15/08/2025
El tango más conocido del mundo que nació como una marcha estudiantil y la disputa que se generó por los derechos de autor

Fuente: telam
La Cumparsita, compuesta por el uruguayo Gerardo Matos Rodríguez en 1916, había sido concebida para juntar fondos para la Federación de estudiantes de Montevideo
>Dicen que su autor le tenía tan poca fe a esta creación, que al tiempo de estrenarla terminó vendiendo los derechos de la misma por la módica suma de 20 pesos argentinos, que luego perdió apostando por el jinete equivocado en una carrera de caballos. Dicen. ¡Dicen tantas cosas! ¿Pero quién puede probarlo?
Todo comenzó cuando Gerardo Matos Rodríguez, mientras se encontraba enfermo y haciendo reposo en su casa de Montevideo, decidió empezar a crear un tema para la comparsa de carnaval de la Federación de Estudiantes. El Becho, como lo apodaban, era uno de los tantos alumnos de la carrera de arquitectura, que pese a su pasión por la música se veía obligado a ir detrás de un título universitario para cumplir con el mandato familiar. Y en ningún momento pensó que lo que estaba haciendo podía convertirse en una obra de culto. Por el contrario, cuando notó que su pieza olía a tango de principio a fin, un poco se decepcionó.
Al poco tiempo, sin embargo, la salud de Matos Rodríguez se resintió. Dicen, que habría contraído tuberculosis. Pero que, como no quería fallarle a sus compañeros, empezó a delinear el que se convertiría en el tango más popular del planeta desde su cama, mientras la fiebre lo acechaba. Y que habría sido su hermana la que, lápiz en mano, habría trasladado al pentagrama lo que él tarareaba con su boca mientras lidiaba con la tos. Hasta que, ya recuperado, pudo terminar de pulir esta partitura que tuvo gran aceptación entre la gente de la comparsa.
Tras su polémico debut, La Cumparsita fue cajoneada y así fue como el Becho decidió vender sus derechos a una editorial argentina, Breyer Hnos. Eran tiempos en los que el público esperaba oír a un cantor frente a la orquesta. Y un tango instrumental, por más bueno que fuera, no resultaba atractivo. Sin embargo, por aquellos años las revistas porteñas solían estrenar tangos en cada una de sus temporadas. Y así fue como Pascual Contursi y Enrique Pedro Maroni le pusieron letra a este tema para presentarlo con la voz de Juan Ferrari en la obra Un programa de cabaret, con el título de Si supieras.
El espectáculo en cuestión, cabe aclararlo, tampoco tuvo mucha repercusión. Sin embargo, el destino quiso que fuera ni más ni menos que Carlos Gardel el que escuchara esta versión y decidiera grabar la pieza para la firma Odeón. “Si supieras, que aún dentro de mi alma, conservo aquel cariño que tuve para ti, quién sabe si supieras, que nunca te he olvidado, volviendo a tu pasado, te acordarás de mí”, se le escuchaba cantar al Zorzal. ¿El resultado? En poco tiempo, La Cumparsita empezó a sonar en todas las radios del país y, de a poco, empezó a ser escuchada también en el extranjero.Para entonces, el Becho se encontraba trabajando como periodista en París. Pero fue un amigo el que le hizo saber lo que estaba pasando con su obra en el Río de La Plata. Dicen que entonces llegó un entuerto judicial. Por un lado, Firpo aseguraba que Matos Rodríguez había registrado la pieza incluyendo sus arreglos y sin darle crédito. Pero, por el otro, furioso por el hecho de que le hubieran puesto letra y le hubieran cambiado el nombre a una composición cuyos derechos ya no tenía, el compositor inició una controversia legal con Contursi y Maroni. Finalmente, dicen el autor pudo recuperar su obra por un detalle técnico: cuando había efectuado la venta todavía era menor de edad.“La cumparsa de miserias, sin fin desfila, en torno de aquel ser enfermo que pronto ha de morir de pena. Por eso es que en su lecho solloza acongojado, recordando el pasado que lo hace padecer. Abandonó a su viejita, que quedó desamparada. Y loco de pasión, ciego de amor, corrió tras de su amada, que era linda, era hechicera, de lujuria era una flor, que burló su querer hasta que se cansó y por otro lo dejó”, decía la nueva poesía escrita por el Becho. Pero que jamás pudo imponerse sobre la que, para entonces, ya había inmortalizado el Morocho del Abasto.
Fuente: telam
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