27/07/2025
Walter Riso: “Un terapeuta cognitivo es experto en software humano”

Fuente: telam
Doctor en psicología, escribió el libro “Los 7 pilares del amor propio”. Su historia de Nápoles a Barcelona y un dato: “El 60% de los que van al psicólogo es por temas relacionados con el amor”
>El último de los napolitanos podría ser el título de una novela para A comienzo de la década del ´50, su padre, Fernando, llegaba –junto a sus hermanos- de polizón a la Argentina, proveniente de Italia. Pero antes, existieron dos intentos fallidos. “Los agarraron en Brasil y los devolvieron, ellos insistieron y los volvieron a agarrar en Sudamérica. Al tercer intento, hicieron pie en Buenos Aires”, recuerda Riso, a Infobae Cultura, en la antesala del restaurante de un hotel recoleto.
Su progenitor arribaba al país “sin el idioma, sin dinero” y tenía que juntar, billete sobre billete, para expatriar a su mujer Dora, hermanas e hijos, fiel a la costumbre inmigrante de aquellos tiempos. “Así llegó mi madre, mis tías y yo, quien fui el último napolitano que arribó, tenía 2 años. El resto de mi familia, nació aquí”, sentenció el barbado entrevistado nacido en 1951.Luego de cursar la escuela primaria, junto a otros inmigrantes del barrio, la familia levó anclas y viró el timón hacia la provincia de San Luis en donde su padre montó otra pizzería, pero quebró al poco tiempo. “Allá cursé parte del bachillerato y apliqué para ingresar al Otto Krause en Capital: salí tercero entre mil aspirantes, así que guardé el cupo”, rememora.
Una vez en Buenos Aires, el entrevistado reconoce que “fue complicadísimo” cursar en la primera institución de educación tecnológica en la Argentina. “Me recibí de Técnico Mecánico y después, en la facultad, pude estudiar Ingeniería Electrónica, pero no me gustó. Cursé tres años y medio, la familia italiana quería que fuera el ingegnere, pero abandoné la carrera y me fui a mis 20 y pico, a dedo, de hippie, de vuelta a San Luis: con trenzas y todo, a recorrer el país”.Ese viaje de regreso a la región puntana acercó a Riso hacia lo que sería su pasión y profesión: la psicología. ”Venía de una formación muy técnica, pero no muy científica, descubrí la Universidad Nacional de San Luis, junto a dos amigos, que también provenían de carreras técnicas”, afirma a este medio.La escuela psicoanalítica de Sigmund Freud, que dominaba la currícula universitaria, era algo que no le gustaba al joven aspirante. “Yo asociaba la psicología con la mente y la mente con el cerebro. Además, le coqueteaba a la física nuclear, pero también a la parte neurológica como lectura”, explica.Pero, al poco tiempo de la cursada, descubrió que muchos de los profesores que impartían sus conocimientos habían sido alumnos de eminencias del pensamiento. “Una lo fue de Jean Piaget (el padre de la psicología evolutiva) y otro de Alexander Luria (uno de los fundadores de la neurociencia cognitiva y la neuropsicología), por ejemplo, y todo eso lo fuimos rescatando. Cuando salimos, la universidad ya era tan cognitiva como psicoanalítica, vos podías elegir hacia donde especializarte”, añadió quien reside hace 15 años en Barcelona.Por eso, en su obra, Riso es muy autorreferencial. En su último libro, él recuerda el bullying sufrido por sus compañeros de escuela primaria (por su baja estatura y orejas grandes) como así también los destratos de su padre cuando, por ejemplo, le tiró a la basura su colección de historietas preferidas porque el niño se retrasó en llevarle el diario para que revise qué números habían salido en la lotería. Aunque, ante la consulta de si esa violencia paternal lo marcó para hacer una tesis de grado referida al tema intrafamiliar. “No, yo fui un muchacho muy querido por sus padres: el último de los napolitanos”, repitió con orgullo.
Según Riso, los terapeutas cognitivos “son expertos en software humano” y los grandes autores que escribieron sobre el tema -y cita en su obra- como Albert Ellis y Aaron Beck, entre otros, también realizaron libros técnico-académicos. “Diría que es algo así, como una autoayuda científica”, afirma risueño el autor.
