21/09/2025
La estafa que sufrió un ahorrista que confió el dinero para su retiro en un fondo ganadero de Uruguay

Fuente: telam
Manuel Pérez Bravo escribió el libro ‘¿Quién se llevó mis vacas?’ en el que cuenta el engaño de República Ganadera, un esquema Ponzi que se quedó con el dinero de miles de inversores
>El ahorrista Manuel Pérez Bravo estaba haciendo ejercicio un sábado de mañana en un club de Montevideo cuando un conocido se acercó y le hizo una pregunta que nunca quiso escuchar: “¿Te enteraste de lo que pasó con República Ganadera?”. Se refería a una de las empresas que se dedicaba a captar ahorro privado para comprar ganado y, a cambio, pagaba una renta fija cercana al 10%.
La pregunta que le hicieron ese sábado de mañana en el club fue un cimbronazo. Ese fue el momento en el que entendió que él también había sido estafado, que el ex alumno en el que había confiado le había mentido, que el dinero que había invertido para tener un retiro en paz se había esfumado.
En el negocio de los fondos ganaderos de Uruguay hubo un efecto dominó. La caída del Grupo Larrarte generó una pérdida en la confianza en un negocio que, según expertos, estaba mal pensado desde el origen. Las empresas pagaban un porcentaje fijo a sus clientes, algo que no debería ser habitual en un negocio que está expuesto a factores cambiantes, como puede ser una sequía o las variaciones de los precios en el mercado internacional.
¿A qué se dedicaba la empresa? En 2018, en una entrevista con el canal A+V, el director de la firma, Nicolás Jasidakis, contó que destinaban el dinero de los inversores a comprar vacas preñadas y con el ternero que nacía se pagaba la renta y los gastos del establecimiento.
“Sencillamente lo que hacemos es captar ahorro público para después pagar una renta fija sobre eso”, comentó esa vez. La empresa ofrecía una renta fija de entre el 8% y el 10%. En República Ganadera confiaron 1.450 inversionistas, que ahora buscan una salida que les permita cobrar el dinero que invirtieron. La empresa entregó una serie de datos preliminares a los inversores de los que surge que ocho de cada 10 tendrían solo entre el 1% y el 30% del ganado que les correspondería por el contrato que hicieron.Pérez Bravo llegó a una agencia para comprar pasajes para un viaje que haría con sus hijos y allí fue atendido por un ex alumno de la Universidad de la Empresa (UDE), una institución en la que había dado clases de Psicología Social y Sociología durante 20 años. El hombre le mencionó a Jasidakis, un compañero de curso que estaba pasando por una especie de momento de fama: la revista Galería lo había puesto en su tapa por el proyecto de inversiones. Pérez Bravo tuvo curiosidad sobre la empresa de Jasidakis y averiguó más.
El acercamiento fue a través de un medio hermano del empresario a quien le preguntó si había invertido en República Ganadera. La respuesta fue que sí, algo que hizo a Pérez Bravo creer en el negocio. Había varios elementos a favor: un conocido había invertido y la actividad parecía ser exitosa porque estaba en la tapa de una revista. “Puedo confiar tranquilo”, pensó el ahorrista, según el adelanto publicado por El Observador.Pero Pérez Bravo no se decidió de inmediato. Quiso seguirlo pensando y, para sumar más elementos, mantuvo una entrevista con Jasidakis. El empresario lo convenció, y eligió un producto que implicaba tener a su nombre los animales si invertía más de USD 25.000. Firmó el contrato por primera vez en 2022. Un año después cobró el 10% de rentabilidad que le habían prometido y duplicó el monto.“Fui a hablar como amigo porque no quería arriesgarme. Pregunté si las vacas tenían garantía. Por ejemplo, si moría qué pasaba. Me dijeron que si se moría una vaca, nacía un ternero y al final se compensaba una cosa con otra”, recordó el inversionista.
Luego, Pérez Bravo volvió a hablar con el empresario cuando la crisis en el sector asomaba. Había caído el Grupo Larrarte y el ahorrista temía por una corrida. Pensó que lo mejor era estar tranquilo, no salir corriendo a retirar el dinero para no contribuir con la sensación de pánico. Él, en realidad, no estaba apurado: pensaba dejar colocado su dinero en la empresa durante tres años más.
En octubre de 2024 Jasidakis se volvió a reunir con Pérez Bravo. Tomaron un café y el director de República Ganadera le dio, nuevamente, tranquilidad. La estrategia de la empresa fue mostrarle las guías de ganado, los animales que tenía a su nombre y el campo en el que estaban. La firma se había mudado hacia una casa en el barrio residencial de Carrasco. Había varias señales que no le daban motivos para desconfiar.Faltaba casi un mes para que la empresa enviara un comunicado a los inversores en el que les anunciaba que no podría cumplir con sus obligaciones. Fue en ese momento que Pérez Bravo mantuvo la charla en el club.
En la comunicación se refieren a la sequía como uno de los motivos de la crisis. “Fue un cimbronazo. El golpe fue duro porque no lo esperaba y justo fue un sábado. No podés hacer mucho. Si querés consultar a un abogado, tenés que esperar al lunes. Pero pensé, lo mejor es mantener la calma. Si me veo afectado en mis ahorros, que no me afecte mi tranquilidad, mi equilibrio emocional ni me quiten la alegría”, expresó.Pérez Bravo todavía no tiene elementos para saber si podrá recuperar al menos parte de su dinero, pero considera que la propuesta que presentó República Ganadera no es aceptable. El ahorrista decidió escribir un libro con su historia y la de otros damnificados.
Fuente: telam
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