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24/07/2025

Ester y Rembrandt: la heroína bíblica que desafió imperios, inspiró a Ámsterdam y revolucionó el arte del Siglo de Oro

Fuente: telam

La figura de Ester trascendió la religión y se convirtió en símbolo de resistencia y libertad. Rembrandt la transformó en emblema de humanidad y justicia en una ciudad marcada por la diversidad y el cambio

>La historia de Ester captó la atención de comunidades y artistas a lo largo de los siglos, pero en el siglo XVII, su recepción en Ester se consolidó en el imaginario colectivo como ejemplo de autoprotección y resiliencia. En el relato bíblico, la ocultación de su origen y el acto de valentía al interceder ante el rey Asuero inspiraron, de forma ética y política, a una comunidad judía que valoraba la integración pero defendía su memoria. Para los sefardíes de Ámsterdam, Ester encarnaba la experiencia de sobrevivir bajo regímenes opresivos y la oportunidad de hallar protección y dignidad en un nuevo territorio como el que brindó la República Holandesa.

El relato también resultó significativo para la mayoría protestante holandesa, cuyo pasado reciente estaba marcado por la resistencia a la dominación española y la represión católica. Así, la narración bíblica se transformó en un símbolo común de lucha por la libertad y la justicia, dando lugar a la proliferación de imágenes de Ester en el arte de la época. Su figura sintetizó tanto la persistencia judía como el anhelo de emancipación nacional.

Rembrandt van Rijn, figura central del arte holandés del siglo XVII, abordó la imagen de Ester desde una perspectiva renovadora que confrontaba los estilos idealizados de su tiempo. En lugar de reproducir heroínas bíblicas con rasgos perfectos y poses teatrales, eligió captar la humanidad concreta de sus personajes. Su interpretación de Ester, presente en óleos y grabados, se apartó de los atributos irreales y la dotó de una presencia emocionalmente tangible.

La pintura «Una heroína judía de la Biblia hebrea» (1632-1633), actualmente en el Museo Judío, ejemplifica su estética. Rembrandt retrató a Ester sentada, con el rostro y las manos iluminadas frente a un fondo sombrío, creando una atmósfera de recogimiento. El vestido burdeos y el peinado realizado por la sirvienta evocan el ambiente doméstico holandés, repasando el exotismo bíblico para enfatizar la proximidad humana. Así, Ester surge como una matrona contemporánea que expresa fortaleza y vulnerabilidad en igual medida.

El contenido simbólico de la obra se revela en distintos planos. Por un lado, reafirma la capacidad de decisión y sacrificio personal; por otro, refleja los conflictos de las minorías que, entre la integración y la preservación de su identidad, enfrentan la posibilidad de intervenir en el destino colectivo. Rembrandt, sin buscar perfección física, propuso adoptar como heroísmo la autenticidad y la duda, diferenciando su enfoque de la retórica grandilocuente de otros artistas.

La producción dedicada a Ester abarca tanto pinturas como grabados, explorando los principales hitos dramáticos de la narración bíblica. Además de «Una heroína judía de la Biblia hebrea», destacan «Asuero y Amán en el banquete de Ester» (1660) y «Amán se prepara para honrar a Mardoqueo» (1665), obras que habitualmente permanecen fuera de circulación por pertenecer a diversas colecciones.

La interpretación física de Ester, con vientre prominente y figuras alejadas de la belleza normativa, suscitó debates especialistas. Esta elección refuerza el programa artístico de Rembrandt: celebrar la autenticidad, exaltar la dignidad presente en la imperfección y dirigir la atención hacia la compleja vida emocional del personaje.

La influencia de Rembrandt se extendió a su entorno inmediato y a artistas contemporáneos, aportando nuevas perspectivas sobre Ester. Aert de Gelder, discípulo destacado, interiorizó las lecciones del maestro y las plasmó en composiciones donde el aislamiento y la psicología de Ester y su entorno ganaron protagonismo. De Gelder eliminó fondos excesivos y centrándose en la relación entre personajes, conservó la tensión dramática típica de Rembrandt pero introdujo matices propios, alternando entre la soledad y la interacción.

Jan Steen aportó una visión más colorista y doméstica: sus escenas del banquete de Ester, llenas de detalles y vitalidad, trasladan la narración bíblica al bullicio cotidiano holandés. En obras como «La ira de Asuero» destacan vajillas lanzadas, pasteles exóticos y animales domésticos, componiendo un ambiente caótico y materialmente exuberante que contrasta con la sobriedad rembrandtiana. Sin embargo, la tensión emocional permanece en los gestos y miradas.

Estos abordajes crearon una iconografía rica, desde la introspección hasta la exuberancia festiva, y situaron la imagen de Ester como arquetipo diversificado vinculado a problemáticas sociales y de identidad vigentes en la época.

La actual exposición del Museo Judío, que reúne obras de Rembrandt, sus discípulos y creadores contemporáneos, evidencia la vitalidad del mito de Ester. Más allá del siglo XVII, la heroína bíblica continúa sirviendo como ejemplo de coraje civil, defensa de la minoría y poder transformador de los gestos individuales.

La muestra incluye una pieza contemporánea: el monotipo «Queen Esther/Harriet Tubman» de Fred Wilson, que une el retrato de la activista abolicionista estadounidense con imágenes tradicionales de Ester, reivindicando el vínculo entre distintos modelos de resistencia y reinterpretando los relatos heroicos. Otras referencias, como el uso simbólico de Ester en recientes discursos políticos, prueban su capacidad de actualización y significado frente a desafíos presentes.

De este modo, la interpretación visual y simbólica de Ester, desarrollada por Rembrandt y sus seguidores, permanece como catalizadora de interrogantes éticos, abriendo caminos a la reflexión sobre autonomía, solidaridad y justicia.

Fuente: telam

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