a todos los alumnos. Y de paso, se ocultaría la forma de vestir de algunas niñas, que llegaban a escandalizar a las autoridades. Pizzurno decía que como las mujeres eran “débiles de carácter” estaban más expuestas; el guardapolvo era ideal para cubrir sus ropas.

Se argumentaba que el guardapolvo era higiénico y que protegía contra los “microbios” y “bacterias”, tan presentes en la corriente higienista en boga. La idea era que el alumno debía colocárselo al entrar a la escuela y, al terminar el día de clase, lo debía dejar en el establecimiento. De esta manera, no llevaba a su casa los tan temidos gérmenes que seguro se le prendían en el aula.

En esta puja por adjudicarse la paternidad de esta prenda, están los que sostienen que la maestra Matilde Filgueiras de Díaz, se la da como la precursora de su uso en 1915. Fue en la Escuela Cornelia Pizarro, Peña 2670. La historia cuenta que vio que su clase se dividía en dos grupos: los chicos que iban muy bien vestidos y los que usaban ropas modestas. Organizó reuniones con los padres, para explicarles el sentido de esta novedosa prenda para los escolares: algunos se opusieron, y los que la apoyaron se dividieron cómo debía ser y hasta de qué color. Parece que para cortar las discusiones, aportó tela blanca que compró en una tienda de la calle Florida y la distribuyó entre las familias, indicándoles a las mujeres cómo debían confeccionarlo. Algunos se escandalizaron y la denunciaron. Cuando un funcionario del Consejo Escolar acudió a la escuela, se convenció de lo atinada de la medida, y asunto terminado.

Ángel Gallardo era ingeniero civil y doctor en ciencias naturales. En su larga trayectoria, ocuparía diversos cargos, como el de embajador, ministro de relaciones exteriores de Alvear y en la década del treinta, rector de la UBA. Entre 1916 y 1921 fue presidente del Consejo de Educación. Entonces reglamentó su uso el 1 de noviembre de 1919, durante el primer gobierno de Hipólito Yrigoyen.

Hay historiadores que referencian, por ejemplo, a Julia Caballero Ortega, maestra de una escuela de Avellaneda, lo habría impuesto por 1905; también a Antonio Banchero quien era, por 1906, maestro de 6° grado en la Escuela Presidente Roca, en Tribunales. Fue quien lo habría impuesto con la misma motivación que sus colegas: igualar a todos los chicos, ya que era notorio el contraste entre las ropas de los chicos pudientes con aquellos que venían de hogares humildes, o Pedro Avelino Torres, docente en la ciudad porteña, quien aseguró haber sido el precursor de esta prenda.

Fuentes: Diccionario biográfico de mujeres argentinas, de Lily Sosa de Newton; El Monitor de la Educación

Fuente: telam

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