25/08/2025
Cómo se formaron las estrellas más grandes del universo y por qué siguen desconcertando a la ciencia

Fuente: telam
En las últimas décadas, el desarrollo de instrumentos más potentes y precisos permitió descubrir cuerpos celestes cuya escala supera lo que vemos en nuestro Sistema Solar
>Detrás de cada punto brillante que vemos en el Entre esos astros colosales destacan las hipergigantes, estrellas que superan en miles de veces el ancho del Sol y que, a pesar de su rareza, ocupan un lugar fascinante en la astronomía moderna.
Durante siglos, los telescopios y las observaciones desde la Tierra permitieron trazar un mapa estelar dominado por constelaciones familiares. Sin embargo, en las últimas décadas, el desarrollo de instrumentos más potentes y precisos permitió descubrir cuerpos celestes cuya escala supera cualquier comparación intuitiva.UY Scuti, ubicada en la constelación de Scutum a unos 9500 años luz de la Tierra, saltó a la fama en 1860, cuando astrónomos alemanes del Observatorio de Bonn la catalogaron por primera vez bajo el nombre BD-12 5055. En esa época no existía la tecnología necesaria para calcular con precisión su tamaño, pero ya llamaba la atención su variabilidad.
Poner su escala en perspectiva es casi un ejercicio de imaginación. El Sol es tan enorme que más de un millón de Tierras cabrían en su interior, pero UY Scuti deja pequeño incluso a nuestro astro rey. Su volumen podría albergar alrededor de cinco mil millones de soles.
Si ocupase el lugar del Sol en el centro del sistema solar, su atmósfera visible alcanzaría la órbita de Júpiter y el gas que expulsa superaría con holgura la distancia de Plutón. La magnitud de ese cálculo se vuelve aún más sorprendente si se piensa que todo el sistema planetario desaparecería dentro de su envoltura rojiza.Aun así, la corona de UY Scuti no la convierte en la estrella más masiva. Esa categoría le pertenece a R136a1, con cerca de 300 veces la masa solar. La diferencia entre radio y masa se explica por la física de la fusión nuclear. El núcleo de una estrella muy masiva ejerce tal presión que las reacciones de fusión ocurren a un ritmo explosivo, lo que aumenta su luminosidad pero no necesariamente su diámetro.Los astrónomos advierten que calcular el tamaño de una estrella nunca es una tarea exacta. Jillian Scudder, investigadora de la Universidad de Sussex, explicó que “la complicación de las estrellas radica en que tienen bordes difusos”.
Entre esas candidatas aparece VY Canis Majoris, una hipergigante roja situada a seis mil años luz de distancia. Durante mucho tiempo fue considerada la más grande de todas, con estimaciones que llegaban a ubicarla entre 1800 y 2200 veces el ancho del Sol.
Nuevas mediciones redujeron su radio a unas 1420 veces, aunque todavía la colocan entre los gigantes del universo. Lo más interesante es su estado evolutivo: está en el final de su vida, una etapa donde la acumulación de helio en el núcleo obliga a que la fusión de hidrógeno se desplace hacia capas externas.Otra rival destacada es NML Cygni, con un radio cercano a 1640 veces el del Sol, y Westerlund 1-26, que supera las 1500 veces. WOH G64, una hipergigante de la Gran Nube de Magallanes, llegó a calcularse en 3000 radios solares, aunque revisiones posteriores corrigieron esa cifra a alrededor de 1500. En todos los casos, los errores de medición y las variaciones propias de estrellas inestables generan un mapa dinámico, donde el podio cambia según la precisión de los instrumentos y las técnicas de observación.
La lista incluye también a Betelgeuse, una supergigante roja en la constelación de Orión que muchos conocen porque marca uno de los hombros del cazador mitológico. Aunque no compite directamente con UY Scuti en tamaño, su proximidad y luminosidad la convierten en un laboratorio natural para estudiar lo que ocurrirá cuando estas estrellas exploten como supernovas. Los astrónomos estiman que Betelgeuse podría estallar dentro del próximo millón de años, un instante breve en la escala cósmica.El caso de R136a1 merece un capítulo aparte porque representa la otra cara de la grandeza estelar. Ubicada en una región de formación de estrellas en la Gran Nube de Magallanes, combina una masa extraordinaria con una luminosidad descomunal.
Su brillo supera 4,5 millones de veces al del Sol, aunque la mayor parte de esa energía se emite en el rango ultravioleta. A simple vista parecería solo 167 mil veces más brillante que el Sol, pero aun así sería insoportable si estuviera cerca. A cuarenta años luz, su resplandor superaría al de Venus y a la distancia de Próxima Centauri opacaría incluso a la Luna llena.El estudio de estos gigantes cósmicos no solo alimenta la curiosidad por saber cuál es la estrella más grande o más masiva, también ilumina aspectos fundamentales de la evolución estelar.
Entender cómo se inflan, cómo varían su brillo o cómo terminan sus días permite afinar modelos que luego se aplican a la vida del Sol y a la dinámica de la Vía Láctea. Cada corrección en el tamaño de UY Scuti, cada revisión de los límites de VY Canis Majoris o de WOH G64, aporta piezas a un rompecabezas que ayuda a dimensionar mejor el universo.Pensar que nuestro planeta es apenas un punto invisible al lado de esos cuerpos es una lección de humildad cósmica. En el silencio del cielo nocturno, los colosos estelares siguen ardiendo, recordándonos que el universo no solo es más vasto de lo que imaginamos, sino también más dinámico y sorprendente de lo que podemos concebir.
Fuente: telam
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