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08/08/2025

George Ward Price, el periodista que cedió su pluma a Hitler: diarios secretos, entrevistas manipuladas y la sombra de Goebbels

Fuente: telam

El nuevo libro de Richard Evans revela cómo el reportero estrella del Daily Mail permitió que el dictador editara sus palabras. La ética periodística en jaque y un acceso sin precedentes al poder nazi

>La revelación más contundente del libro de Richard Evans surge de un pasaje en el que Joseph Goebbels anota en su diario que Adolf Hitler revisó y suavizó una entrevista concedida a George Ward Price. Goebbels escribió: “Él [Hitler] sigue revisando la entrevista de Ward Price, que ha quedado muy bien. Era algo demasiado efusiva”. Este testimonio, presentado por Evans, constituye la prueba más clara de la connivencia entre el periodista estrella del Daily Mail y el régimen nazi, y plantea una pregunta ineludible sobre los límites éticos del periodismo cuando el poder dicta el relato.

El libro, publicado por The History Press, detalla cómo Ward Price, nacido en 1886 e hijo de un clérigo, eligió el periodismo como vocación desde su juventud. Un compañero de escuela lo describió como alguien que aspiraba a ser “obispo o parte del staff del Daily Mail”. Optó por lo segundo y, en poco tiempo, se convirtió en el reportero estrella del periódico, acumulando exclusivas y dejando atrás a sus competidores. Su éxito se tradujo en una fortuna considerable: al morir, dejó más de £125.000 en su testamento, en una época en la que el salario medio anual en el Reino Unido rondaba las £1.000.

El ascenso de Ward Price coincidió con el auge del nazismo. Su relación con Hitler alcanzó tal grado de familiaridad que, tras la anexión de Austria, el propio dictador lo saludó en Linz con una sonrisa y la frase: “Bueno, Ward Price, ¡siempre presente!”. Este acceso sin precedentes le permitió obtener información de primera mano, pero también lo situó en el centro de la controversia. Winston Churchill llegó a recriminarle personalmente: “Veo que has estado otra vez en Alemania, estrechando las manos ensangrentadas de tus amigos nazis”.

Ward Price defendió su labor en su autobiografía, Extra-Special Correspondent (1957), donde afirmó que “informaba con precisión sobre las declaraciones de Hitler, dejando que los lectores británicos formaran su propia opinión sobre su valor”. No obstante, para muchos observadores, su papel fue el de “altavoz internacional del Duce y del Führer”.

Evans, a pesar de la gravedad de este hallazgo, apenas lo enfatiza en su análisis. No obstante, el hecho de que Ward Price permitiera a Hitler editar su entrevista representa una transgresión ética de enorme magnitud. Obtener la exclusiva mundial solo fue posible mediante una cesión absoluta de la independencia periodística. La diferencia entre declararse cronista imparcial y consentir que el entrevistado manipule su imagen pública se vuelve abismal cuando el protagonista es Hitler.

La obra de Evans no solo revisita la figura de Ward Price, sino que también interpela al periodismo contemporáneo sobre los riesgos de la proximidad al poder y la tentación de sacrificar la verdad por el acceso privilegiado.

Fuente: telam

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