25/07/2025
El drama de las familias que cruzaron los escombros de Gaza huyendo de la guerra y el hambre
Fuente: telam
Miles de desplazados luchan por subsistir en condiciones extremas tras meses de conflicto, con relatos de pérdidas irreparables y una crisis humanitaria que afecta al noventa por ciento de la población según la ONU
>En cada rincón improvisado de Ciudad de Gaza, entre carpas y escombros convertidos en refugio, familias como la de Nizar Bakron pelean a diario una batalla silenciosa contra la muerte y el olvido. Nizar, de treinta y ocho años, no ha dejado de moverse desde el siete de octubre de 2023. Ese día, tras el ataque que desató la venganza y la guerra, huyó del vecindario de Shejaia. Su itinerario ha sido un recorrido doloroso por nombres convertidos ahora en sinónimos de huida: Al-Zahra, Nuseirat, Rafah, Khan Younis. En ese mapa de desarraigo, cada parada ha significado un intento desesperado por sobrevivir, como si la distancia pudiera conjurar el peligro.
En la mesa improvisada, el hijo menor de Nizar mastica un pedazo de pan tan duro como la historia de su familia. El ciclo de la violencia no da respiro. Un día en mayo, mientras la mayoría dormía, una explosión destrozó el edificio de Al-Barajuni, justo donde se refugiaban. “Perdí a dos hijos: mi hija mayor, Olina, y después Rebhi. Mi padre también murió. Y el más pequeño, con menos de dos años, lleva cincuenta días en el hospital”, relata Nizar con la voz desgarrada de quien ha contado demasiadas noches sin final.
Las pérdidas no solo se miden en cuerpos sepultados. Es la rutina destrozada, la casa convertida en memoria y la infancia evaporada bajo el llanto de los sobrevivientes. Antes de la guerra, los Bakron vivían en Shejaia, una zona llena de vida y bullicio. Ahora su mundo cabe en una tienda y en los pocos utensilios que lograron rescatar, bajo la amenaza constante del bombardeo y el hambre.
Las palabras de Majed son una letanía de impotencia: “Somos civiles inocentes. No tenemos armas. No sabemos dónde ir. Queremos que termine la guerra. Nada de esto tiene que ver con nosotros”. Cada desplazamiento es una condena sin salida. Cada vez que los altavoces ordenan una evacuación, la familia empaca lo que queda y se lanza a los caminos cubiertos de polvo y miedo.
La realidad es más cruel para quienes cargan con la fragilidad de otros.Su madre, Alyah, resume en un gesto la fatiga del sur recurrente: “Mis nietos me piden pan. Si tengo un pedazo, se los doy y me acuesto sin comer. La fatiga nos aplasta. Ya no hace falta explicar el sufrimiento, basta ver a los niños”.
La última vez que la familia Bareem intentó moverse a Mawasi, supuesta “zona segura” según el ejército israelí, una jornada que debía durar minutos se transformó en cuatro horas de peregrinación entre ruinas. A veces tocar fondo es literal: “Estamos muriendo lentamente todos los días. Dudo que exista en el mundo quien soporte lo que vivimos en Gaza”, concluye Majed.La guerra nació del ataque del siete de octubre de 2023, con el asalto del grupo terrorista Hamas a comunidades de Israel que dejó 1200 civiles masacrados y más de 250 secuestrados, dando inicio a una respuesta militar. La escasez de alimentos es tan grave que la Organización Mundial de la Salud la llama “hambruna provocada por el hombre”. Las respuestas son balbuceos policiales: Israel defiende las restricciones al ingreso de ayuda, y acusa a los miembros de los grupos violentos financiados por el régimen de Irán de esconderse entre los civiles.
Entre tendederos improvisados y estufas de lata, las vidas siguen porque no hay otra opción. La épica cotidiana es buscar un poco de agua, un trozo de pan, una buena noticia. El drama de quienes cruzaron los escombros de Gaza no tiene héroes, solo resistencia: padres huérfanos de sus propios hijos, madres que apagan el hambre de los nietos con palabras dulces, docentes que sostienen a la familia empujando una silla de ruedas. Las calles bombardeadas son, al final, un paisaje de pérdida y de esperanza rota.
Fuente: telam
Compartir
Comentarios
Aun no hay comentarios, sé el primero en escribir uno!