Riso, además, confiesa que “la psicología lo agarró” y que, si volviera a nacer, estudiaría dos cosas: filosofía y matemáticas... ¡y las mezclaría! “Los psicólogos tenemos que dar respuestas a los problemas mientras que los filósofos hacen preguntas. Nosotros también las hacemos, poderosísimas, pero para resolver cosas”.Si existe un tópico casi enciclopedista en la literatura, el cine o la música, es el amor. Recorriendo los títulos de la bibliografía de Riso, esa mágica, trillada y abstracta palabra, se repite –camuflada o no- en la mayoría de los títulos de sus obras: De tanto amarte me olvidé de mí, Los límites del amor, Enamórate de ti, Manual para no morir de amor, Amores altamente peligrosos, ¿Amar o depender? y el cual es motivo de esta entrevista, Los 7 pilares del amor propio. Él reconoce que para profundizar –y teorizar- tanto sobre dicha temática su “sensibilidad y un fuerte interior femenino” lo ayudaron mucho. “Me críe entre mujeres, guerreras, napolitanas, atrevidas y valientes, hasta algunas pelearon en la Segunda Guerra Mundial. Además, tengo dos hermanas y dos hijas, ningún hombre en la familia. Y la mayoría de mis pacientes, al igual que mis lectores, en su mayoría son mujeres. Pero ojo, también poseo un Mel Gibson adentro, no el de la película Lo que ellas quieren, sino el Wallace de Corazón valiente, con espada y todo”, arremete.Aunque muchas veces el escritor encarna su obra, en el caso de Riso parecen ausentes las experiencias personales de desamor o amores no correspondidos del devenido escritor llevadas al papel. “Quisiera decirte que sí, pero no (risas), siempre he sido muy pragmático, tengo un chip que a veces la gente lo hereda, yo no sé amar a alguien que no me ame, y no es narcisismo“, se ataja, sino “realismo puro”, aclara.Según él, lo que cura en la terapia cognitiva no es ni lo positivo ni lo negativo, lo hace el realismo, afirma este amante de los Beatles, Rolling Stones como así también de la música clásica, el jazz y las instrumentaciones medievales.— Pero usted habla del amor, no de Montaigne…
— ¿Por qué?
— ¿De qué año estamos hablando?
— ¿Cuál era y qué sucedió?
— ¿Cómo sería eso?
— ¿Dónde se “pondría” en una librería?
— Hablando al respecto, ¿qué opina del mindfulness?
— En su libro cita mucho a Jiddu Krishnamurti, ¿qué significó para usted leer a este gran pensador indio?
Para escribir su último libro, Riso admite que, previamente, investigó mucho y que, a lo teórico, le sumó varios casos de su experiencia clínica. Y así resumió sus 7 pilares del amor propio. A saber:
- Según Riso, cuando se escribe acerca del “amor propio”, lo primero que asoman son las disculpas de muchos autores por el desconocimiento del tema. ”Y dicen: ´Estoy de acuerdo con la compasión, pero no con la empatía´, y dan toda una explicación para justificar que van a hablar del amor propio porque tiene mala fama. Entonces, la mejor manera de reducirlo es catalogarlo como egoísmo y no es así”.En palabras del psicólogo, “amar el amor propio es un factor de resistencia hacia la depresión, quizás, el más importante porque ayuda a combatir los problemas de ansiedad, mejorar las relaciones afectivas e interpersonales y hasta sirve para prevenir problemas cardiovasculares, porque, al amar mi humanidad, amo a la Humanidad”. Y completa la idea: “Entonces, a mayor amor propio, tu dolor me va a doler más y seré más empático. Pero el egoísta es una persona que quiere solo para él, le importan un rábano los demás. Si yo me amo a mí mismo, voy a buscar mi bienestar, como lo haría en otra persona que amo. En cambio, el egoísta termina siempre solo o aislado“.
— Te voy a decir algo que quizás te sorprenda, hay un individualismo responsable y uno irresponsable. El primero es en el que busco mi bien, sin descuidar el del otro. Te quiero y me quiero, mi individualidad y mi singularidad es tan importante como la tuya. En el que yo tengo en cuenta no violar los derechos del otro, tener libertad, independencia y buscar ser asertivo.
— ¿Y cómo talla el orgullo aquí?— ¿Por qué es tan común confundir amor propio con narcisismo y egoísmo?
— En el libro, habla de que cada uno debe tener su “día especial”, ¿usted practica lo que predica?
— Comenzamos la nota hablando de su infancia, ¿qué cree que pensarían sus padres hoy de usted?
Fuente: telam
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