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12/08/2025

Cuando alejarse del bullicio es posible: los espacios naturales donde el silencio permanece intacto

Fuente: telam

Expertos y organizaciones internacionales impulsan la certificación de espacios donde la naturaleza se escucha sin interferencias, promoviendo cambios culturales y beneficios para la salud y la biodiversidad

>En un planeta invadido por el ruido urbano, aún existen espacios excepcionales donde la naturaleza mantiene su A continuación, un repaso por los principales refugios de tranquilidad del planeta, donde la ausencia de contaminación acústica se transforma en parte fundamental de la experiencia.

Al norte de Taipéi, Yangmingshan es el primer parque urbano asiático en recibir certificación internacional por su ambiente sonoro prístino. En sus 111 kilómetros cuadrados de colinas, bosques y aguas termales, el sonido dominante es el de las aves, el viento y los arroyos.

Su cercanía a una de las metrólpolis más ruidosas del planeta resalta el valor de este oasis, que ofrece a locales y visitantes un respiro en medio del bullicio asiático. La regulación del tránsito y el compromiso con la protección del ambiente han sido claves para mantener esta calidad sonora.

En pleno desierto de Namibia se extiende una de las áreas más puras y tranquilas del continente africano. NambiRand, con 200.000 hectáreas de sabanas y dunas, es reconocida por el aislamiento de la vida moderna: aquí solo se perciben los sonidos del viento, los movimientos de la fauna salvaje y la vastedad silenciosa del paisaje.

La reserva se distingue como ejemplo de gestión sostenible, donde la ausencia de tráfico, construcciones y actividad industrial ha conseguido preservar un entorno de calma extrema, incluso durante la noche bajo un cielo poblado de estrellas.

A menos de una hora de Santiago, la Reserva Nacional Río Clarillo representa uno de los mejores ejemplos latinoamericanos de refugio sonoro en proceso de certificación internacional. Sus ríos cristalinos, bosques nativos y montañas permiten escuchar únicamente el correr del agua, los cantos de aves autóctonas y el rumor del viento en los árboles.

La cercanía de la ciudad contrasta con la paz absoluta que se experimenta en sus senderos, ideal tanto para quienes buscan reconectar con la naturaleza como para estudios científicos sobre ecosistemas y bienestar.

Situado en la región de Saskatchewan, el Parque Nacional de la Isla del Alce protege bosques boreales, playas de lagos y una rica diversidad de fauna en un ambiente silencioso y remoto.

El acceso controlado y la baja densidad de visitantes garantizan que el paisaje sonoro permanezca dominado por el canto de loons, el crujido de ramas y el movimiento discreto de los alces. Esta atmósfera, tan distinta a la vida urbana, convierte cada exploración del parque en una experiencia de introspección y tranquilidad.

En la frontera entre Polonia y Bielorrusia, el bosque primario de Białowieża, Patrimonio Mundial, mantiene un entorno acústico casi inalterado. Aquí, los sonidos naturales —bisontes pastando, aves en vuelo, insectos y hojas secas— reemplazan cualquier rastro de ruido mecánico.

Más allá de su biodiversidad, la verdadera riqueza del parque está en su atmósfera de quietud, solo interrumpida por los ciclos de la vida animal. Este lugar es un recordatorio de cómo era Europa antes de la industrialización y el avance constante de la civilización.

En Estados Unidos, dos de las zonas silvestres mejor preservadas son Boundary Waters Canoe Area, en Minnesota, y Bob Marshall Wilderness Complex, en Montana. En ambas áreas, el acceso a motor está completamente restringido y los visitantes se desplazan solo a pie o en canoa.

De este modo, el único acompañamiento son los sonidos del agua en los remos, el viento en los árboles y la fauna local. Esta ausencia casi total de ruido artificial convierte ambos destinos en referentes mundiales para quienes buscan refugios reales de silencio y desconexión.

Toda la información y la selección de estos destinos han sido documentadas y verificadas por National Geographic, apoyándose en expertos y organismos que certifican la calidad del ambiente sonoro natural. Explorar estos lugares no solo invita al bienestar personal, sino también al respeto por la naturaleza y la preservación de uno de sus bienes más frágiles: el silencio.

Fuente: telam

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